Día 17

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POV ANASTASIA

Estoy temblando. Muerta de frío. La lluvia no ha sido como las anteriores sino que el agua es completamente helada. La sabana que me cubría del frío no ha servido de nada y juro, que en un tiempo más, no tendré dientes por tanto que me tiritan. El viento se está colando por cualquier espacio que encuentro y la fogata sube y baja.

Busque la forma en que podría mantener el calor de mi cuerpo y solo en posición fetal, el calor algo se mantiene. No es la mejor postura para mi espalda pero con el frío que tengo, me da lo mismo.

La lluvia comenzó a caer bien entrada la noche. Llego con todo, viento, truenos y relámpagos. Incluso el pequeño loro está escondido en una de las esquinas de caverna protegiéndose de esta tormenta. Me da pena pero no puedo hacer nada por él. Mi cuerpo no me responde.

-está bien. No aguanto esta situación- dice Cristian al otro lado de la habitación. Frunzo el ceño al no entender ese comentario.

-¿De q-que estas-s-s hablan-d-d-do?- digo mientras mi cuerpo convulsiona de frío.

-tu castañeo de diente me tiene estresado. No pensé que eras tan friolenta. Es una simple tormenta como las anteriores. Está un poco más helada que las anteriores pero no es para que estés con ese show dental- coloco los ojos en blanco y me doy vuelta para mirarlo a la cara. Al girarme todo, absolutamente todo, me da vuelta. Cierro los ojos para intentar que todo deje de girar y respiro profundamente.

-¿Qué ocurre? Te acabas de poner muy pálida- dice. Su voz está más cerca y el calor de su cuerpo se siente próximo a mí.

-esto-to-toy marea-da-da- digo en un susurro. Nunca me había pasado esto antes. Siempre me he cuidado para no enfermar porque no tenía el suficiente dinero para comprar medicina. El colegio me proporcionaba almuerzo para que no tuviera más gastos y la directora decía donde podían comer 400, también alcanzaba para uno más.

-¿has comido algo? anoche no fue mucho lo que comiste- coloca su mano en mi frente y escucho que maldice.

-Ana, maldición, estas ardiendo en fiebre. Por eso estas tiritando tanto- dice mientras acaricia mi frente. Suspiro. No soy de enfermarme pero cuando pasa, me duele todo. De la nada, el calor de Cristian desaparece y el viento ingresa con las fuerza a la caverna provocando que la fogata se apague por completo.

La oscuridad reina en la caverna y solo la luz de un rayo aclara un poco la situación. Me acurruco más contra la sabana esperando poder encontrar algo de calor. Si tengo tanto frío pero tengo fiebre, lo más probable es que sea algún resfriado. De lo que estoy segura, es que no es de ninguna de las enfermedades mortales de la localidad. Antes de subir al crucero nos vacunaron a todos.

Me asusto cuando siento algo helado en mi frente. Cristian se ríe pero no es la típica risa de burla que siempre me dedica, es más, una risa nerviosa.

-ni se te ocurra dejarme solo. No sabría cómo funcionar. Aunque me cueste reconocerlo, los hombres necesitamos a un mujer al lado. Aunque solo sea para regañarnos y poner- dice y sonrió levemente. El frío de lo que me haya puesto en la cabeza se siente tan bien, incluso el dolor de la cabeza se me está pasando.

Suspiro al sentir la tibieza de lo que sea que está colocando en mi cabeza. Es imposible no relajarme cuando los malestares van pasando y me están haciendo sentir un poco mejor.

-no tengo ni la menor idea de qué hacer con esto pero mi madre siempre me dijo que las personas que tienen fiebre, deben de tomar agua. Al transpirar tanto, los pacientes por lo general, se deshidratan y eso es lo que no quiero. Así que, por favor, bebe un poco de esta agua que déjate en la olla. Helada no está pero te ayudara- la voz de Cristian no se compara con nada con algunas que he escuchado antes. Esta aterrado y preocupado.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora