Capítulo 53.

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El débil sonido que indica que ya podemos desabrocharnos el cinturón me sobresalta. Durante todo el despegue he estado pensando en la noche anterior y en cómo podría explicarle a Adam lo sucedido. Sinceramente, no sé cómo hacerlo, estoy nerviosa, y no precisamente poco.

Intento dormir pero no lo consigo, así que tomo una decisión.

-Déjame pasar, voy al baño. - le digo tranquilamente a Nathan, que intenta hacerme hueco entre el diminuto espacio que hay entre asiento y asiento. Esta es otra de las cosas que más odio de los aviones. Después de varias dificultades consigo salir al también diminuto pasillo. Abro el compartimento del equipaje de mano y cojo mi mochila. Veo que Nathan me mira extrañado pero le ignoro.

Sorprendentemente el baño del avión no está ocupado, por lo que entro en él. Sí, también es diminuto y agobiante en gran parte. Echo el pestillo. Me siento en la taza y rebusco entre mi mochila para encontrar las diferentes pastillas. Topo con una chaqueta, la funda de mis gafas, mi móvil, la placa de pastillas ansiolíticas y por fin la placa de tranquilizantes. También he cogido los adelgazantes y laxantes, ésta vez no las iba a dejar en casa, quizá me puedan servir mientras esté en Birmingham. Me tomo un tranquilizante y salgo de allí.

-¿Por qué te has llevado la mochila? - Me pregunta Nathan cuando regreso a mi asiento.

-Tengo la regla. - digo de manera natural.

-Ah.

Soy rápida mintiendo, llevo demasiado tiempo haciéndolo. De hecho, hace por lo menos un año que no me viene el período. La verdead es que es algo preocupante, pero bah, ya volverá a venirme cuando a mi cuerpo le apetezca. Después de pensar en eso me quedo dormida.

-¿Te encuentras bien? - me pregunta Nathan mientras el taxista nos lleva de vuelta a casa.

-Sí. - miento. Me duele mucho la cabeza y estoy mareada. Apoyo la cabeza en la ventana. - ¿Te duele? - le pregunto mirando su labio, aún hinchado y colorado, pero ya sin sangre.

-Duele un poco. Las heridas de la boca sanan rápido gracias a dios.

-Lo siento, fue mi culpa. - le digo con una pizca de arrepentimiento. Quizá si no hubiese ido a por Ally no habría defraudado a mis padres y mi hermano estaría bien. Pero quizá ahora Ally estaría mal y yo jamás le habría plantado cara a Brad.

-No fue tu culpa. Yo no debería haberte dejado ir desde un principio. - responde él. Después de eso vuelvo a quedarme dormida.

-Hemos llegado. - me susurra mi hermano al oído. Parpadeo un par de veces para desatontarme y me bajo del coche mientras él paga al conductor. Abro el maletero y recojo nuestras maletas. Cuando levanto la vista no puedo creer lo que estoy viendo. Adam está sentado sobre su moto delante de mi puerta. Sonrío, ¿qué hace aquí? Una felicidad inexplicable me invade. El malestar que tengo en mi cuerpo desaparece de inmediato y sin pensármelo dos veces corro hasta sus brazos. Echaba de menos su olor, su respiración, su tacto. Le abrazo con fuerza.

-¡Adam!- vuelvo a oler ese aroma a canela. - Te he echado mucho de menos.

-Y yo - dice sonriendo. Hunde sus dedos en mi pelo y me besa dulcemente. Nos quedamos un rato abrazados hasta que el sonido de las ruedas de las maletas contra el asfalto me saca del trance. Ugh.

-Te espero arriba. - dice Nathan. Parece algo molesto. De todas formas le agradezco infinitamente que me suba la maleta hasta arriba y que nos deje a mí y a Adam solos.

-¿Qué haces aquí? Es muy tarde ¿estás loco? - le digo riendo mientras le toco la mejilla.

-Puedes llamarme lunático - me dice con su peculiar sonrisa -, pero no podía esperar hasta mañana para verte.

Thin skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora