Dia 24

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POV CRISTIAN

No puedo creer lo que ha tenido que pasar. Esa escuela es una de las más caras que hay en la ciudad. Por ilógico que suene, esa historia me parece demasiado familiar.


También estudie en esa escuela pero solo curse hasta séptimo de primaria. Me pelee con un compañero y le rompí la nariz. Mi mamá casi me echo de la casa y mi padre me castigo durante un mes. Sin salir de la casa. Ese es el mejor castigo que los padres pensaban en esa época, pero se les olvidaba que en la habitación habían más cosas con las que podríamos entretenernos. Incluso, una hoja en blanco y un lápiz podían hacer maravillas.

Estamos terminando de colocar las hojas en las divisiones. Me dio risa cuando Ana comenzó a traer piedras a la cabaña. La mire y luego me ríe hasta que mi barriga me dolió. Eso fue un error. Ella estaba tratando de olvidar su pasado y yo me estaba burlando de ella. ¿Qué fue lo que conseguí? Que durmiera en el otro extremo de la habitación. Quiero volver a besarla pero no me dejara. Casi la obligue a contarme parte de su infancia y su juventud.

Me gustaría encontrar la forma de que se abriera más con su entorno. No lo está pasando bien, si lleva una carga tan pesada. Solo tengo que pensar que me hable de su madre. Nunca me ha dicho como se llama y si lo dijo, no la escuche, porque no me llamaba la atención.

No como ahora.

No tengo ni idea de donde podrá estar ahora. Salió temprano en la mañana y le falta como 2 horas al sol para colocarse. Me está preocupando. Si en un rato mas no llega, la saldré a buscar. Me gusta que salga pero que no se demore tanto.

Bien. La saldré a buscar. Me acaba de entrar un poco de miedo. No hemos recorrido toda la isla y tengo miedo que podamos encontrar algún animal que en verdad, nos pueda hacer daño. He escuchado de todo lo que puedo haber en estas islas.

Mejor dejo de pensar mal y me voy a buscarla. Salgo en dirección a la playa. Siempre le gusta estar aquí cuando las cosas de su pasado salen a flote, pero no hay nadie. Ni el maldito loro que siempre esta con ella, está cerca.

Me adentro al bosque para ver si puedo encontrarla. Odio cuando hace esto. Si va a salir, que por ultimo me diga para donde va o para que dirección sale.

-¡Ana! ¿Dónde estás?- digo un poco angustiado. Voy a ponerle un cascabel en el cuello para saber dónde está. Ella es demasiado silenciosa cuando camina y más cuando está cerca. Es como una bailarina para caminar.

-de todas las mujeres en este mundo, ¿Me tenías que dejar con la que menos hace caso? ¿Con la que me responde hasta porque respiro? Es injusto. Sé que he sido un libertino y que debo pagar por mis pecados pero con esa mujer, no puedo. Ella es demasiado tierna y yo soy demasiado bruto- digo en voz alta mientras camino por entre las palmeras.

Llego hasta un claro de luz y palidezco. Hay dos pies que sobresalen de la hierba. Si esto es un chiste, juro por mi madre, que la colocare en mis rodillas y la azotare con ganas hasta que su trasero quede rojo. Camino sigilosamente hasta quedar a unos centímetros de distancia. Solo tengo que calcular bien y a la cuenta de 3... 2... 1...

-¿Qué es lo que estás haciendo?- digo saltando sobre sus pies. El cuerpo que está escondido entre las hojas sale y me rio cuando veo que Ana sale, llena de tierra y hojas.

-Oh mi alma. Esta que se me sale el corazón por el pecho. ¿Por qué hiciste eso?- dice mirando en dirección de la hojas.

-te llevo buscando mucho tiempo. Esta casi oscureciendo. ¿Qué estabas haciendo acostada en el suelo?- digo. Se ve tierna con algunas hojas en su cabello.

-estaba colocando una trampa. Quiero obtener más de estos- dice y me muestra un huevo. No es tan grande como los que hay en la cuidad pero se me hace agua la boca. Desde que estamos aquí, el pescado, las verduras y la fruta son pan de cada día.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora