El trayecto en la moto de Adam finaliza y la aparca en un pequeño y solitario parking. Al bajarme de ella mis ojos recorren el lugar y observo una hamburguesería. No sé por qué habré subido a la moto, podría haberme negado perfectamente y ahora estoy aquí, apunto de cenar en un sitio como éste, que está en mi lista negra.
Adam y yo corremos hasta la pequeña puerta de aquel lugar, con toda la ropa mojada y el pelo pegado a la cara.
-No podemos entrar así, Adam. Míranos. - digo.
-¿Por qué no? Vamos. - dice mientras ríe y tira de mi brazo de nuevo hacia el interior del pequeño establecimiento. Sonrío sin que pueda verme, está realmente loco. La puerta se abre y se oye el débil sonido de una campanita que anuncia nuestra llegada. Una chica de no más de cuarenta años de edad, con su castaño pelo recogido en un moño casual, nos mira con una sonrisa. Es guapa, pero su expresión de cansancio la hace parecer mucho más mayor.
El sitio es pequeño pero bonito, muy iluminado y con unas ventanas grandes que dejan ver la oscura noche y la lluvia caer. Hay taburetes alrededor de la barra y mesas con sillones que parecen cómodos. Tan solo hay un par de personas aquí, una de ellas leyendo, y todo está realmente silencioso.
-Os ha pillado la lluvia, eh. - nos dice la chica clavando sus brillantes ojos en nosotros. Miro hacia abajo para ver mi ropa pegada al cuerpo y veo cómo los huesos de la cadera sobresalen notablemente. - No importa, tomar asiento y cuando queráis os tomo nota. - concluye con una sonrisa. Adam y yo asentimos y decidimos sentarnos en uno de esos sillones, al lado de una ventana uno en frente del otro.
Adam alarga su brazo hasta mi cara y me aparta el mojado pelo de la frente. Noto como mis mejillas arden de calor, él sonríe y me pasa una de las cartas.
-¿Qué te vas a pedir? - dice mirando la suya. Echo un vistazo a la carta e intento buscar la comida con menos calorías posibles, inútilmente, todas son horriblemente deliciosas y calóricas.
- ¿Qué me aconsejas, experto? - le pregunto. Al final los dos acabamos con una hamburguesa con todo tipo de cosas que se le puedan echar. La miro e intento disimular mi cara de asco. - ¿Quieres decir que esto estará bueno? Lleva de todo.
- Claro que sí, pruébala. - dice a la vez que le da un bocado enorme a la suya y cierra los ojos en un gesto de placer. Maldita sea, no sé qué estoy haciendo aquí con una de las comidas prohibidas delante de mí. Mis tripas vuelven a rugir y cojo delicadamente la hamburguesa entre mis manos. Adam me sonríe y le pego un bocado realmente pequeño. Está... deliciosa. Hace tanto tiempo que no las probaba que ya no recordaba este sabor.
-Buena, ¿eh? - dice mientras le da el segundo bocado y sonríe a la vez que asiento con la cabeza. Debido al hambre que tengo mi cuerpo actúa por impulsos y no me paro a pensar qué estoy comiendo, a la vez Adam me sonríe y deja ver esos hoyuelos. Me reconforta. Repaso una última vez el aspecto que tenemos. Adam tiene el pelo empapado y le cae sobre la frente y a la vez toda la camiseta pegada al cuerpo, al igual que yo. Se le marcan todos los músculos y me sonrojo inevitablemente dejando escapar una carcajada.
-¿Has visto las pintas que tenemos? ¿Te parece normal cenar así? - digo entre risas y se une a mí. - Pareces un perro recién salido de la ducha con todo el pelo mojado.
- ¡Eh! - dice y me tira una bola de papel que ha hecho con la servilleta. - Mírate tú, ya no pareces rubia. - ahora soy yo la que le devuelve la bola de papel acertando en toda la cabeza y reímos.
-Gi, gracias. - dice Adam. ¿Gracias?
-¿Qué? ¿Por qué? - digo sorprendida. No he hecho nada para que me dé las gracias.
- Por lo de Lucy, significa mucho, gracias a tu idea podremos ayudarla y comprenderla mejor. Es... una idea genial. ¿Cómo se te ha ocurrido? - la foto. Oh no, no se la he devuelto, me va a odiar. Me pongo seria y me armo de valor. Abro mi mojada mochila, que ha ido en mi espalda todo este tiempo, y saco el libro de literatura abriéndolo por la mitad. El libro está empapado pero por suerte el agua no ha penetrado hasta la foto. Adam abre los ojos y coge la pequeña fotografía.
-Cayó de la taquilla y olvidé devolvértela, lo siento, se me pasó.... - digo deseando que no me odie.
- La he estado buscando como un loco, pensé que la había perdido. - dice con una sonrisa amarga en la cara mirando la foto.
-Lo siento, de verdad Adam...
- Tranquila, se te olvidó y gracias a eso ahora podremos ayudarla. No te preocupes. - me dice. ¿Cómo no puede estar enfadado conmigo sabiendo lo mucho que significa esa foto para él? Finalmente nos acabamos las hamburguesas y Adam paga a la simpática chica morena.
- Te debo dinero. - le digo mientras nos dirigimos a la salida, él intenta protestar. - No, mañana te lo devolveré. - asiente y me siento satisfecha.
- Adiós, pareja. - dice la chica con una sonrisa mientras limpia la barra con una bayeta.
-¿Qué? No... - intento decir pero Adam me empuja hacia afuera y dice adiós con la mano. La lluvia no ha parado pero ya no me importa. Nos subimos a la moto y me lleva hasta mi apartamento.
Durante el camino de regreso me aferro a Adam fuertemente, la lluvia cae y preocupada pienso en la despedida. No sé qué hacer para despedirme de él, hemos pasado un buen rato hoy y realmente me lo he pasado bien, ¿qué debería hacer? ¿Un simple adiós bastará? Adam frena y me bajo de la moto emprendiendo mi camino hasta la puerta pero él es rápido y coge mi brazo antes de que pueda alejarme de él. Sigue subido a la moto pero tira de mí y me acerca más y más hasta él. Mis pies no responden a ningún intento de frenar y ahora nuestros cuerpos tan solo se separan por unos centímetros. Adam apoya su frente contra la mía y los dos cerramos los ojos. Siento su respiración profunda y la lluvia caer con fuerza. Nos quedamos así unos segundos, en lo más profundo de mí, deseo que Adam acerque sus labios a los míos y me bese, pero eso no pasa, tan solo presiona su mojada frente contra la mía mientras posa su brazo en mi cintura. Aquí estamos los dos, bajo la lluvia y a tan solo a unos centímetros de besarnos. Noto un torbellino de sensaciones en mi estómago. Adam...
-Hasta mañana, Gi. - dice en un susurro a través de sus rosados labios y con los ojos aún cerrados.
-Adiós, Adam. - digo mientras me desprendo de sus brazos. Camino lentamente y sin mirar atrás, confusa, cuando llego al portal siento el sonido del motor y me giro una última vez para verle desaparecer bajo la lluvia. No estoy segura de lo que acaba de pasar.

ESTÁS LEYENDO
Thin skin
Novela JuvenilCuando tienes la piel más fina que los demás todo te afecta de manera diferente, todo es mucho más duro y doloroso. Georgia es esa clase de persona de piel fina y ya no confía en nadie. Quiere ser una chica solitaria, convencerse de que es fuerte, d...