Es viernes, por fin, pienso. Voy de camino al instituto en el autobús haciendo mi pesado recorrido habitual. Estoy sentada en un asiento para dos, en la parte de la ventana hay una caja no muy grande, es mía, y yo voy en el asiento de al lado procurando que no se caiga con los frenazos del apestoso transporte público. En esa caja llevo el material de dibujo y artes plásticas, ya que estoy estudiando diseño y arte y necesito todo ese material para las clases prácticas. En casa tengo una caja más pero tendré que traerla el lunes porque un solo viaje no puedo con las dos. Todo el material va a ir directo a mi taquilla, quiero decir, a nuestra taquilla.
El día después de que mi llave volara por la ventana le devolví la suya a Adam, cortando con toda relación. Fue extraño, al devolverle la llave me dijo algo que me descolocó. "Nuestra relación acaba aquí, ¿no? Algún día me explicarás cuál es tu problema con la gente. Lo prometo." Esas fueron sus palabras textuales y además, en vez de girarme e irme yo, dejándolo a él plantado y con la palabra en la boca, fue al revés. El resto de la semana se comportó como si nunca hubiésemos hablado. No hemos coincidido en la taquilla porque no tuve mi copia de la llave hasta ayer. Parece que sí que cumple sus promesas. Debería alegrarme, pero sorprendentemente echo de menos que corra detrás de mí. Espera, ¿se puede saber qué acabo de decir? ¿Echar de menos qué? No. Ha sido una confusión, lo retiro. Sigo siendo la misma.
Cuando el cerrajero me llamó ayer diciéndome que ya tenía la llave lista la fui a buscar y empaqueté todo el material en estas cajas para traer una de ellas hoy.
Al cabo de un rato ya estoy en el primer piso del instituto. Los pasillos están abarrotados de gente con mochilas colgadas a sus espaldas y libros en las manos. Los estudiantes se acumulan apoyados en las taquillas o paredes y de vez en cuando se ve a alguna que otra parejita cursi besándose por los rincones. Avanzo con decisión y la mirada al frente hasta mi taquilla y finalmente compruebo que la llave va bien. Perfecto. Cuando la taquilla se abre veo que tiene dos estanterías. Por lo que veo, Adam se ha cogido la superior. La verdad es que me da igual. Su espacio está lleno de libros y no veo nada de material de artes, habrá escogido otras asignaturas diferentes a las mías. En ese instante suena la alarma que indica el inicio de las clases, no me dará tiempo a vaciar la caja, así que la empotro con fuerza hacia dentro y cierro la puerta de la taquilla. Noto que un papel cae lentamente hacia el suelo. Se ha caído de dentro, habrá sido al cerrar la puerta con tanta fuerza. Lo recojo y veo inmediatamente que no es mío sino de Adam y no es un papel, sino una foto.
Mis ojos escanean la foto de arriba abajo, hay dos personas, obviamente una de ellas es Adam y la otra es una pequeña niña rubia de ojos azules de no más de seis o siete años. Están sentados en lo que parece una cama de sábanas blancas. Adam está estirado y la pequeña está encima de él y éste la está cogiendo con mucha delicadeza. Los dos tienen una enorme sonrisa, parece que están riendo a carcajadas y realmente parecen muy felices. Siento como se me encoje el estómago, es una estampa tan feliz que incluso duele. ¿Quién será la pequeña? ¿Su hermana? Como ya he cerrado la taquilla decido guardar la foto entre el libro de Literatura y bajar a clase, ya la devolvería a su sitio más tarde.
Cuando miro el reloj de la pared quedan cinco minutos de la última clase y la primera semana del curso habrá concluido. Mi cabeza hace un repaso de ella: Llegué al instituto, tengo que compartir taquilla con el nuevo, tiré la llave por la ventana y tuve que hacer una copia y... ¿ya está? Se me ha hecho mucho más larga. Ah ya... se me olvidaba lo más importante, las voces han vuelto.
Cuando la clase concluye salgo por la puerta en dirección a la salida con Andy a mi lado. Huele a canela. Cuando levanto la vista veo que Adam está delante de mí junto a sus nuevos amigos que ha hecho durante esta semana. No digo nada y lo observo disimuladamente mientras salimos hacia afuera. Una vez allí él ya me lleva unos diez metros de ventaja, veo que se acerca a una moto y del compartimento trasero saca un casco. ¿Tiene moto? No le pega. Se despide de sus amigos y se lo pone, un minuto más tarde la moto ya ha desaparecido por la esquina. Qué chico tan raro y ¿por qué he seguido sus movimientos? Agh.
En cuanto llego a casa estoy tan cansada y débil que me pongo el pijama, unos calcetines calentitos y cojo la manta para irme al sofá a ver "The Big Bang Theory" en la televisión. Sin querer me quedo dormida durante toda la tarde y me despierta un ruido. Es la cerradura, Nathan acaba de llegar. Sin embargo oigo el sonido de una bolsa y más pasos de lo normal. Me pongo en pie y escucho una familiar voz - ¿Gi? ¿Qué haces? ¿Estás aquí?- Me alivia reconocer la voz de mi rubio hermano, pero ¿qué eran esos ruidos de más?
-Estoy aquí- digo doblando la manta y dejándola en el sofá. Me dirijo hasta Nathan y veo que tiene compañía. Por lo que parece este año seguirá siendo igual. Louis y Zack están con él con bolsas de comida china en las manos.
- Hola renacuaja - me saluda Louis revolviéndome el pelo con su mano libre y entra en la cocina para dejar las bolsas.
- Hola, venimos a robarte la intimidad como cada viernes. - dice Zack con una sonrisa tímida en su rostro mientras me peina el pelo que ha revuelto Louis. Como él, entra en la cocina y descarga las bolsas. Es increíble la confianza que me han cogido estos dos personajes en un solo año. Aunque forma parte de su forma de ser, supongo.
- Te he enviado un mensaje diciéndote que vendríamos, no sé si lo habrás visto. - dice Nathan.
Ni me he dado cuenta, estaba profundamente dormida, lo necesitaba. Con tanta pesadilla últimamente no duermo mucho y estoy que me caigo. Louis y Zack son compañeros de clase de Nathan y antes venían cada viernes a tocar las narices a casa, ya que ellos viven con sus respectivos padres y aquí pueden hacer lo que quieran. La verdad es que no me molestan, son tan divertidos que contagian felicidad, incluso a mí. Por raro que parezca son de las pocas personas que me caen bien, pero como de costumbre no les muestro ese afecto, me lo quedo para mí.

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Thin skin
Teen FictionCuando tienes la piel más fina que los demás todo te afecta de manera diferente, todo es mucho más duro y doloroso. Georgia es esa clase de persona de piel fina y ya no confía en nadie. Quiere ser una chica solitaria, convencerse de que es fuerte, d...