Capítulo 34.

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Cuando llegué a Birmingham hace un año estaba tan sumergida en la oscuridad que apenas salía de casa, de hecho ahora es cuando empiezo a salir, es por eso por lo que no conozco casi nada de aquí. Es como caminar por una ciudad donde nunca he estado a pesar de haber vivido en ella casi dos años. Adam ha dejado el coche en el aparcamiento y ahora ambos caminamos con las manos en los bolsillos, resguardadas del frío, hasta el gran supermercado que hay a tan solo unos pasos. Estoy acostumbrada a los supermercados de Mullingar en los que con suerte había más de cinco pasillos, pero este es enorme.

-Aquí hay de todo, ya verás. - me dice mientras atravesamos las puertas de cristal hasta el interior.

La gente se acumula en las cajas con carros llenos de cosas, la mayoría parecen cosas para navidad. Oh, navidad. De pequeña siempre me había gustado esa época. ¿He dicho gustado? Pues se queda corto, me encantaba y no exagero, me pasaba todo el año esperando a que llegase mientras que mis compañeras preferían esperar al verano, el sol y la playa.

Noto como la mirada de Adam está clavada en mí y veo como sonríe. Levanto las cejas en señal de pregunta pero solo niega con la cabeza mientras ríe ¿qué pasa? Aparto eso de mi cabeza y sigo a Adam hasta la zona donde están las cestas y carritos.

-Quiero llevarlo yo. - le digo. Siempre he querido llevar un carro de la compra, de verdad.

- No, quiero llevarlo yo. - responde para mi sorpresa. Le protesto y suplico, incluso le pongo ojos de cachorro abandonado pero Adam sigue en sus trece, empeñado en llevar el carro él.

-Vale pues cogeré otro yo. - concluyo. Y así lo hago, cojo mi propio carro y entramos cada uno empujando el suyo. Vemos varias indicaciones y cogemos el camino hasta la planta llamada "home".

-No era necesario un segundo carro, parece que vayamos a arrasar con el supermercado. - me dice Adam.

- Si me hubieses dejado llevar el tuyo desde un principio no habría problema. - digo con suficiencia. Parecemos niños pequeños. Adam me quita el gorro de la cabeza y lo sujeta en alto donde no puedo alcanzarlo. Levanto las cejas y me cruzo de brazos. - No te esfuerces. No soy la típica que finge que le molesta que le quiten el gorro e intenta recuperarlo, haz lo que quieras con él.

- Me lo imaginaba. Pues no te importará que lo lleve un rato... menos mal que no es rosa. - dice mientras se lo pone en la cabeza, le queda bien. Río y pongo los ojos en blanco.

Cuando llegamos a la planta llamada "home" me quedo totalmente perpleja. Aquí hay todo lo que te puedas imaginar para una casa. Desde alfombras y cortinas hasta columpios para el jardín y aunque pensábamos que no necesitaríamos un segundo carrito nos equivocábamos, porque al cabo de un rato ya nos hemos recorrido los grandes pasillos y llevamos los dos carros hasta arriba de cosas, la mayoría inútiles, todo hay que decirlo. Adam me convence para coger un árbol de navidad y otras cosas para decorar la casa por estas fechas.

Cuando doblamos la esquina de uno de los últimos pasillos Adam empieza a reír de manera descomunal, confundida sigo la dirección de su mirada que apunta directamente a un escenario lleno de nomos y enanitos de jardín situado al final del pasillo. Bajo mi punto de vista son ridículos pero, aparte, lo que hace que estalle en carcajadas es ver a Adam reír de esa manera. Su sonrisa, sus hoyuelos y sus ojos llenos de lágrimas por la risa es lo que hace que yo sonría.

-Vamos. - me dice Adam aún entre risas y echa a correr con el carrito hasta el escenario, inmediatamente hago lo mismo hasta que los alcanzamos. - ¡Fíjate! Ese se parece a ti. - dice riendo y señalando a un nomo (o noma) de jardín con el pelo rubio.

-Vete a la mierda Brown. ¿Ves ese de ahí? Tus rizos son clavados, empiezo a dudar de que hayan utilizado tu cabeza como molde. - le digo molesta. Clava sus ojos en los míos pero somos incapaces de aguantar la risa y volvemos a reír.

Thin skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora