"-Hola - No le contesto. - Oye, tú no hablas mucho, ¿no? - dice con una sonrisa pícara en el rostro. El placentero olor a canela me envuelve de nuevo.
- No, no suelo hablar mucho y eso es algo que deberías aprender de mí a partir de ahora. Que compartamos taquilla no significa que seamos amigos, no los quiero. - giro la cara.
- Vale. - dice aún con esa sonrisa a la vez que frunce el ceño. Por suerte ya es nuestro turno. Dejo que hable él. - Somos de último año, venimos a por las llaves de la taquilla 115.- Le damos nuestros nombres a la chica de gafas y nos da un juego de dos llaves.
-Perfecto, ya me puedo ir. - digo para mí misma mirando la llave de manera satisfactoria y vuelvo a coger el camino hacia los pasillos.
-¡Eh!- siento a Adam detrás de mí pero evidentemente no le hago caso. He acabado con él, ya tengo mi llave. - ¡Eh! ¡EH! Te estoy hablando. - corre detrás de mí hasta ponerse a mi lado.
- ¿Pero qué quieres ahora?, ya tenemos cada uno nuestra llave.- digo poniéndome seria y reprimiendo la risa al verlo correr hacia mí.
- Soy nuevo, ¿recuerdas? No sé dónde encontrar lo que abre esto. - dice mientras sujeta su llave a la altura de mis ojos. - ¿Me puedes ayudar a buscarla?
- Ni hablar, búscate la vida. - digo.
- Prometo que después de esto no tendrás que volver a hablar conmigo. - Es una oferta tentadora. ¿Pero qué digo? Más que tentadora. Parece que me libraré del nuevo mucho antes de lo esperado.
- Está bien, pero guarda distancias entre nosotros, que corra el aire quiero decir. No quiero manchar mi reputación de solitaria."
- Por favor, no estés triste el último día que vamos a pasar juntos. - dice Adam interrumpiendo mis recuerdos.
-¿Sabes que lo que acabas de decir es muy irónico? - Intento sonreír - Solo estaba pensando.
-¿En qué?
-Recordaba nuestra aventura con la taquilla. - remuevo mi cappuccino en el sentido de las agujas del reloj. La espuma de color caramelo se mezcla con la blanca de la leche creando unos dibujos que me recuerdan al invierno en Irlanda. El humo caliente que sale de la taza se mezcla con el ambiente de la cafetería. Adam ha aparcado en frente de ella hace unos diez minutos para desayunar.
- No es uno de nuestros mejores recuerdos. - sonríe mientras le da un sorbo a su café solo con mucho azúcar.
-Yo creo que sí, empecé a descubrirte. -Vuelve a dejar reposar la pequeña taza sobre la mesa y me coge de la mano, siento el calor de su piel en contraste de la mía, siempre tengo las manos frías.
Cuando nos acabamos el desayuno caminamos por las frías calles revestidas de adornos navideños. No hay casi nadie en la calle a estas horas.
- ¿Qué te apetece hacer? - me pregunta Adam pasando su brazo por encima de mis hombros.
- Se supone que deberíamos hacer cosas súper divertidas y especiales pero solo me apetece dormirme abrazada a tu lado. - le digo sin filtrar las palabras. Sonríe. Me coge de la mano y me lleva hasta la moto. No pregunto a donde me lleva porque creo que ya lo sé, además, así podré abrazarle un rato más sobre la moto.
Después de un buen rato de viaje empiezo a conocer el camino hasta que finalmente acabamos en la casa. La que ha sido nuestro hogar estos últimos meses.
-Vamos. - me dice Adam con una sonrisa en el rostro. Su sonrisa. Qué bonita. ¿Volveré a verla después de hoy?
Llegamos al porche de madera, donde empezamos a conocernos aquella primera vez que vinimos aquí. Ahora es uno de esos momentos en los que desearías que alguien hubiera inventado una máquina del tiempo para volver a aquellos días.
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Thin skin
Teen FictionCuando tienes la piel más fina que los demás todo te afecta de manera diferente, todo es mucho más duro y doloroso. Georgia es esa clase de persona de piel fina y ya no confía en nadie. Quiere ser una chica solitaria, convencerse de que es fuerte, d...