Día 3

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POV ANASTASIA

Gracias a Dios y todos los santos que escucharon nuestros ruegos. Cristian pudo llevar el bote a la playa. Al momento que el pequeño bote quedo encallado en la arena, se lanzó y se acostó, respirando con dificultad mientras me quede sentada pensando. Él estaba feliz y yo también pero... ¿Dónde estamos? ¿Cuál de las 17.000 mil islas es esta?

Baje de bote con cuidado y cuando mis pies sintieron la rudeza de la arena y lo áspera que pueden ser esos pequeños granos de piedra blanca, inspecciones la isla.

Palmeras grandes que esconden su tronco con palmeras más pequeñas sobresalen, ¡ojalá y tengan cocos! un montículo de arena blanca está delante de esas palmeras que las cubre del viento que se crea con el oleaje. Es extraño que haya tantas olas tan bravas si por lo general son tranquilas.

 Es extraño que haya tantas olas tan bravas si por lo general son tranquilas

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Hay algunas piedras que sobresalen de la arena. Suspiro. Si tenemos que pasar varios días aquí no es como hacerlo. No hay nada salvo las cajas que están en bote. Doy la vuelta para ver el barco y comprendo porque razón la mar esta así de brava.

Nubes de color plomo se acerca a nosotros. Mi cara pierde color y mis peores pensamientos se hacen realidad. Se acerca una tormenta.

-Cristian, ayúdame a sacar las cajas del bote- le digo. Me acerco a el que aun esta acostado en la arena pero ahora solo mira el cielo.

-no te he dado autorización para tutearme- dice enojado.

-no me vengas con eso. No es momento. Hay que proteger lo poco que tenemos- le digo.

-¿Proteger? ¿Por qué? el cielo es celeste. Hay unas pocas nubes pero nada que preocuparnos- dice tranquilamente.

-pues entonces mira el horizonte- levanta la cabeza un poco y luego frunce el ceño.

-es una tormenta- dice.

-no bromees genio. Sí, es una tormenta y viene hacia nosotros y tenemos dos opciones- le digo irritada.

-¿Cuáles?- mi mira enojado.

-o sacamos las cosas de bote y las dejamos en lugar seguro o nos quedamos aquí y perdemos lo poco que tenemos- le digo seria.

-¿Entrar a ese follaje, donde no sabemos que es lo que podemos encontrar? ¿Qué te fumaste? ni loco entro a ese lugar- dice exasperado.

-¿a qué le temes? no pensé que le dueño de Grey House le temiera a algo. Pensé que eras un hombre fuerte, no un cobarde que se esconde detrás de un imperio- le digo. Comienzo a caminar al bote para sacar algunas de las cajas.

-¡NO SOY UN COBARDE!- grita desde la arena.

-¡PUES NO LO DEMUESTRAS!- le grito de vuelta.

Con cuidado y ayudándome de las tablas que eran nuestros asientos comienzo a sacar las cajas. Pesan bastantes y las olas no ayudan mucho. Una vez que tengo la primera me detengo, ¿Cómo las bajo del bote? ¿Las lanzo, no importando que se mojen o bajo primero y después la tomo? Frunzo el ceño.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora