Dia 51

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POV ANASTASIA

-Cristian eres muy caliente. ¿Te puede mover un poco?- digo mientras intento quitar sus manos de mi cuerpo. No sé cómo no se da cuenta de lo caliente que es. Supongo que en Seattle será buen compañero de cama para las noches frías pero, aquí, es un poco insoportable.

-no quiero. Estás muy cómoda- dice y me aprieta más a él.

-Cristian, estas sudado y mojado. ¿Cómo puedes tolerar este calor?- digo mientras intento soltarme y él se ríe. Al final termino pellizcándole la cadera y me suelta.

-eso es un golpe bajo. Me dolió. Para ser alguien tan pequeña tiene mucha fuerza en los dedos. Si me queda alguna marca, me las pagaras- dice y le saco la lengua. Me levanto y lo primero que hago es salir de la cabaña. Aunque dentro de ella esta caluroso, afuera está fresco y el día está lindo como para hacer algo y no ser tan vaga.

-veremos qué es lo que podemos hacer. No quiero seguir no haciendo nada- digo. Me estiro para sentir la briza sobre mi cuerpo. Chillo cuando las manos de Cristian se posan en mi vientre.

-no eres una vaga. Siempre estás trabajando conmigo. Me encanta hacerte transpirar y hacerte sentir mi gran aguante. Me gustaría que me dijeras cómo te sientes con el sexo. Sé que no tienes con que comparar pero, a lo mejor algo de mi actuar no te gusta y me gustaría mejorar. Me considero con bastante experiencia pero, las mujeres son diferentes y lo que le guste a una no signifique que le guste a la otra- dice y me siento un poco molesta.

-creo que no tengo nada que cambiar. Eres un hombre que tiene mucha experiencia y se nota. Para mí, fue importante que mi virginidad la perdiera con alguien quien sabía. Supongo que en eso debo de darme con una piedra en el pecho. Aunque me gustaría que no me atacaras cuando estoy durmiendo en la noche. Me cuesta después conciliar el sueño- le digo y lo escucho suspirar.

-no puedo evitarlo. Supongo que eso tiene una explicación. Nunca he dormido con una mujer tantos días consecutivos. Es cierto que estamos aislados y que perfectamente podemos dormir en piezas separadas pero, desde que te convertí en mi mujer, no puedo estar lejos de ti. Supongo que mi cuerpo te anhela más de lo que pienso- dice y me doy la vuelta. Tiene esa mirada de niño perdido y me dan ganas de besarlo pero, me tengo que contener.

-mi único compañero de sueños y de cama era mi perro. De vez en cuando me siento un poco estresada contigo tan apegado a mí. He dormido desde los 2 años sola. Cuando tenía pesadillas, mi padre me llevaba al cuarto de invitados y dormíamos juntos. Cuando mi ma... cuando ella se enteraba, lo regaña y discutían porque debía ser independiente y él no me estaba ayudando. Creo que por eso me cuesta más de lo normal confiar en la gente que se acerca a mí. Supongo que estar aquí contigo me está ayudando a perder miedos del pasada- digo y el me mira.

-¿Cómo una madre puede ser tan cruel con su propia hija? Me sorprende que no seas de esas niñas aisladas que siempre se esconden del mundo. Mi madre, cuando teníamos pesadilla, sin importar la edad, nos dejaba dormir con ella y con mi padre- dice. Se queda callado unos minutos como recordando algo en el pasado y sonríe.

-¿Por qué sonríes?- pregunto mientras acaricio su mejilla. Se siente como va creciendo la barba.

-me acorde de un recuerdo. Debería haber tenido unos 14 o 15 años. Había conocido a una amiga de mi madre y no me gusto. Me dio mala espina. Era una mujer muy bella pero tenía ese aire misterioso y un poco intimidante. Estábamos cenando en la casa y esa mujer estaba sentada entre Elliot y yo. Me acuerdo que había pasta casera y estaba entusiasmando comiendo cuando siento las manos de esa mujer acariciar mi pierna- dice y se frena.

-¿Una mujer de la edad de tu madre comenzó a tocarte? Eso me suena como abuso- digo y me empieza a doler el estómago.

-¿Cómo sabes que tiene la edad de mi madre?- pregunta y me da risa. Está a la defensiva.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora