- Tiene leucemia. Guardo la foto des de aquel día, creo que la tengo por algún sitio de casa, ahora no estoy seguro. - dice él rascándose la cabeza. Mis ojos están a punto de dejar caer alguna que otra lágrima, pero intento disimular. No puedo llorar delante de nadie, está prohibido. La foto que cayó el otro día de la taquilla... ahora no estoy muy segura si la devolví a su sitio. Decido no decir nada de momento.
- Por aquellos días yo trabajaba en una panadería y cada noche que podía, me acercaba al hospital a llevarle las pastas y dulces que habían sobrado, como recompensa después de la quimioterapia. Había días que estaba realmente mal y me partía el corazón. - Adam está mirando un punto fijo en el infinito. - Dicen que todos tenemos un ángel que nos salva de nosotros mismos y Lucy me salvó a mí. Mi cambio no fue repentino, mientras vivía allí seguí siendo el mismo. No podía dejar de ser lo que era, ¿entiendes? Pero cuando mi madre me dijo que nos mudábamos de Cheshire a Birmingham, decidí empezar de nuevo y ser la persona que Lucy descubrió en mí. Cambiar.
- Como Birmingham está a una hora bien larga de Cheshire puedo visitarla unas cuantas veces al mes y aprovecho las visitas al máximo. He llegado tarde por ese motivo. - tengo la vista empañada.
- Adam eso... eso que haces por ella es muy bonito. - se me quiebra la voz y me maldigo a mí misma por la debilidad que estoy mostrando hoy.
- Su madre no para de trabajar para tratar de conseguir el dinero suficiente y llevarla a un hospital cualificado. En Cheshire los recursos son muy limitados y la quieren llevar a Boston, dicen que allí la curarán pero no hay dinero. - noto la tristeza en su voz y en sus preciosos ojos verdes. Realmente lo que hace Adam por esa niña no tiene nombre, es increíble.
- Lo siento, Adam. - no se me ocurre nada. Estoy aterrorizada porque no sé qué decir. - ¿Por qué me lo has explicado? No nos conocemos tanto.
- Quería hacerlo. - me mira y me sonríe. Yo asiento con la cabeza y en ese instante sentimos el débil sonido de una sirena que me devuelve a la realidad: el cambio de clase ha llegado.
- Tenemos que volver... - digo. Nos levantamos, cargamos nuestras mochilas al hombro y empezamos a caminar rápido. - Como no nos demos prisa nos volverán a dejar fuera. - cruzamos miradas y echamos a correr hacia la puerta.
Noto la mochila botando en mi espalda mientras corro. No estoy segura si ahora le debo otra a Adam, por explicarme eso. Nadie se abre de esa manera a una persona prácticamente desconocida, bueno, quizá no tan desconocida. Pero yo me he portado muy mal con él.
Adam y yo nos paramos jadeando una vez dentro del instituto. La gente está cambiando de aula y los pasillos están abarrotados.
-¡Gi! - siento a Andy decir a lo lejos mientras se acerca a nosotros. -¿Por qué has falta...? - mira a Adam y después a mí, a Adam y otra vez a mí, sigue moviendo la cabeza en ese sentido un par de veces más hasta que intervengo.
-¿Quieres parar de hacer eso? - le echo una mirada cómplice.
- Eh... sí. Esto, te has perdido la clase de iniciación al proyecto de investigación final y no te va a gustar lo que te voy a decir. - mira a Adam una vez más - O quizá sí, ¡no lo sé! - la noto muy confusa y eso me hace gracia. - Os han puesto juntos.
Suspiro. Al final ninguna de mis teorías tenía razón. Miro a Adam. - Bueno, ya nos lo esperábamos, era predecible. - Adam asiente.
-¿El lunes hablamos con el profesor para que nos dé la información que nos hemos perdido? -me pregunta Adam y asiento. - Vale, pues me voy. Adiós.
Adam se aleja y Andy me mira con una mirada penetrante. Quiere que se lo explique todo, lo sé. - ¿Se puede saber por qué no has dicho que haríamos juntas el proyecto? - decido decirle.
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Thin skin
Teen FictionCuando tienes la piel más fina que los demás todo te afecta de manera diferente, todo es mucho más duro y doloroso. Georgia es esa clase de persona de piel fina y ya no confía en nadie. Quiere ser una chica solitaria, convencerse de que es fuerte, d...