Adam y yo nos encontramos sentados en el borde del porche de la casa, nuestros pies están colgando y yo jugueteo con ellos. El sol nos dedica unos tímidos rayos de luz y solo de vez en cuando se rompe la paz con el cantar de los pájaros y otros animales que hay cerca del bosque. Este sitio es magnífico.
-¿Qué te apetece saber sobre mí? - le digo. No sé por dónde empezar a explicar así que dejo que escoja él. Al fin y al cabo acepté que conociera a la verdadera Gi y no sé por qué lo hice, pero en fin, aquí estoy. Adam se queda pensativo hasta que deja escapar su voz.
- Georgia. No es un nombre inglés. Tienes nombre extranjero y acento Irlandés, ¿qué eres? - me dice riendo.
-¿Cómo que qué soy? - digo riendo con él. -Mi padre es italiano, tengo familia por allí y hasta hace dos años viví en Irlanda. Me mudé aquí con mi hermano para empezar los estudios de arte.
- ¿Solo tu hermano y tú? ¿No te dio pena dejar a tus padres, tus amigos y toda tu vida de allí? - ahora sí que me río.
- No, créeme. Además, tú también dejaste tu vida en Cheshire. - asiente.
- ¿Color favorito? - me dice Adam rápidamente clavando sus ojos verdes en los míos.
- Verde, ¿el tuyo? - queda callado un momento y responde.
-Azul. - sonríe. -Mm... ¿Qué música escuchas? ¿Algún grupo favorito?
- Demasiados - digo - Coldplay, The Beatles, The Fray...
- Te van los clásicos eh... Supongo que te sonará esta: - dice Adam levantándose del borde del porche y poniéndose en pie frente a mí. Esboza una sonrisa pícara y empieza a cantar. - Imagine there's no heaven, It's easy if you try, no hell below us...
Cada línea que canta la tengo grabada en la cabeza, John Lennon. Sonrío. La voz de Adam abandona su boca en una dulce melodía que me eriza la piel y hace que mis ojos se llenen de lágrimas. Canta bien. Río y Adam ríe conmigo pero sin parar de cantar. Above us only sky, imagine all the people... Adam empieza a marcarse un baile, moviendo los pies levemente hasta que se convierten en pasos enérgicos. Adam me coge de la mano y tira de mí obligándome a levantarme y a seguir su baile. La letra de la canción abandona mis pensamientos para salir por mi boca. Living for today... Río. Y así, sin más, me encuentro con Adam de la mano bailando y cantando. Imagine there's no countries... En un bosque frente a una casa de madera. Puede sonar de locos, de echo suena de locos. Adam tira de mí y hace que dé una vuelta sobre mi misa. You may say I'm a dreamer, but I'm not the only one...
Adam y yo no llegamos a acabar la canción, la risa no nos deja continuar bailando ni mucho menos cantando. Ver a Adam cantar y bailar es mucho más gracioso de lo que hubiera imaginado. Nos volvemos a dejar caer sobre el pequeño borde del porche y suspiro. Cojo todo el aire posible y sacándolo de nuevo me estiro dejando la espalda apoyada en la madera. Clavo los ojos en el cielo que ahora es de un color rosado, Adam me imita y se estira a mi lado.
Pasamos la tarde haciéndonos preguntas sin sentido, como nuestros olores favoritos, libros, películas, aficiones, mascotas, travesuras y trastadas de nuestra infancia, sitios favoritos del planeta e incluso sabores favoritos o detestables. Me enseña el montón de cicatrices que tiene de las mil y un caídas de cuando era pequeño y yo le enseño con orgullo la cicatriz que tengo en la frente pero que me tapa el pelo. Me la hice tirándome de cabeza por un deslizador del parque que había en el recreo. Descubro que Adam no es tan diferente a mí, a los dos nos gustan las tardes de lectura o de películas, le encantan los bordes de la pizza quemados al igual que a mí, los dos nos hemos mudado en busca de cambios y los dos tenemos un pasado que preferimos no explicar. Al menos por ahora. No me ha preguntado por mi pasado y lo agradezco porque no quiero explicarle nada, no ahora que me siento bien con él.
Cuando nos queremos dar cuenta el sol ya se ha escondido y el bosque queda tan solo iluminado por las luces de la lejana ciudad y por la luz de la luna. Siento que empiezo a tener frío y me froto el brazo en busca de calor. Río por lo que me explica Adam.
-¿Tienes frío? - Me pregunta interrumpiendo su relato de cuando le tiró el zumo de frutas a su compañero de clase por la cabeza. Asiento. - Creo que deberíamos irnos pronto, ha oscurecido. ¿Te apetece entrar a ver la casa antes de irnos?
- Me encantaría. - le respondo con una sonrisa. Adam se saca del bolsillo trasero del pantalón dos pequeñas llaves. Nos acercamos a la puerta y Adam gira la llave para abrirla. Un aroma a cerrado nos impacta y entramos en la oscura casa. Adam busca las luces y se encienden con dificultad. Nos encontramos en el vestíbulo donde hay unas grandes escaleras al fondo que deduzco que van al segundo piso.
- Vamos, te la enseñaré. - me dice Adam con una sonrisa y coge mi fría mano. Toda la casa está enmoquetada, me lleva hacia la derecha, donde hay una amplia sala de estar con un gran sofá, una televisión, una chimenea y lo que más me llama la atención es que no hay paredes entre la cocina y la sala de estar, las dos habitaciones están juntas, como en los pisos modernos de hoy en día. Hay unos ventanales enormes y dos de éstos son puertas que dan al jardín trasero. Adam me sigue guiando por la casa. Me describe cada estancia con brillo en los ojos, supongo que estará recordando momentos de su infancia y aunque no me llega a enseñar el segundo piso de la casa me encanta. Ahora es algo fría porque no vive nadie, me hubiera gustado verla cuando Adam era pequeño y correteaba por aquí detrás de su abuela.
- Te aseguro que era más bonita antes, ojalá pudiera devolverle la vida a esta casa. - me dice Adam repasando las paredes con la mirada.
- Hagámoslo. - digo sin pensar. Me gustaría verla como la conoció Adam, me gustaría ver esta casa como se merece ¿y por qué no hacerlo?
- ¿Juntos? - me mira Adam sorprendido. Asiento fijándome en sus ojos verdes y sonríe. - Vale.
- Volvamos. Volvamos mañana. Además, me parece mucho más acogedora esta casa que la biblioteca. - digo alzando las cejas.
- ¿Te refieres a que hagamos el trabajo aquí? - Adam amplía su sonrisa y ríe. - ¿Qué te pasa?
Me encojo de hombros y noto calor en mis mejillas. Cerramos las luces y salimos de la casa. Mientras Adam acaba de cerrar con llave me acerco al pequeño barranco en el que me ha dejado Adam al llegar y veo todo Birmingham iluminado en la noche. Tenía razón, esto es increíble.
-¿Esta es la verdadera Gi? La que me explica historias de cuando era pequeña, la que me propone arreglar la casa que tanto significa para mí, la Gi que baila, canta, sonríe... Porque si es así me gusta. Me gusta esa Gi. - siento su ronca voz detrás de mí. Me giro y me encuentro con sus ojos. - Me gustas, Gi.
Adam caza un mechón de mi rubio pelo que ondea al viento y me lo coloca detrás de la oreja, su mano se queda suspendida hasta ponerse en mi mejilla y cuando me quiero dar cuenta Adam ya está a un centímetro de mí. Me estremezco por su contacto y mi estómago da un vuelco. Ahora sí, ya no hay interrupciones, ya no hay nadie ni nada que rompa esto. Cierro los ojos y sus labios se unen a los míos. Puedo sentir su calor cuando me rodea con sus brazos. El sabor de la boca de Adam se mezcla con su aroma a canela, la sensación de vértigo en mi estómago crece y parece que estoy rozando el cielo. Noto sus manos en mi cintura atrayéndome hasta él y yo, sin saber qué hacer con las mías las pongo en sus caderas. Adam mueve los labios al compás de los míos, como en la canción de antes. Nuestras lenguas se enzarzan en una pelea hasta que mi mente reacciona, recuerdo que esto es un error. Y no, no hay nadie que pueda cortar esto excepto yo. Pongo la mano derecha en el pecho de Adam obligando a que nos separemos. El beso se parte en dos. Me siento incapaz de volver a abrir los ojos, noto como Adam levanta mi barbilla con el dedo índice y los abro. Me encuentro con su cara, le veo confuso, quizá dolido.
-Lo siento. - digo sin saber qué decir. - Necesito tiempo, no sé lo que estoy haciendo.
Sin decir nada Adam asiente y coge mi mano, entrelaza sus dedos con los míos e iniciamos el camino para llegar hasta la moto.
-¿Por qué te cuesta tanto? - me pregunta Adam. Niego con la cabeza, me siento fatal por hacerle esto. Me acaba de decir que le... le gusto y lo único que se me ocurre es echarme atrás. Ojalá pudiera disfrutar de este momento, como una chica normal y dejar de preocuparme por si me hará daño o no. - Te daré el tiempo que necesites, ¿me oyes?- me dice Adam interrumpiendo mis pensamientos. Esas palabras me dan seguridad. Adam me conduce hasta casa y me aferro a él más que nunca.

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Thin skin
Teen FictionCuando tienes la piel más fina que los demás todo te afecta de manera diferente, todo es mucho más duro y doloroso. Georgia es esa clase de persona de piel fina y ya no confía en nadie. Quiere ser una chica solitaria, convencerse de que es fuerte, d...