Día 45

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POV ANASTASIA

-me duele la cabeza. Nunca he tenido mucha tolerancia al alcohol- digo. Tomo un buen trago de agua. Cuando hicieron la fiesta de titulación, nos dieron unos cocteles de fruta que obviamente tenían un poco de alcohol, me dolió la cabeza como por tres días y siempre le he sacado el quite. Ahora con un whisky aunque sea solo un cortito, me hizo mal.

-has dicho echo eso como 100 veces y has bebido como tres litros de agua. Supongo que la fiesta de año también ha dejado estragos en mi cabeza. También me duele, pero he tenido más oportunidades de emborracharme que tu- dice Cristian y se estira en su cama. Está completamente desnudo pero, con la sabana, está cubriendo de la cintura hasta las rodillas.

-supongo. ¿Quieres algo de comer?- pregunto. Le doy un trozo de mango al pájaro. Quiero ponerle un nombre pero, me da miedo que en algún momento, nos venga a buscar y al final se muera porque se encariño con nosotros.

-¿Queda algo? Hoy en la madrugada, creo que me levante a comer y parece que se me fue de las manos- dice y me da risa.

-me di cuenta. Solo dejaste un mango y seria. Estas como que comiendo mucho últimamente- digo y él se sienta y me mira.

-tengo hambre. Deberías cocinarme algo contundente. La fruta y los huevos no me están llenando- dice y me da risa. Llevo los trozos de mango hasta donde esta y me siento entre sus piernas. Algo duro queda a la altura de mi sexo y mi vientre.

-eres un glotón. ¿Qué es lo que comías en la cuidad? Para tener el cuerpo que tienes debes de haber entrenado mucho y eso, pues necesita mantención y energía- digo. Le doy un trozo de mango en la boca y él come feliz.

-mi ama de llaves siempre me hacía desayunos contundentes. Pero ella jamás podía darme de comer así. ¿Sabías que cuando te pones mi camisa, tus pezones se hacen notorios?- dice y automáticamente cubro mis pechos con las manos.

-eres un idiota. ¿Qué tiene que ver mis pezones con tu desayuno?- pregunto y se mueve un poco. No sé qué en que momento tanto su cuerpo como mi cuerpo se llaman constantemente.

-mucho aunque no lo creas. Cuando vea a mujeres amamantar me preguntaba, ¿Qué sabor tenía esa leche? No creo que sepa como la que uno compra en un supermercado. Supongo que la mayoría de las hombre nos parecer llamativo que algo tan pequeño, sea tan importante para un bebé tan pequeño- una de sus manos acaricia mi pezón sobre la ropa.

-¿Te gusta la maternidad?- pregunto y gimo cuando el movimiento de sus dedos se hace más fuerte.

-no mucho. Pero supongo que es interesante ver a la mujer que uno quiere embarazada- dice y lamo mis labios cuando comienza a apretar mi pezón.

-¿No te llamo la atención la madre de tu hija, embarazada?- pregunto y el suspira.

-ella casi nunca se mostraba. Siempre estaba escondiendo la barriga para que nadie supiera la verdad. Es como si se avergonzara de llevar a mi hijo en su vientre. Supuse que era algo relacionado con las hormonas del embarazo pero al final, supuse que no estaba feliz con la noticia que iba a ser madre. Me gustaría verte a ti embarazada- dice y me atraganto.

-mmm... ¿Por qué? No me gustaría pensar que estás pensando así porque por fin has hablado del tema. Un hijo es algo complicado y un trabajo constante- digo y el frunce el ceño.

-no es eso. Simplemente que estar así contigo y comparar lo que viví con ella, son completamente distintas. Ella era- suspira como pensando las cosas -egocéntrica y manipuladora. En cambio tú, pues eres distinta. Eres de piel, tienes un corazón de oro y siempre te preocupas de los demás. Supongo que el día que seas madre, ese bebé será muy amado- dice y lo miro por varios segundos.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora