Día 1

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POV ANASTASIA

El día esta hermoso. El sol que nos alumbra, es grande y nos hace sentir vivo. Mi padre está a mi lado y en sus pies está sentado mi único compañero que me espera todas las noches cuando llego de la escuela. Se trata de albino, un labrador blanco que es muy buen compañero.

Adora a los niños y de vez en cuando lo he llevado a la escuela. Adora a los niños tanto o más que yo. Les tiene mucha paciencia y cuando le tiran las orejas o lo pisan, no se quejan, ni mucho menos los muerde. Solo se sacude y se va a otro lado.

Lo acaricio y el me responde moviendo su colita. Lo acaricio completamente y cuando llego a su panza se cae y me la muestra. Lo adoro.

-muy bien pequeño, por unos días te quedaras con tu abuelo. No le hagas pasar malos ratos y ayúdale en todo lo que pueda- le digo.

 No le hagas pasar malos ratos y ayúdale en todo lo que pueda- le digo

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-Ana estará bien. Estaremos bien. Lo que agradezco es que no tuvieras un gato, ya que no sabría qué hacer con el- me dice mi padre sonriendo.

-gracias por cuidarlo y gracias por mi viaje. Lo disfrutare y le sacare mucho provecho- le digo sonriendo.

-sube de una vez o te dejaran abajo- dice serio. Me lanzo a sus brazos y el me recibe gustoso. Lo aprieto fuerte y luego lo suelto. Tomo mi bolso y subo a la pasarela. Al llegar a la sima me doy la vuelta y me despido con la mano de mi padre.

El crucero se pone en marcha y al momento en que comienzo a buscar mi habitación choco con alguien. Dios santo, es grande y musculoso. Termino en el suelo. El hombre con el que choque es muy guapo pero me está mirando muy feo. Sus ojos color gris me están fulminando con la mirada y me mira con odio.

-será estúpida. ¿Cómo no se da cuenta por donde va? ¿Acaso no tienes ojos o no los usa? He conocido a gente incompetente pero usted los supera por kilómetros- me gruñe. Levanto una ceja y lo miro con la boca abierta.

-menudo idiota que es usted. Estaba buscando mi cuarto y mientras leía los numero de las puertas no me fije donde estaba. Pero usted tampoco me vio, o ¿acaso tiene los ojos de adorno?- le responde. Ahora el que queda asombrado es el.

-cuide su vocabulario- dice enojado.

-no le he dicho nada de lo que no es y se lo he dicho con mucho respeto, de la misma manera en que usted me lo dijo- respondo enojada.

-sabe qué. Es mejor que regrese a mi cuarto. La idea de compartir pasillo con usted me desagrada. Si me disculpa tengo mejores cosas que hacer- dice molesto.

-no lo dudo. La amargura que carga solo con años de práctica llegaría a ese punto- le digo. Me levanto con cuidado. El golpe aun me duele pero no diré nada.

-no me falte el respeto. Yo no la conozco para que me hable de esa manera- me gruñe.

-yo tampoco lo conozco pero es usted fue quien empezó a comportarse como un idiota conmigo. Por último, si fuera o tuviera un poco amabilidad corriendo por sus venas me hubiera ayudado a levantarme de suelo pero no. Usted lo único que hizo es desahogar su furia conmigo- le digo. Coloco mi bolso en su lugar y recojo mi maleta.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora