Día 23

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POV ANASTASIA

-no, no y no- digo mientras niego con la cabeza. No estoy de acuerdo. ¿Es que perdió la cabeza? ¿Si me llega a pasar algo? No, mi respuesta sigue siendo la misma.

-no seas terca. Conmigo no te va a pasar nada. No es la primera vez que hago algo como esto- dice y sonríe.

-no estoy muy segura. Soy yo quien terminara de culo en la arena. ¿Por qué no lo pruebas tú? Tu peso es completamente distinto al mío- digo. Ni muerta me subo a esa cosa que acaba de construir. No tengo sentimientos suicidas y quiero vivir.

-¿A qué le tienes miedo?-

-a caerme y hacerme daño. Tú eres más pesado y si te aguanta es seguro para mí- digo sonriendo. Lame su labio inferior y desvió mi mirada. No quiero que sepa que me afecta. El maldito beso que me dio hace dos días ha causado estragos en mi cabeza.

-está bien, yo me siento sin ningún problema- dice fulminándome con la mirada. Coloca sus nalgas en la improvisada hamaca y se queda quieto. La construiccio0n parece aguantar hasta que de la nada, sede ante el peso y Cristian cae sobre la arena. Me asusto cuando veo que su cabeza rebota en la arena y me gano a su lado.

-Cristian, ¿Estas bien?- digo pero no responde. Me acerco más a él, hasta el punto de quedar a unos centímetros de su boca. Veo que tórax sube y baja, en un ritmo calmado y suspiro aliviada. Por lo menos aún está vivo. Pero, ¿Qué es lo que hago? No está reaccionando.

-Cristian, ¿Me puedes escuchar?- digo más cerca. Sus manos aprietan mis caderas y sin darme cuenta termino acostada debajo del cuerpo de Cristian. Su cuerpo se siente caluroso y húmedo pero, el olor que desprende es varonil y sensual. ¿Qué es lo que me está pasando? ¿Desde cuándo me fijo en esas cosas? Por favor, soy virgen.

-me he dado un golpe en la cabeza por tu culpa- dice enojado. Está mirándome con esos pozos de color acero, que por alguna razón, me resultan llamativos y hermosos.

-no fue mi culpa... es tu culpa por no construir algo en condiciones...- digo mirándolo. Que ganas de que me besara de nuevo pero no va a suceder. Él lo dejo muy claro, la noche pasada.

-quería que te sentaras para saber si eso aguantaba tu peso. ¡Maldición! ¡Este era un regalo para ti, no para mí!- digo y frunzo el ceño.

-yo no quiero nada. Nunca te he exigido nada- digo. Se para dónde va pero quiero olvidar esa conversación.

-te trate mal. Bueno, en realidad, me deje llevar y dije argumento que te hicieron daño y recordaste parte de tu pasado. Eso fue cruel. Yo... yo no sabía que habían hecho algo así... y bueno... me comporte como un idiota. Es por eso que quería darte esto pero no salió muy bien- dice y sonrio. No me puedo enojar más con él por hoy.

-es algo de lo que no me gusta hablar y reaccione sin querer- digo mientras acaricio la mejilla donde ayer, le di un golpe. Le quedo los dedos marcados y me sentí muy mal cuando eso paso pero fue sin querer.

-para alguien tan pequeña, tienes muy buena derecha. Aunque debo confesar que me he quedado con la duda en algo- dice y suspira.

-¿Qué cosa?- digo y me tenso. Juro que si vamos de nuevo por el tema de ayer, explotare y tendré una de mis crisis. Una muy grande y muy fea.

-dijiste que alguien te había hecho mucho daño y tienes una cicatriz en tu cadera, ¿Sufrías de abuso cuando eras pequeña? ¿O fue un tercero quien te hizo eso?- me tenso de pies a cabeza. Ya sabía dónde iba y por más que quiera no hablar del tema, ya no hay nada que lo puedo evitar.

-esto ocurrió cuando estaba en la escuela y tiene 13 años. Tenía un enamoramiento infantil, por decirlo de alguna manera. Yo estudiaba en una escuela con bastante clase social y sufría de mucha discriminación- digo. Tranquila. Solo lo vas a contar. No ocurrirá de nuevo.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora