Capítulo 37.

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Cojo el primer autobús que encuentro y me deja al pie de la montaña. Al cabo de media hora ya la he subido por el pequeño camino de escaleras y me encuentro con la bonita casa delante de mí, a pesar de haber venido escasas veces el camino es muy fácil y lo tengo grabado en la memoria. Piso el porche y llamo a la puerta, después de unos segundos oigo como unos pasos se aproximan y finalmente un chico de ojos verdes y pelo rizado me abre la puerta. Entro y paso por su lado sin saludar chocando mi hombro con violencia contra el suyo.

-¿Qué te pasa? - me dice después de cerrar la puerta. Observo que la casa está decorada con muchas de las cosas de navidad que compramos juntos y las bolsas de la compra de la comida no están, por lo que supongo que lo habrá estado guardando todo en la cocina.

- ¿Me preguntas que qué me pasa? Llevo todo un día sin tener noticias tuyas después de que salieras como una bala hasta Cheshire, en moto y con Lucy "mal". ¿Qué es "mal", Adam? ¿Qué le pasa y por qué no me has dicho nada? - digo furiosa. No sabía ni yo que estaba tan enfadada con él, pero lo estoy, y mucho. Adam se rasca el cuello.

- Es largo, vamos a sentarnos. - dice señalando el cómodo sofá de piel. La chimenea está encendida y Adam hace un par de cafés calientes, se sienta a mi lado y me pasa una taza. El olor me hipnotiza y la barriga me ruge, adoro el café.

- A Lucy le dio una bajada de defensas y estuvo toda la noche inconsciente, debatiendo entre quedarse en este mundo o no. Por suerte ya está mejor. - me dice Adam serio, creo que no le había visto así nunca. - No me acordé de llamarte y entiendo que estés enfadada.

- No me atreví a decirle a Martha, su madre, que estábamos intentando conseguir dinero. No quiero darle falsas esperanzas. - sigue Adam después de un largo silencio. - Tenemos que conseguirlo Gi.

- ¿Estás bien? - digo al fin con el estómago encogido, sus ojos hablan por él.

- Me he pasado toda la noche pensando que se iba. Es como mi hermana pequeña. - le doy un trago a mi café y lo dejo sobre la pequeña mesa que está frente al sofá. A pesar de todo no puedo estar enfadada con él, simplemente no puedo. Me acerco y le acaricio el cuello, él me rodea con su brazo y me da un pequeño beso en la mejilla para poner su cabeza sobre mi hombro. Siento que mis manos y mis piernas tiemblan de tenerle tan cerca, me da la sensación de que voy a vomitar las mariposas que hay en mi estómago de lo fuertes que las siento.

- Conseguiremos dinero. - es lo único que consigo decir. Adam levanta la cabeza.

- Lo siento, por no haberte llamado. - niego con la cabeza dándole a entender que no importa aunque lo haya pasado mal. Ahora me gustaría preguntarle si me quiere de verdad pero creo que no es el momento adecuado.

- Has decorado la casa sin mí. - le digo mirando la decoración.

- Necesitaba hacer algo mientras te esperaba. Pero aún falta el árbol - dice con una pequeña sonrisa. Se acaba su café de un trago y me coge de la mano sacándome del sofá. - Vamos.

Adam pone el gran árbol que compramos en el vestíbulo y al cabo de unos minutos aparece con una gran caja entre sus brazos, la cual deja caer en el suelo frente a mí. La abrimos y observo que está llena de bolas, estrellas, renos y todo tipo de adornos rojos, dorados y plateados que compramos la otra tarde. Adam me mira con sus ojos verdes y con una sonrisa en la cara coge una de las relucientes bolas, se la pasa de una mano a la otra y me la tira para que la alcance. Consigo cogerla con un gesto rápido al vuelo, por suerte.

- ¿Haces tú los honores? - pregunta divertido. Dejo escapar una risa y cuelgo la bola rojiza en una de las ramas del árbol.

Adam coloca la siguiente y poco a poco vamos decorando el árbol, de vez en cuando Adam me coge por la cintura, me acaricia el pelo, roza su mano con la mía o me da algún que otro beso en la frente. Por culpa de todo eso los adornos que sostengo entre mis manos caen al suelo en más de una ocasión y Adam se ríe de mí mientras me pongo roja y los recojo.

-Le hablé de ti a Lucy. - me dice Adam.

-¿Qué? ¿Qué le has explicado? - digo un poco preocupada mientras pienso en si le habré caído bien y coloco una estrella dorada en una rama del árbol.

- Le dije que había conocido a una chica increíble - dice mientras acaba de colocar un reno plateado en una de las pocas zonas del árbol que quedan libres. Me mira y se acerca a mí con pasos lentos. - Una chica que a pesar de su genio tiene un corazón de oro. - Sigue acercándose a mí y me coge la mano para acercarme a él y darme un ligero beso en los labios que le devuelvo. La electricidad recorre mis venas y pongo mis manos en sus caderas. Un fugaz pensamiento pasa por mi cabeza "¿esto es real o solo estás fingiendo Adam?". Nos separamos y miro al suelo.

- Eh, le has gustado, dice que le gustaría conocerte - dice mientras levanta mi barbilla con su dedo índice, sonrío débilmente.

-No tengo genio. - digo molesta mientras le pego con el puño en su brazo y pone los ojos en blanco.

Me explica lo que le dijeron los médicos y lo que estuvo haciendo ayer en el hospital hasta que nos damos cuenta de que el árbol está perfectamente decorado, solo falta la estrella en la punta. Adam me la da pero como no soy suficientemente alta me coge por la cintura y me sube hasta que dejo la estrella en su sitio. Al bajarme Adam me suelta en el aire y me da la vuelta, dejándome subida encima suyo con mis piernas rodeándole la cintura, mis brazos en sus hombros y nuestros labios a un centímetro. Me besa. Noto su dulce aroma y el delicioso sabor de sus labios. Cuando nos separamos no puedo reprimir una sensación de tristeza, "le pedí que averiguase qué te pasaba y aceptó", las palabras de Nathan retumban en mis oídos.

- ¿Estás bien? - allá va. Tengo que preguntárselo.

- Tengo que preguntarte algo. - le guio hasta el salón y nos sentamos en el sofá, prefiero preguntárselo sentados y no de pie, no sé por qué. Dudo sobre si preguntárselo o pasar del tema pero las palabras se escapan de mi boca antes de que pueda arrepentirme. - Nathan me explicó que hizo un trato contigo, en el que ya sabes, intentarías averiguar lo que me pasa. - Hago una pausa y me muerdo la mejilla. - ¿Adam, me quieres? ¿O todo esto es una farsa?

Adam me mira con incredulidad, como si estuviese decepcionado.

-¿Crees que soy capaz de mentirte de esa manera? - me dice - ¿Crees que te haría creer que te quiero solo para averiguar cosas sobre ti? Gi mírame a los ojos. Te quiero.

- ¿Por qué? ¿Por qué yo? - le pregunto. Nunca me he explicado por qué se fijó en mí y no en alguna rubia estúpida de su pandilla. Solo soy una marginada con mal genio.

- El primer día que te vi lo primero en lo que me fijé fue en la manera la cual tratabas a todo el mundo y que a pesar de eso ellos no te recriminaban nada. Quise saber por qué, tenía curiosidad por ti. Después de compartir taquilla contigo y verte cada día lo comprendí: tus ojos hablan por ti Gi. Hay algo en el fondo de ellos que oculta algo y eso aumentó mis ganas de saber cosas de ti.

- ¿Te acercaste a mí por curiosidad? - no sé si lo está arreglando.

- Sí. Pero a medida que te conocí supe que no eras como querías aparentar. Simplemente me gustabas, me gustaba esa Gi, pero ahora... ahora sé que te quiero, te quiero de verdad. - Adam me coge de las manos delicadamente. - Necesito que me creas. Hicimos un pacto, nada de mentiras y lo estoy cumpliendo.

Algo me golpea con tanta fuerza que pierdo el sentido. Adam no me está mintiendo, no me oculta nada, pero yo sí. No soy la chica que él cree y ahora sé que tiene derecho a saber quién soy en realidad. Necesito sacar esto de mí y no puedo seguir ocultándole cosas a Adam, se acabó. Esto no estaba en mis planes pero solo sé que Adam merece saberlo. Merece saber mi enfermedad. Una lágrima resbala por mi mejilla y me la limpio rápidamente.

-Te creo. - le digo con una sonrisa amarga, Adam sonríe conmigo pero se da cuenta de que algo no va bien. Frunce el ceño pero antes de que pueda decir nada empiezo a hablar. Por fin estas palabras saldrán de mi boca. - Lo siento Adam porque no sé si te has enamorado de la persona que crees que soy.

- ¿Qué dices Gi? - me pregunta mientras sostiene mis manos.

- Creo que mereces saber quién soy y lo que me pasa. Si después de lo que te voy a explicar decides apartarte de mí lo comprenderé, ¿entiendes? - No. No lo comprenderé, me dolerá demasiado pero no tengo opción. Adam asiente confuso.


Thin skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora