Día 38

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POV ANASTASIA

Si él no puede más, yo mucho menos. No entiendo que es lo que tiene ese hombre, que mi cuerpo reacciona a él de una manera aterradoramente deliciosa. Quiero poder detenerme pero mi cuerpo no me hace caso. El me lleva hasta la cabaña. Me rio interiormente porque me he dado cuenta que no quiere que hagamos nada fuera de la cabaña. Aunque encuentro ilógico que ahora quiera hacer eso, si el día de ayer estábamos casi desnudo en lo posones.

-sabes que he pensado en este momento por muchos días. Eres una asesina de pensamientos lógicos- dice besándome. Estoy que me derrito y me vuelvo agua. Se separa de repente y sale de la cabaña. Frunzo el ceño. ¿Ahora que paso?

A los minutos llega con los cocos que he pelado y los que no y los deja en una esquina. Él me sonríe pero aun no me vuelve a besar. Arma una pequeña fogata con varios de los palos que hay en la cabaña y sonríe de manera maléfica. ¿Qué es lo que tiene pensado hacer conmigo?

Toma su tiempo para prender la fogata y estoy que me muero. ¿Sera esta la forma que encontró para hacerme sufrir? Si es así, lo está logrando.

-esos palos bastaran para que toda la noche este la cabaña con calor y no tengamos frio. Es más que seguro que no tendremos ropa por varias horas y no quiero que ninguno de los dos nos enfermemos- dice tan seguro que me da un poco de miedo lo que quiera hacer conmigo.

-¿Y crees que puedes durar tanto? Te tienes mucha fe- digo burlándome. Necesito que estos nervios disminuyan o estaré en problemas. Quiero saber todo sobre las relaciones sexuales. Nunca las he tenido y lo mejor es aprender. No quiere seguir siendo virgen hasta que la muerte lo decida. No. Soy yo quien manda y quiero esto. Lo quiero ahora.

-no sabes cuánto puedo durar. Créeme, he tenido más de algunas noches de sexo completo. Horas y horas de lujuria y pasión desatadas en una simple habitación de un hotel en la cuidad. Tengo un buen control de mi cuerpo y cuando digo que puedo tener relaciones durante toda la noche, puedo durar eso y más- dice tan seguro que estoy sudando. Sí, quiero tener relaciones sexuales pero no quiero quedar descaderada y necesitada de bastones.

-¿Te estás dando cuenta que me estás haciendo tener miedo de ti y tu resistencia?- digo. Él se detiene y me mira. Quizás puede que en otro momento quiera sus bromas o sus declaraciones pero, en este momento, solo quiero seguridad. Y eso que pueda durar toda la noche, dándole y dándole, me asusta.

-prefiero ser directo a que luego me reclames por algo. Me gusta el sexo y nos es mentira si te digo que casi todas las noches estaba con alguna mujer, en algún hotel o departamento- dice y siento una puntada en mi pecho. No es de relaciones y me lo ha dicho por mucho tiempo. ¿Por qué, aun, guardo las esperanzas de que puede sentir algo duradero por mí?

-supongo que tienes un poco de razón al decir que prefieres la verdad por delante- digo mirando a mi derecha. No sé qué le encuentro de llamativo a una simple montaña de cocos pero, no los puedo dejar de mirar. Estoy completamente enredada con mi cabeza y mi cuerpo.

-¿A que le temes?- dice a mi lado. Salto porque no me di cuenta que lo tenía tan cerca.

-a que me duela. Sé que debe de dolor pero eres grande y yo soy nueva en todo esto- digo segura. ¿De qué sirve mentir cuando lo que quiero es tener confianza?

-sabes que te va a doler. En realidad seré un intruso que quiere estar en lo más profundo de tu ser. Y como no has estado con nadie, puede que te sea doloroso e incómodo mi intromisión- dice y frunzo el ceño.

-¿Has estado con alguna otra virgen?- digo y me ruborizo en la palabra virgen.

-no, eres la primera. Pero somos hombres. Sabemos que es lo que ocurre con el cuerpo de una mujer en relación al sexo. Ellas se tienen que expandir para permitir que podamos entrar- dice y se coloca delante de mí. Sus ojos se ven oscuros ante la poca luz que hay en lugar y suspiro. No era muy amiga del color gris pero, creo que es mi color favorito -quiero esto. Quiero tenerte conmigo y poder sentir tu cuerpo, el calor de tu piel al estar en contacto conmigo. Solo... déjame guiarte- dice y me besa.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora