Estoy en el autobús de camino a la biblioteca. Como Adam y yo no nos vemos mucho por el instituto - algo raro porque compartimos taquilla - hemos vuelto a quedar a partir de notas enganchadas en la puerta. Me gusta ese juego, no tengo que hablar pero me puedo comunicar con él. Todavía no le he dado detalles del tema que he pensado y tengo muchas ganas de saber qué le parece la idea, creo que le gustará.
Al llegar a la biblioteca no veo a Adam por ninguna parte así que le espero apoyada en la pared mientras saco mi móvil del bolsillo. En cuanto lo desbloqueo noto como vibra en mis manos. "Adam". Reprimo una sonrisa y abro el mensaje. « Levanta la vista. » ¿Qué? No entiendo lo que quiere decirme así que obedezco. Mis ojos azules miran hacia el frente y allí está él, vestido con una gabardina marrón oscura y una bufanda acercándose a mí con una sonrisa. En cuanto me alcanza le agarro por la muñeca y tiro de él hacia el interior de la biblioteca. Rápidamente llegamos a una mesa.
-¿Qué heces? - me dice con una sonrisa.
-Quiero explicarte algo. - ahora la que sonríe soy yo. Adam asiente. - He pensado un tema para el proyecto y creo que te gustará. Verás, he pensado que podríamos hacerlo de la leucemia infantil. - digo sonriendo y busco en la cara de Adam alguna expresión de emoción pero no la encuentro ¿no le gusta la idea? - Bueno, sé que no es de nuestra modalidad pero pensé que podríamos... olvídalo.
- No, es perfecto. - ahora sí que veo esa expresión en su rostro y su perfecta sonrisa tan buscada por mí antes. - Y como parte práctica podríamos....
-.... hacer una recaudación de fondos y así... así podremos ayudar a Lucy. - digo pensando en cada una de las palabras que acabamos de decir. Es genial. Los dos estallamos de felicidad de manera silenciosa. Rápidamente empezamos a buscar entre libros y recaudar la primera información sobre el tema. Es realmente devastador ver las cifras del montón de niños que pasan por lo que Lucy.
Ya han pasado horas cuando nos damos cuenta que el sol se ha escondido y la biblioteca está prácticamente vacía. Nuestra mesa tiene pilas y pilas de libros amontonados unos sobre otros. Adam y yo hemos estado buscando tanta información como estrellas tiene el cielo y nos ha pasado el tiempo volando, además, fuera parece que va a llover y la biblioteca cerrará en breves. Lo recogemos todo y llevamos los libros a su sitio.
Mientras salimos de la biblioteca Adam y yo intercambiamos sonrisas. No sé exactamente qué me está pasando pero desde que me explicó su historia siento que algo me une a él, que me comprende. Adam. Un sonido horrible me saca de mis pensamientos y siento pequeñas y frías gotas sobre mi mejilla.
-¡Tormenta! - chilla Adam. - ¿Por casualidad llevas algún paraguas? - niego con la cabeza. Parece que la lluvia aprieta y en unos segundos ya estamos prácticamente calados hasta los huesos. Adam no puede volver en moto en estas condiciones y para cuando mi autobús llegue parecerá que me he tirado a una piscina con ropa, tenemos que buscar un sitio donde quedarnos hasta que la lluvia pare. Busco desesperada algún sitio donde poder refugiarnos y veo aquella pequeña estatua negra, donde hablamos la última vez.
- Allí. - digo mientras señalo aquel lugar y los dos empezamos a correr hacia allí. Una vez dentro los dos tenemos la ropa realmente mojada y a Adam le cae el pelo por la frente, está empapado.
-La lluvia no avisa. - dice Adam malhumorado mientras se quita la empapada cazadora. La estatua es perfecta, nos cubre de la lluvia y el frío.
-Podemos quedarnos aquí hasta que acabe. - digo seguido de un estornudo imposible de reprimir. Adam se ríe de mí y me uno a él.
Pasamos mucho tiempo allí dentro, hablando del proyecto y esperando inútilmente que la lluvia se calme. No sé cuánto tiempo habrá pasado, horas quizá, así que debería avisar a Nathan que no me espere. Cojo mi móvil y tecleo: « No me esperes hoy, llegaré tarde ». Finalmente a Adam y a mí se nos acaban los temas de los que hablar y nos sumimos en un profundo silencio incómodo, pero algo lo interrumpe. En el peor momento mi estómago empieza a rugir y a pedir comida ¿por qué siempre es tan oportuno? Aprieto el abdomen deseando que no vuelva a sonar pero pasa todo lo contrario, se oye más incluso que antes. Adam levanta la vista hacia mí e intento disimular.
-¿Tienes hambre? - me pregunta él, inocente.
- No, bueno sí, es la hora de cenar en realidad... - intento disimular. - Cuando llegue a casa arrasaré con la nevera. - digo y me esfuerzo por fingir una carcajada. Adam sonríe y parece que ha colado.
-Si quieres podemos ir a cenar ahora, conozco un sitio cerca de aquí, no creo que pare de llover y ya estamos empapados así que vámonos. - dice mientras se levanta, ¿qué?
-Eh no, n... - dice a la vez que me coge del brazo y tira de mí hacia fuera de la estatua que nos resguarda. Cojo mi mochila como puedo y salimos bajo la fría lluvia. ¿Qué se supone que está haciendo? - ¡Adam!
- Lo siento Georgia, no voy a aceptar más nos por tu parte. - dice a la vez que ríe y tira de mí. - Tienes hambre y yo también así que nos vamos a cenar.
-¡Adam para! No espera, ¡Adam! - dice corriendo bajo la lluvia y riendo conmigo aún cogida del brazo, lo que me obliga a correr también. Nos lleva hasta su moto, ahora cubierta de agua. - Adam no llevo casco ni dinero, esto es una locura ¿sabes? ¡Volvamos a la estatua!
- No importa, no hay nadie en la calle que pueda verte sin casco, vamos diviértete un poco. - Los dos estamos realmente mojados y la ropa se me pega al cuerpo sin poder evitarlo. ¿Qué ha querido decir con eso? ¿Qué no sé divertirme? Por alguna razón eso ha herido mis sentimientos, se nota que no conoció a la otra Gi. Adam se sube a la moto y mi necesidad de demostrar que no soy una aburrida me hace subirme detrás. Sí, sin casco y Adam ríe.
Escarmentada por la última vez que subí me agarro al torso de Adam y la fuerza con la que se impulsa la moto hace que mi cuerpo se presione contra el suyo aún más. Estoy totalmente mojada al igual que él y por eso puedo sentir el calor de su piel a través de nuestra ropa. La lluvia no se detiene y Adam nos conduce bajo ella a toda velocidad. De nuevo vuelvo a estar subida sobre esta maldita moto.
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Thin skin
JugendliteraturCuando tienes la piel más fina que los demás todo te afecta de manera diferente, todo es mucho más duro y doloroso. Georgia es esa clase de persona de piel fina y ya no confía en nadie. Quiere ser una chica solitaria, convencerse de que es fuerte, d...