Día 16

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POV CRISTIAN

Me duele la espalda. Este estúpido animal me gano con un movimiento estratégico. Lo fui a tomar para que saliera de la caverna pero se enojó y abrió sus alas y luego me ataco. Lo bueno es que tengo buenos reflejos y pude escapar de sus garras literalmente.

Ahora decidió quedarse en la caverna y Ana no ha hecho nada para echarlo. Al contrario, de vez en cuando le tira unos trocitos de fruta y el ave hace fiesta. Niego con la cabeza. Me carga que todo lo que hace, salga bien y lo que yo haga, salga mal.

Esta mañana, Ana me pidió ayuda para recoger la mayor cantidad de hojas de palmera. No entendí el asunto de eso hasta que me dijo que tenía que trabajar en la confección del techo. Eso nos ayudaría a que si llueve, tengamos un lugar para seguir trabajando. Las paredes se pueden trabajar desde adentro.

Odio cuando tiene razón.

Hoy me toca la ampliación de lo que ya está construido. No fue mala idea lo que propuso Ana. Tener nuestras propias habitaciones por si las cosas se ponen tensas. Somos de genio fuerte y siempre estamos peleando pero creo que eso es la salsa de la vida.

He encontrados varios palos que me han ayudado a hacer las divisiones de nuestra habitaciones. Necesito que haya viento para poder ver la resistencia de las vigas. Ojala que llueva para ver qué es lo que pasa con ellas.

Camino y comienzo a medir los palos con los brazos. Pensé que era una idea absurda pero como no tenemos huincha para medir, es lo único que tenemos. Sigo diciendo que odio cuando tiene razón o cuando su mente funciona mejor que la mía.

Soy un genio en los negocios pero no puedo con ella. Mi madre estaría feliz de que por fin haya aparecido la horma de mi zapato. Gruño cuando me golpeo con uno de los palos. Con fuerza agarro uno de ellos y mido cuanto necesito.

Trato de avanzar lo más rápido que puedo. El sol puede ser muy traicionero y quemante.

-debes de beber un poco de agua- dice Ana de la nada. La miro y veo que viene con una de las ollas en la mano y en la otra un vaso. La miro sin entender y me sonríe.

-¿Desde cuándo estas aquí?-

-hace unos minutos solamente. Estas trabajando bajo el sol y no trajiste agua. Te traje un poco y un poco de fruta. Además de líquidos debes de comer algo. Quizás algo dulce para que no te descompenses- dice mientras deja la olla y el vaso bajo un árbol.

-estaré bien. Nos es la primera vez que trabajo bajo el sol- digo seguro.

-por eso me preocupo. La fuerza de ayer no es la misma de hoy. Así que por favor, no me retes y come algo. Al lado de la olla deje unos plátanos y unos carambolos. Te harán bien, además del agua. Intentare buscar algo más para comer. Sé que esta isla puede tener más frutas, solo hay que buscarlas- dice sonriendo.

-no me dejaras tranquilo, sino como. ¿No?- digo.

-solo me estoy preocupando por ti. Estamos solos en esto. Me dejaste claro ayer que no me querías aquí por miedo a que me pasara algo. Bien, solo me queda preocuparme por ti. Estamos solos y hay que cuidarnos. Es cierto que no tengo la misma fuerza que tienes pero te podría ayudar en otra cosa- dice restándole importancia.

-estás haciendo suficiente con el tejido de las hojas. Esa mierda no lo podría hacer aunque me pegaran miles de dólares. Mis artes manuales no son las mejores- digo mientras afirmo uno de los palos para que no caiga.

-me da la sensación que tus habilidades manuales van en otra dirección. Pero nadie puede saber todo en este mundo. Así que supongo que en algo te gano- dice riendo. Bien, se está burlando de mí. Que ganas de tomarla por la cintura, dejarla en mis rodillas y azotarle el trasero.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora