Día 8

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POV CRISTIAN

El clima esta raro. Hace un poco de frío, lo cual es realmente raro para las islas paradisíacas. A veces las tormentas grandes que se avecinan pueden provocar esas condiciones. Lo malo es que no nos queda mucha comida y Ana, nuevamente salió a explorar la isla.

Ella no se detiene. Tiene casi dos metros cuadrados tapados con esas hojas que tejió. Cambio todas las cajas con alimento para esa zona y trajo varias hojas más para trabajar. Me dio risa cuando estuvo trabajando hasta tarde con las otras hojas, pero estaba cansada y no se dio cuenta que se había quedado dormida hasta que sintió el golpe de la caída.

Me fulmino con la mirada y se fue a dormir. Durante la noche, se quejó varias veces. No sé si estaba teniendo alguna pesadilla pero parecía que estaba sufriendo. Me acerque a ella para despertarla pero creo que fue peor.

Le hable calmadamente hasta que perdí la paciencia y le grite. Despertó aturdida y asustada. Sus ojos estaban cristalizados pero no fue capaz de decir alguna palabra y yo tampoco dije nada. No tengo ni la menor idea de lo que estaba soñando, pero bueno no era. Parpadeo varias veces antes de volver a acostarse. Pero sé que no durmió más.

Cuando desperté de nuevo, porque no se en que momento me quede dormido, ella no estaba. Durante estos días, ella tiene la tendencia a salir y llegar justo antes de que el sol se esconda. Siempre llega con algunas frutas y con varias hojas de palmeras.

Quiero que conversemos y nos conozcamos un poco mejor. Llevamos ocho días aquí, solos y no quiero terminar teniendo una relación mala. Si es la última persona que voy a ver en mi vida, debo llevar la fiesta en paz. ¿La palabra suicidio servirá en esta situación? Es una forma de escape bastante rápida pero la dejaría sola.

Maldición. Mi cabeza es un enredo. Quiero alejarme de ella pero a la vez quiero tenerla cerca. Joder, ¡Ni yo mismo me entiendo!

Necesito un baño con urgencia. El agua es lo único que me puede relajar en este momento.

Saco una manzana y salgo de la caverna. Nadar una horas en uno de los pozos que Ana me mostro. Es el único lugar, en esta isla, que me relaja rápidamente. Mientras camino, voy mirando los árboles. Ana me dijo anoche, que puede que hayan algunos plátanos y algunos cocos pero no ha encontrado arboles con frutos. Así que estoy buscándolos para ayudar un poco.

Es la primera vez, que me he sentido un inútil. Ana está haciendo de todo para que sobrevivamos y yo solo como. No es justo.

Llego a los posones y me saco la camisa que llevo. Estoy tan concentrado que no me doy cuenta que algo ha cambiado. Algo se mueve en el agua captando mi atención. Pequeñas olas se están creando y espero ver cualquier animal, incluso hasta una serpiente pero no es eso. Es algo peor.

Ana, es Ana maldita sea. Lleva solamente unas simples bragas de color blanco. Esta nadando tranquilamente. Esta nadando en modo estilo libre. Sus músculos trabajan constantemente cuando sus brazos salen y entran en el agua. Su pelo castaño transita tranquilamente por su espalda. Todo en ella, en este momento, es tranquilidad.

Joder. Es hermosa.

Sigue nadando como si nada hasta que se da vuelta. Unos montículos medianos, con una sima de color rosado como fresa, hacen su aparición. Una punzada cruza en mi pelvis cuando veo la imagen. Su vientre plano, brilla cuando la luz entra en contacto con su piel. Sus bragas cuando tocan su piel mojada, se vuelven casi transparente, dejando a la vista, una pequeña mata de color oscuro.

Cierro los ojos e imágenes eróticas cruzan delante de mí. Ella desnuda debajo de mí, expuesta solamente para mí, con los labios hinchados después de un asalto de besos. Su cuerpo con un leve color rosa por la excitación y esos pechos abundantes, moviéndose con cada penetración. Abro los ojos de golpe al darme cuenta que estoy excitado y que tengo una erección enorme.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora