Capítulo 57.

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Me pongo la camiseta limpia después de los pantalones. Huele a detergente. Es agradable abandonar esa bata blanca y abierta por la espalda para meterme en mi propia ropa. Me desenredo el pelo dejando cantidades de éste en el peine, me lavo la cara y me cepillo los dientes. Recojo todas mis pertenencias y salgo del baño de mi habitación. Al menos las habitaciones de los hospitales tienen baño propio y no tengo que compartirlo. Dejo el neceser encima de la cama, perfectamente hecha y con las sábanas estiradas, y me siento en ella.

Dirijo una mirada recelosa al sillón oscuro. Encima de él hay unos folletos azules de información del Centro Académico Phoenix. Suspiro. Mis padres han comunicado a los médicos que pretenden que vuelva a Irlanda y han estado hablando del CAPH. Se trata de un centro médico y educativo a tan solo una hora en coche de mi casa en Mullingar.

Me levanto de la cama y cojo los folletos. Abro uno por la mitad y se despliega un mapa del recinto. Es muy grande. A la derecha está el centro psiquiátrico que se divide en el ala sur y el ala norte. El ala norte es el hospital y el ala sur el campus donde están internados muchos jóvenes con los mismos problemas que yo. A la izquierda del centro psiquiátrico está el instituto al que van todos los estudiantes que asisten a ese hospital. Esos dos edificios están rodeados por verdes y amplios jardines.

Los médicos nos han explicado que el CAPH es uno de los mejores centros de Irlanda para tratar problemas psicológicos y que tenemos suerte de tenerlo cerca. Dicen que no hace falta que me internen, por el trato que han hablado antes, pero que asistiría a ese hospital para revisiones periódicas y que estudiaría allí. Dormiría en casa y eso me alivia. Pero no. No voy a ir. Me voy a quedar en Birmingham. Es una locura. No puedo dejar mis estudios de artes a medias aquí y... no puedo dejar a Adam. Además, ¿qué pretenden? ¿Que vea a Brad y Ally por accidente algún día que vaya a comprar el periódico? No iré a Irlanda, encontraré una solución para esto y estoy completamente segura. Sé que saldré de ésta.

Me giro cuando escucho que alguien entra a la habitación. Adam. Me acerco a él y le abrazo.

- ¿Estás bien? - me pregunta mirando los folletos del CAPH que sujeto entre mis dedos. Me siento en la cama y niego con la cabeza. No estoy bien. Adam se sienta a mi lado y pasa su brazo por mi cintura atrayéndome a él. Apoyo mi cabeza en su hombro.

-No voy a irme. - le digo con decisión. - No pueden obligarme.

-Sí pueden - responde él. Clavo la mirada en la pared.

-Si me separan de ti me romperán más de lo que ya estoy.

-No digas eso - me aprieta con más fuerza contra él - La primera vez que te vi sonreír, creí que era una de las cosas más hermosas que había visto. Me propuse ver esa sonrisa cada día, hacerte reír cada vez que te viera.

-Adam...

-Gi, no quiero que te vayas. - me dice - Pero quiero lo mejor para ti, que te cures. Quiero verte feliz.

-Yo soy feliz aquí, contigo... - le digo.

-Pero no dejas de hacerte daño, necesitas que te ayuden con eso - sé que tiene razón pero me niego a aceptarlo. Yo me voy a quedar aquí, con él, con mi hermano y con la vida que he construido aquí.

Mi madre nos interrumpe cuando entra en la habitación haciendo resonar sus tacones. Adam se levanta de la cama y me coge de las manos.

-Os dejo a solas - me dice - Todo saldrá bien, te lo prometo.

Le doy un beso en los labios. Cuando promete algo lo cumple, pero esto no está en sus manos. Adam abandona la habitación despidiéndose de mi madre y ella se acerca a mí y se sienta a mi lado.

Thin skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora