Cuando planeas decirle algo importante a alguien siempre piensas en la mejor forma de abarcar el tema, en la mejor forma de explicarlo sin hacer que el otro huya, sufra o cambie su vida. Esto no es diferente, intento pensar alguna forma de decirle lo que soy, las palabras adecuadas para decir lo que me pasa, pero nada parece suficientemente bueno como para no causar un gran efecto en él. Adam me insiste con la mirada, impaciente, a la vez que sostiene mis manos.
-La Gi que conoces hasta ahora es una chica normal, con mal genio pero normal, ¿verdad? El problema es que yo no soy así. Crees conocerme pero mi vida tiene un trasfondo que no conoces y creo que tienes que saberlo, porque tú has sido sincero conmigo y yo no. Soy una persona con un problema... - suspiro. Los nervios me comen por dentro. Tienes que hacerlo, Gi, no seas cobarde ahora. - Una enfermedad, mejor dicho. Aunque no estoy diagnosticada de ello tengo... tengo problemas con la comida, Adam.
Él traga saliva y aparta su mirada de la mía, pero tan solo un segundo, porque inmediatamente vuelve a calvar esos ojos verdes en los míos.
-¿Sabes qué? No quería juzgarte pero ya me lo imaginaba. - Adam empieza a masajear la palma de mi mano con su pulgar.
- ¿Cómo?
- Fijándome en los pequeños detalles de ti. - hace una pequeña pausa para ver si digo algo pero no puedo decir nada. No puedo creer que haya sido tan... fácil. Adam hace que todo sea más fácil - La vez que te desmayaste... Y nunca te he visto comer exceptuando la cena que tuvimos juntos, la cual mirabas la hamburguesa con asco hasta que empezaste a devorarla como si no hubieses comido en tu vida.
Una carcajada nerviosa abandona mi b oca y Adam tuerce la boca en una sonrisa.
-Oye yo... Gi ahora mismo no sé qué hacer... - suspira. - Solo sé que no voy a dejar de quererte por eso. - me dice ahora serio. Vuelvo a apartar la mirada de él y cojo aire. - Gi tienes que... comer.
-Ya como. Un poco. - Adam aprieta mis manos.
- Nos explicaron estos problemas en clase hace unos años atrás, sé lo que son... Tienes que acudir a un especialista, no sé, un psicólogo o alguien que pueda ayudarte. - me sugiere Adam algo nervioso.
-No quiero ir al psicólogo Adam.
-¿Y entonces como pretendes curarte? ¿Quieres estar así toda la vida?
-Es que, es que no puedo curarme. ¿Y si no puedo y acabo en un manicomio? - Adam me mira con pena y eso hace que mis ojos se llenen de lágrimas. - No me mires así por favor.
- Lo siento es que... no sé qué hacer. Quiero ayudarte. - Adam me atrae hasta él y me rodea con sus brazos apretándome contra su pecho. Me acomodo y estiro las piernas en lo que ha quedado de sofá libre. Adam me abraza con fuerza y las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos. Lloro y no me importa, dejo escapar sollozos sin miedo.
-Adam, ¿y si... me muero? - digo entre lágrimas.
-No vas a morirte Georgia, me tienes a tu lado y no dejaré que te pase nada. - me dice con la voz ronca. Cierro los ojos mientras las lágrimas caen por mis mejillas y Adam rodea mi cuerpo con sus brazos.
Sé que me he quedado dormida cuando me despierto en una cama para dos de sábanas blancas. Miro la habitación en la que estoy, es grande y tiene muebles rústicos, está pintada de colores blancos y amarillos y hay un gran espejo a la derecha. Siento como la lluvia golpea las ventanas, está oscuro. Lo último que recuerdo es la respiración de Adam mientras lloraba, ya lo sabe, lo sabe y sigue conmigo ¿no? Cuando decido salir de la cama Adam entra por la puerta con una bandeja y enciende la luz. Se sienta en el otro lado de la cama y deja la bandeja entre los dos, no hay nada en ella.
-¿Qué hora es? - pregunto desconcertada.
- Las nueve de la noche, te has quedado dormida. - sonríe.
-Oh dios, tengo que volver a casa antes de que mi hermano se ponga histérico. ¿Y mi móvil? - digo mientras me froto los ojos y me desperezo. Adam señala la mesilla que hay al lado y alargo el brazo para cogerlo. 1 mensaje. ¿Solo? Suspiro de alivio.
- Quédate a dormir aquí. - me sugiere Adam. Es una idea tentadora, nada me apetece más que volver a dormirme con el sonido de su respiración de fondo.
-Mañana hay clase Adam. - acabo.
- Pues no vamos - abro los ojos ¿de verdad me está diciendo que hagamos pellas? ¿Dónde está mi Adam y qué han hecho con él? - Por favor...
Me pongo a pensar: Nathan no me dejará quedarme, no tengo ropa de recambio, ni cepillo de dientes, ni pijama, pienso en todas las faltas de asistencia a clase que tuve durante una semana entera. No puedo permitirme faltar más, sin embargo...
-Vale - concluyo sonriendo. Tengo a Adam a mi lado después de que sepa sobre mi problema, creo que tengo demasiado miedo de que se aleje de mí, por si se lo piensa demasiado y decide que me las arregle yo solita con mis problemas.
-Pensaba que te ibas a negar. - dice abalanzándose sobre mí y me da un beso en los labios. Adam mira la bandeja vacía que ha dejado sobre la cama.
-¿Para qué es? - le pregunto extrañada. Adam traga saliva y se aclara la garganta.
- Eh... es que, es la hora de cenar y bueno, no estaba seguro si... - Adam deja la frase en el aire. Los nervios se apoderan de mí e intento calmarme. ¿Cómo le digo que no quiero comer? Un silencio incómodo se hace en la habitación, hacía mucho tiempo que no había estos silencios entre nosotros.
-Emh... - digo torpemente - está bien, haz algo.
Adam asiente, coge la bandeja y abandona la habitación. En este momento es en el que me doy cuenta de que las cosas no van a ser sencillas, quizá todo cambia entre nosotros, quizá no volvemos a ser los mismos que corremos bajo la lluvia o hacemos carreras con carritos de la compra. Intento alejar ese pensamiento de mí y vuelvo a mirar mi móvil. Nathan me ha enviado un mensaje preguntándome dónde demonios me meto. Tecleo: «No me esperes para cenar y posiblemente no duerma en casa. No te preocupes estoy bien, no seas como mamá por favo, soy mayorcita.» Sé que me matará por esto pero lo envío y apago el móvil para evitar que me llame o me envíe más mensajes.
Mientras Adam está abajo preparando la cena con lo que sea que haya de comida, me doy cuenta de que estoy en la planta de arriba de la casa, la planta que Adam no me enseñó la otra vez. Como buena curiosa que soy salgo de la cama y camino por el suelo de madera con los pies descalzos, repaso toda la habitación y llego al espejo. Miro mi reflejo y veo como aún conservo los ojos llorosos, suspiro y me alejo de él antes de que vuelva a ponerme a llorar. Salgo de la habitación y distingo cuatro puertas más. Entro en la primera y veo que es un baño. Tiene una bañera gigante de color blanco pegada a la pared, al lado de la ventana. Enciendo el agua y me lavo la cara intentando remediar mi aspecto, que nunca está suficientemente bien a mi parecer. Me coloco la ropa bien y me la aliso con las palmas de las manos antes de salir del baño hasta la otra habitación.
La siguiente es un dormitorio con una cama más pequeña que en la que estaba durmiendo, hay un armario al fondo y está pintada de tonos verdes muy suaves, me gusta. La siguiente es exactamente igual solo que la cama y el armario están en paredes opuestas, cierro la puerta y me dirijo a la última habitación. Abro la puerta y veo que está decorada con tonos azules, con una cama en el centro un armario a un lado y una cómoda en el otro. Veo que en una esquina de ésta hay un par de marcos de fotos tumbados, me acerco con delicadeza y levanto uno de ellos. Un niño pequeño de grandes ojos verdes sonríe para la cámara. Debe ser Adam de pequeño y ésta debía ser su habitación. Sonrío y vuelvo a dejar el marco en su posición anterior para salir de la estancia. Cuando cierro la puerta veo que Adam sube las escaleras con la bandeja en mano de nuevo, pero esta vez llena. Me acerco hasta la habitación en la que estaba y entro en ella mientras Adam entra detrás de mí.
-Chafardera. - me susurra él al oído y no puedo evitar reprimir una sonrisa. Doy unos saltitos y me tiro encima de la cama mientras Adam deja la bandeja, con una pizza en ella, y hace lo mismo que yo.

ESTÁS LEYENDO
Thin skin
Teen FictionCuando tienes la piel más fina que los demás todo te afecta de manera diferente, todo es mucho más duro y doloroso. Georgia es esa clase de persona de piel fina y ya no confía en nadie. Quiere ser una chica solitaria, convencerse de que es fuerte, d...