Capítulo 33.

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Cuando me despierto son las once de la mañana. Siento que la cabeza me da vueltas e inmediatamente los recuerdos de ayer me vienen a la memoria haciendo que se dibuje en mi cara una sonrisa. Vaya, Adam ha conseguido que sonría de buena mañana. Después del viaje en moto me dejo en la puerta, se guardó el casco en el compartimento y me dijo que esta tarde vendría a recogerme de nuevo.

No entiendo lo que está pasando entre nosotros pero no me importa, me gusta tenerle a mi lado. Miro pensativa el techo blanco de mi habitación mientras escucho como cae la lluvia. En esta temporada del año se pasa la mayoría de días lloviendo, aunque me gusta. Prefiero tiritar a sudar, sinceramente, aunque va a gustos.

Aparto las blancas sábanas y salgo de la cama, me acerco a la pared donde tengo colgado el calendario y tacho la fecha de hoy. Domingo, 17 de noviembre. Ya estamos más cerca de Navidad y de volver a Irlanda. La idea no me hace ni pizca de gracia, suspiro. Solo serán cuatro días Gi, repito en mi cabeza. Aparezco por la cocina y me encuentro a Nathan mirando la tele y a Lucas leyendo el periódico, levantan la vista y los dos sonríen.

-¡No has tenido pesadillas! - dice Nathan y se levanta para bailar conmigo, río por su estupidez y le empujo obligándole a sentarse de nuevo.

-Buenos días a ti también Nathan. - digo y le dedico media sonrisa a Lucas mientras me dirijo a la despensa.

- Y se la ve más feliz. ¿Y este cambio tan repentino? - dice Lucas y yo me encojo de hombros. Caliento agua y un poco de leche y me preparo un té para desayunar. - Por cierto, tengo algo que puede interesarte.

- ¿Ah, sí? - digo con el ceño fruncido mientras me siento en frente de Lucas y Nathan, que se come sus cereales.

- ¿Sigues buscando gente para los fondos de la leucemia? - me dice con una sonrisa. Abro los ojos al máximo.

- Sí, oh dios Lucas, ¿alguien nos va a dar los fondos? - no puedo creer que Lucas lo haya conseguido.

- No del todo, hablé con mi padre y me dijo que alrededor de finales de este mes habrían diferentes conferencias con gente importante que quiere donar dinero, ya sabes, es Navidad y la gente se pone tierna con estas cosas. - Lucas cierra el periódico y moja una madalena en la leche. Estoy realmente asombrada, los contactos de su padre son increíbles, me pregunto qué tipo de pez gordo debe ser.

- Tienes que explicármelo todo, si conseguimos esos fondos sería increíble. -digo totalmente en shock. Sinceramente pensaba que lo de los fondos económicos sería muy complicado y que acabaríamos sin nada, no me esperaba encontrar a nadie dispuesto a donar dinero a dos adolescentes de 17 años.

- Bueno... Hay un inconveniente. - Lucas fija su mirada en mí. - Las conferencias son en Londres.

¿Londres? ¿Cómo se supone que voy a pagarme un viaje hasta Londres incluyendo el hotel? Mis esperanzas se van desvaneciendo por momentos. Dirijo la mirada a Nathan que nos mira incrédulo.

-No sé de lo que habláis, sinceramente, pero si hay que gastar dinero... Lo siento Gi. - me dice al intuir mi mirada.

- Lo sé. No pensaba pedírtelo. - suspiro y le pego el primer sorbo a mi calentito té con leche. Noto a Lucas pensativo hasta que abre la boca.

- Lo intentaré con mi padre. ¿Vale? - me dice.

- No... No Lucas, no te voy a dejar. Este trabajo no es asunto tuyo, tu familia no puede pagarme un viaje a mí y a Adam a Londres cuando el trabajo no es tuyo, esto no tiene ningún beneficio para ti. - este chico está loco. ¿De verdad quiere pagárnoslo?

- ¿Adam también...va?

- Eh... claro, hacemos el trabajo juntos. Pero no, no vamos a ir porque no nos vas a pagar nada, ya has hecho demasiado por mí.

- No importa. A mi padre le sobra el dinero, solo le falta usar los billetes como papel de váter. Que los gaste en una buena causa, no le pasará nada. - me dice con una leve sonrisa.

- Lucas, no me siento bien dejando que hagas esto por mí, es que... es que no me debes nada. - Una persona normal no haría esto por nadie, es extraño. Nathan nos mira comiendo sus cereales como si estuviera viendo una película en el cine con palomitas en mano.

-Se acabó la discusión, lo haré y no puedes impedírmelo. - me dice Lucas convencido y ríe mientras se levanta de la mesa y lleva su taza al fregadero. Suspiro.

- Bueno, pues mu-muchas gracias... Te lo compensaré. - Lucas deja escapar un suspiro y pone los ojos en blanco mientras sale de la cocina.

- Tú y tu manía de compensar a todo el mundo, hermanita. - me dice Nathan rebañando los últimos cereales dorados que quedan en su taza. - Ahora, ¿me explicas de qué va esto?

Le explico a Nathan lo del proyecto, la idea de recaudar fondos y que ésta tarde no estaré en casa por "temas del trabajo". Después de eso me acabo el té y me retiro a la habitación para empezar a estudiar, los exámenes están a la vuelta de la esquina y necesito sacar buenas notas. A pesar de mis mil y un intentos de concentrarme, la mente se me desvía automáticamente hasta un solo nombre: Adam. No paro de pensar en lo que pasará esta tarde y los nervios me corroen por dentro. Por otra parte esta Lucas, ¿por qué se empeña tanto en ayudarme? Es como si me debiese algo e intentase pagármelo con favores. No sé lo que pasará por su cabeza pero me está ayudando mucho y me inquieta. Oh, vamos, aprovecha la situación. Solo está siendo amable y a ti te hace un favor. Digo para mí misma.

Pasan las horas del día y sigo encerrada en mi propia mente mientras remuevo el arroz y apago el fuego. Sí, hoy me ha tocado hacer la comida a mí. Últimamente no he vomitado nada ya que empecé a vomitar sangre. Me preocupa llegar a tener una úlcera en el estómago y que me tengan que operar. Lo leí por internet en una de mis múltiples visitas para conseguir consejo y eso es algo que se me quedó grabado en la mente. He llegado a la obvia conclusión de que si no como no tengo porqué vomitar así que me limito a no comer, aunque con Nathan en casa los fines de semana es complicado y tengo que aguantar con el sentimiento de culpa. Dejo escapar un suspiro y llamo a Nathan y Lucas para comer. Después de una conversación sobre música (que se ha convertido en el tema de cada día a comentar) y chorradas varias acabamos y decido empezar a arreglarme. Nunca se me ha dado bien esto de escoger la camiseta adecuada, ni aplicar el maquillaje correcto, ni hacer maravillas con mi pelo, así que hago lo que puedo con mi imagen.

Estoy acabando de hacer el lazo con los cordones de mis converse cuando el móvil vibra e inmediatamente sé que Adam está abajo esperándome. Los nervios vuelven a aflorar en mi estómago pero cojo mi cazadora, la bufanda, un gorro de lana y salgo después de despedirme de los dos hombres de la casa. Cuando salgo a la calle el frío hibernal me atiza en la cara violentamente y me siento agradecida de haberme abrigado lo suficiente. Recorro la calle con la mirada en busca de la moto de Adam pero lo único que encuentro es un coche negro. Espera. ¿Adam va dentro de ese coche? Efectivamente mis sospechas se aclaran cuando hace sonar el claxon. Corro hasta el coche extrañada y entro, dejando el frío atrás.

-¿Coche? - le pregunto.

- Hola a ti también. - me dice riendo y libero una sonrisa tímida. Adam arranca el coche - Es de mi madre.

- ¿Y por qué coges el coche de tu madre? ¿Dónde vamos? - pensaba que iríamos a la casa pero parece que me equivocaba.

- Si queremos darle vida la casa primero habrá que comprar algunas cosas ¿no crees? - asiento indecisa.- Nos vamos de compras. - me dice Adam mientras pisa el acelerador con ganas. - ¿Sabes? Te quedan muy bien los gorros.

-Gracias. - digo avergonzada.


Thin skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora