POV ANASTASIA
-háblame de lo que te gusta hacer. Ser el dueño de una empresa tan grande debe de ser muy estresante, así que debo suponer que tienes alguna distracción- digo y sonrió al ver su cara de asombro por mi atrevimiento.
-bueno... es cierto que tengo una empresa grande y como ya te dije anteriormente son más de 40.000 familias las que dependen de mí. Es realmente estresante pero hago unos viajes en barco solo y también deporte todos los días- frunzo el ceño. Un rayo ilumina la entrada de cueva.
-¿qué tipo de deporte?- pregunto mientras me acomodo un poco mejor en duro suelo.
-generalmente hago basquetbol y un poco tenis. También se jugar golf y le saco provecho ya que a la mayoría de los socios adultos le gustan y además de poder pasar un buen tiempo me sirve para hacer negocios. Es una jugada inteligente. Nada más- dice mirando hacia la entrada.
-ya veo. Todo lo que haces tiene una consecuencia-
-si lo vemos de esa manera estas en lo correcto. Ahora cuéntame de ti- frunzo el ceño.
-no hay mucho. Solo soy una profesora que trabaja en una escuela pública, que el estado la considera mediocre y por eso nos manda una porquería de dinero. Vivo en un departamento pequeño pero hogareño ubicado a tres cuadras de la escuela. Mi único compañero es mi perro y algunos días al mes, viene mi padre- digo levantando los hombro para restarle importancia.
-¿Y tu madre?- me tenso cuando la mencionan. Ella nos hizo mucho daño tanto a mi padre como a mí.
-digamos que murió hace muchos años- digo enojada.
-se nota que un tema que no te agrada y te molesta-
-es solo que sale a relucir un pasado doloroso y cruel. A veces las comodidades y el llamado dinero pueden destruir mas que ayudar- digo mientras afirmo mi cabeza en las rodillas.
-suena como que el dinero te quito algo. Es como si odiaras el dinero- dice y lo miro extrañada. ¿Puede leer mentes?
-quizás hay de eso un poco. Pero al día de hoy si me dan un poco para la escuela... estaría mas que feliz- digo sonriendo.
-lo único en lo que piensas es en esa escuela. ¿Qué tiene de especial?- dice pasando las manos por su pelo.
-fue el único lugar que me dio la oportunidad siendo una novata. Además amo a los niños y me gusta que aprendan, así ellos pueden defenderse con las armas que la sociedad impone. A veces la sociedad es tan discriminatoria que hace más daño del que piensan- digo.
-pero eso es estresante. ¿Qué sabes de la vida? ¿Cuántos años tienes? ¿20? ¿18?- dice enojado. Este hombre me está irritando a lo grande.
-¿Qué importa la edad? Lo único que me importa es que los niños que son aislados por ser hijos de personas que tienen trabajos que son vistos de mala manera por la sociedad puedan ser alguien en este mundo. Que se puedan defender y dejar callados a los que los discriminaron- digo enojada.
-pues los ladrones van a seguir siendo ladrones por el resto de su vida- dice burlándose. Me levanto de una vez y me gano lo más lejos que puedo.
-se nota que los ricos solo piensan con el dinero. Me enerva que hablan de esa manera sin conocer a las personas. Desde que te conozco las únicas tres palabras que te definen son, egocéntrico, discriminador y una gran IDIOTA- digo y me doy vuelta para ganarme en la entrada de la cueva. Es por eso que me mantengo alejada de las personas con dinero. Muy pocas son las que conocen realmente como son las personas y no las discriminan.
Un silencioso pero molestoso dolor de cabeza, comienza a nacer en mi cabeza. Me acaricio la sien, esperando que eso ayude a que baje, ya que no tengo mi maleta conmigo. Toco mi cadera y me sorprendo al ver mi bolso. Estoy tan acostumbrada a él, que muchas veces no me doy cuenta que lo llevo. Cruzo los dedos, esperando que haya unas pastillas contra el dolor de cabeza.
Siento su mirada en mi espalda pero no quiero hablar con él. Me estresa. ¿Cómo alguien con tanto dinero puede ser tan idiota?
Me rio cuando veo las cosas que hay en mi bolso. Un paquete de toallas higiénicas, una bolsita de toallas húmedas, un corta uñas, un cuaderno, unos lápices, un libro, un paquete con gomas de mascar, un estuche con medicamentos, un poco de confort, perfume, desodorante, teléfono que no tiene batería, una cuchilla y muchas bolsas organizadoras. Creo que al final de cuentas, no limpiar mi bolso, trajo buena suerte.
Abro el estuche de medicamentos y encuentro unas cuantas pastillas de ácido mefenamico, paracetamol, algo para el dolor de barriga y un instructivo pequeño de medicamentos naturistas. Este debe de haber sido mi padre, el detesta los medicamentos creados en un laboratorio, según él, los medicamentos naturistas son los mejores. Gracias a él puedo saber lo que necesito y si lo puedo encontrar en la zona.
-no me había dado cuenta que habías traído tu bolso- cierro los ojos y cuento hasta 10. No sirve de nada enojarme con él, si al fin de cuentas somos los únicos dos humanos en esta isla.
-ni yo- digo sin ganas.
-¿estás bien?- dice y cierro los ojos.
-me duele un poco la cabeza. Es solo eso- digo. Siento que algo más queda en el fondo del bolso. Son dos cosas, algo cuadrado y otro rectángulo. Me doy cuenta que están debajo del forro. Busco si hay algun agujero y cuando lo encuentro meto los dedos. Me sorprendo al ver que es una caja con fósforos y un encendedor. Esto sí que nos ayudara bastante.
-¿Por qué sonríes?- dice.
-porque dentro de todas las cosas que había en mi bolso, los fósforos y el encendedor sí que nos ayudara a pasar los días- digo sonriendo.
-eres una caja de sorpresa. No deberías quedarte en la entrada. Está entrando aire helado y podremos pender un poco de leña que encontré. Esta seca y puede darnos calor- asiento con la cabeza.
-hay que buscar unas piedras y hacer como una muralla pero en redondo. Con eso evitaremos que alguna chuspa o braza nos queme lo poco que tenemos- digo.
-de acuerdo. Buscare unas cuantas piedras y hacer una fogata- asiento. Abro otras de las cajas y me encuentro con un poco de carne congelada. Creo que lo mejor será utilizar la carne seca y dejar esta para después. Tendré que buscar la manera de hacer que lo que nos queda nos dure lo suficiente. Pero, ¿Cuánto tiempo estaremos aquí?
Cristian pone las piedras y en el centro las ramas. Hago una bola con una de las hojas de mi libreta y la coloco en el centro, la prendo con un fosforo y las llamas cobran vida. La cueva se ilumina y un poco de calor comienza a aparecer.
-recorreremos la isla y buscaremos algo que nos ayude- dice Cristian.
-pensé que no querías salir de cueva- digo. El me fulmina con la mirada.
-solo... entendí que tienes razón. No sabemos cuánto tiempo nos quedaremos aquí y buscar alimentos y un poco de agua dulce es una buena opción. Además la que hay en esas cajas no nos duraran para siempre- dice.
-como no la he abierto todas, no sé qué es lo que realmente tienen. Así que hay que investigar primero. ¿No crees?- digo mientras saco un pedaso de charqui y lo coloco cerca del fuego.
-por lo menos hemos pasado estas horas a salvo. ¿Crees que podremos sobrevivir hasta que alguien nos encuentre?-
-solo Dios lo sabe. Ha llovido todo el día, así que es mejor esperar aquí dentro y mañana salir. Esta de noche y por más que queramos buscar algo. No veremos nada- digo. Me acomodo en el suelo, cerca del fuego. Él se acomoda al frente de mí. Le tiendo un trozo de charqui y él lo acepta. Supongo que después de todo, puede que tenga algo de corazón detrás de esa coraza de color gris.
AQUI ESTA EL CAPITULO DE LA SEMANA... ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO... LAS QUIERO Y NOS LEEMOS PRONTO... BESOS...
ESTÁS LEYENDO
60 días: Cristian y Anastasia
Hayran KurguVacaciones, una palabra que no existe en el diccionario de dos personas. El, el dueño de una de las riquezas más grandes de Estados Unidos, un genio y con gran intelecto pero solitario. No ha existido mujer que pueda cautivar su corazón y ya perdió...