Día 20

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POV CRISTIAN

Maldita sea. Ha estado lloviendo todo el día. Ayer colocamos las hojas tejidas en el techo y en dos de las murallas. La que da justo al frente de la playa y las de la parte trasera. El viento ha estado muy fuerte y no nos ha ayudado a mantener la fogata encendida. Ana esta trabajando contra el tiempo para colocar otras hojas tejidas y así poder mantener el calor pero la verdad, lo veo muy difícil.

La caverna esta vacía. Trajimos todas las cosas antes que se largara a llover y alcanzamos justo. La dejamos en un lado donde no le ha llegado el agua. Busco y me doy cuenta que aún no hemos comido nada y Ana esta teje que teje.

-debemos de comer algo. Trabajar tanto no nos va a hacer bien- digo. Ella me mira y suspira.

-mi idea es terminar ese lado para poder prender la fogata y que no apague. Tengo la sensación que a la noche hará mucho frío. Y no nos podemos quedar con todo abierto. ¿Cómo nos protegeremos de la lluvia y del viento? La comida no están importante, porque solo tenemos fruta pero, ¿Y el calor?- dice.

-soy bastante calentito. Me podrías utilizar de frazada- digo. Ella se ríe pero niega con la cabeza.

-estoy ocupada para eso- dice. Busca algo en a su lado y veo otra vez el tatuaje de gato, detrás de su oreja.

-¿Por qué te hiciste un tatuaje de un gato detrás de tu oreja?-

-porque los gatos negros son protectores- dice y frunzo el ceño.

-esos animales son de mala suerte. ¿Por qué te haces un tatuaje con algo que te puede dar mala suerte?- dice. Ella me mira y luego suspira.

-amo a los animales con todo mi corazón pero donde vivo, solo admitían un solo animal. Rubio llego a mi vida antes que cualquier otro animal y no pude tener ninguno más. Pero siempre había un gato de color negro que ingresaba por la ventana del baño y nos vigilaba. Al principio me asuste pero luego, poco a poco, nos fuimos encariñando. Al final termino siendo un vecino más. Aunque el dueño de la villa, siempre lo corría, el siempre volvía. Tiempo después se acostumbró a él, a su confianza y a su resistencia. Jamás dejo de venir. Nunca se dio por vencido. Quizás por eso, me gustan los gatos- dice. Termina de tejer y me mira.

-en gustos no hay nada escrito- dice y ella se ríe.

-esto está listo. Y si mis cálculos no están equivocados, podemos tapar ese lado de la cabaña. Es el que está más alejado de la puerta y no se apagaría tan rápido la fogata. Estas le faltan un pedazo y es para poder hacer una ventana pequeña. ¿Qué animal te gusta?- pregunta. Se levanta y se colocó en el extremo de uno de los pilares.

-me gustan los perros pero no soy fan de ellos. Trabaje por fuera. Así podemos trabajar más rápido- digo. Ella me mira y niega con la cabeza.

-te mojaras. No quiero que te resfríes-

-tengo buenas defensas. Ahora, ¿Cómo colocamos esto para trabajar más rápido?- Ana niega con la cabeza pero me indica cómo van las cosas.

Trabajamos lo más que podemos y en menos de dos horas, la pared está terminada pero tengo frío. Ana, simplemente comenzó a organizar todo y prendió la fogata. Le quedaron algunas hojas tejidas y las coloco improvisadamente en el otro lado que no estaba cerrado y pudo cortar, un poco, el viento que entraba.

Al final, Ana hizo una sopa con verduras, que ha estado encontrando en la isla y le quedo muy rico. Por lo menos, tenía un sabor decente. Fulmine con la mirada a Ana cuando me di cuenta que el ave, se había metido en nuestra cabaña, buscando refugio de la tormenta. No lo entendía. Estaba la caverna desocupada, ¿Por qué llego donde nosotros?

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora