Día 10

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POV CRISTIAN

-¡SI!- brinca Ana en la playa. Lleva un pescado enorme con ella y gruño frustrado. ¿Cómo alguien tan pequeño tiene tan buena suerte?

-eso es hacer trampa. He estado casi tres días intentando pescar un estúpido pez y tú de la nada capturas uno enorme- digo mientras camino de un lado para el otro.

-estás haciendo un berrinche. Pero Cristian ve el lado bueno, comeremos carne- dice mientras juega con el pescado.

-debes enseñarme como hacer eso- digo mientras me gano a su lado para ver el pescado que saco.

-solo use lo que mi padre me contaba. Sus hazañas son muy buenas como ejemplo y él sabia pescar incluso con un simple pedazo de hila. Era muy inteligente y pienso que se saque algo de él- dice mientras se burla de mí con el pescado en la mano.

-¿Me darás un trozo?- digo en un susurro. ¿Puedo parecer más idiota? No me importa lo que parezco, tengo hambre de carne.

-claro que lo compartiré. Esa es una pregunta tonta. Estanos solos, somos tú y yo contra el mundo. Todo lo que pueda conseguir lo compartiré contigo y espero tu hagas lo mismo conmigo- dice y me sonríe.

-¿cómo lo cocinaras?- digo mientras recojo mi nueva lanza. Estuve trabajando toda la noche para conseguir que quedara firme. La piedra tiene bastante filo, aunque por ahora no ha servido de nada.

-aun no lo sé. Pero con algunas especies que he encontrado y sal, quedara riquísimo. Se me hace agua la boca al pensar en la comida. Hace mucho tiempo que no comemos algo así. Voy a buscar la manera de conseguir por lo menos un pescado al día. Digamos que físicamente eres bastante grande y necesitas más comida que yo, supongo que debes de comer por lo menos un pescado al día- dice y frunzo el ceño.

-¿Te estas preocupando por mí?- digo asombrado. Ella me mira como su hubiera dicho una ofensa.

-¿Por qué te sorprende? estamos solos. Si te pasa algo, tendré que cargar con esa responsabilidad y no sé si pueda. Eres dos veces más grandes que yo y moverte me costara un montón. Quiero que este sano para que no se me complique la vida- dice y frunzo los labios.

-más que nada es para ayudarte a ti misma y no ser una carga para ti. Eso es cruel- digo un poco triste.

-no es cruel. Es ser realista. Anda, vamos a la caverna para poder cocinarlo. Necesito que cabes un agujero a varios metros de la caverna para enterrar los restos del animal que no cocinaremos. El olor del pescado es fuerte pero podemos minimizarlo, si lo enterramos- dice mientras camina rumbo a nuestra casa.

Se pasa por lo menos una hora trabajando en filetear el pescado. Al principio tuvo un pelea interna, ya que decía que el pescado era un ser viviente y si lo mataba sería una asesina pero después se dio cuenta, que cuando salía con sus padre, hacían lo mismo, por ende, ya era una asesina de pescado. Sumarle uno más a su lista, no sería importante.

Peleo con la cuchilla un millón de veces hasta que se le ocurrió la idea de sacarle más filo. Con una piedra le saco filo y luego pudo trabajar con el cadáver. Me reí muchas veces de ella pero al final logro tener cuatro trozos grandes de pescado.

En un pedazo de madera, dejo todos los restos y los dejamos en el agujero que me pidió que hiciera. El olor al principio fue fuerte pero después, el olor se fue. La caverna no tenía olor a pescado rancio y ese olor fuerte que tienen los pescado y marisco pero si a comida con pescado.

Ana utilizo las especias que encontró y un poco de sal e hizo un pescado a la plancha o en este caso, un pescado a la olla. Se me hacía agua la boca con el olor pero cuando lo probé fue la gloria.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora