Dia 30

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POV ANASTASIA

-no estoy de acuerdo. Mis planes no era hacer eso con esos pobres animales. Mi plan era simplemente conseguir huevos frescos, no carne. Mi corazón no da para matar las pobres aves. No me considero una asesina, salvo con los pescados. Aunque suene contradictorio- digo un poco enojada.

-fue un error. Quería hacer algo con esos palos y no me fije que ese animal estaba cerca. ¿Crees que soy tan inhumano como para matar algo a palos?- dice fulminándome con la mirada. Frunzo el ceño.

-no lo sé. Desde ayer hasta estado de un humor de perros. Has peleado hasta con tu sombra y no entendiendo el por qué- digo. Ha estado tan enojado porque no me dio pudor ver las consecuencias de un sueño erótico. ¿Qué importa eso? es normal. Las mujeres también los tenemos.

-no estoy de mal humor. Simplemente estoy cansado de comer pescado y cansado de estar en esta isla. Llevamos un mes y nada que nos vienen a buscar. Creo que nos quedaremos aquí por mucho tiempo y no quiero. Necesito volver a mi mundo de riqueza, donde tengo todo en un abrir y cerrar de ojos- dice y frunzo el ceño.

-creo que necesitas llorar. Has estado un poco raro y estas como estresado. Quizás golpear algo o hacer algo más comer, podría mantener tu cabeza ocupada- digo. El me fulmina con la mirada.

-los hombres no lloran. No quiero que después me cataloguen de marica- dice enojado.

-dudo que los animales puedan decir eso y yo no soy de las cuenta esas cosas. Siempre he pensado que mientras más uno esconde sus sentimientos es peor. Nuestro cuerpo debe de estar en equilibrio y cuando estamos sufriendo por algo y no lo expresamos, uf, queda la escoba. Dolores de estómago, dolores de cabeza, mal genio y muchas cosas más- digo y recojo el cadáver de la pobre ave que está a unos cuantos metros de mí.

-yo no soy así. Prefiero guardarme lo que siento y ser feliz con el dinero que tengo. No con esta isla tan simple- dice y quiero golpearlo.

-¿Me puedes explicar que es lo que te pasa? estas peor que un niño chiquito- digo enojada también. No sabía que las malas vibras se pegaban.

Estoy cansado de estar en una isla donde no me valoran. Quiero tener de vuelta mi poder de nuevo. Quiero seguir siendo Cristian Grey, el amo del universo. No una simple persona que está viviendo en una isla porque, básicamente, el destino me quiso dejar aquí- dice y se va. Deja todo desordenado y me quedo con el cuerpo en mis manos.

Lo que acaba de pasar, me acaba de demostrar que los hombres también tienes sus días. No como las mujeres, nada de días con cólicos o con la temida menstruación pero si, emocionalmente. No se ha dado cuenta pero, en este momento, Cristian está teniendo su periodo.

Vuelvo a la cabaña para ver como cocino está el cuerpo. No tengo sal para condimentar la carme pero me acuerdo de haber visto algo blanco en un pozo no muy cerca de aquí. Puede que haya sala de mar y esa si me sirve para cocinar. Dejo el ave dentro de una olla grande y voy en busca del condimento que me falta.

Quiero ver, si haciéndole algo rico, se le pasa el mal genio a Cristian. No me gusta que ande enojado y mucho menos que se desquite conmigo. No tengo la culpa de su enojo. ¿Por qué siempre intento buscarle la solución a los problemas con comida? Según dice la gente, guatita feliz es igual a hombre feliz. Veamos si esa frase es correcta.

Llego hasta la poza que hay muy cerca del mar. Constantemente llega el agua aquí y el sol siempre le está dando. Así que creo que esta podría ser sal. Con cuidado tomo un poco de la sustancia.

Diosito, si me quieres mucho que no muera por probar esto. Digo en una súplica. Llevo mi dedo a los labios y sonrió cuando siento el sabor salado correr por mi lengua. Con una cuchilla raspo un poco de la sustancia sin que salga alguna basura en el camino. Sonrió cuando veo que obtuve una cantidad considerable de sal. Podré cocinar y rico. No me di cuenta que se me había que la sala que tenia se me había mojado y disuelto en la arena.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora