Día 26

5.6K 568 81
                                    

POV CRISTIAN

Hace calor. Hay un sol realmente lindo y esta alumbrando cada espacio que hay en la isla. Ana está trabajando en no sé qué cosa en la cabaña que construimos y yo estoy debajo de una palmera en la hamaca que construí. Pude dejarla firme y lo mejor de todo es que nos aguanta a los dos. Es increíble lo resistente que pueden ser las hojas de las palmeras cuando se tejer.

Doy gracias a Dios porque me dejo con Ana de compañera. Ella ha sabido tejer esas cosas sin ningún problema. Por lo menos, uno de los dos puede hacer más por el otro.

-no deberías enojarte. Estas todo sucio y no te has querido bañar. ¿Estarás enfermo?- escucho la voz de Ana. Frunzo el ceño. ¿Con quién está hablando? Me enderezo un poco para entrar en su radar y la veo hablando con el loro endemoniado que tenemos de compañero. Ella acaricia su rostro y el pájaro cierra los ojos. Suertudo.

-¿Qué comeremos esta noche?- digo cuando llega a mi lado.

-queda un poco de pescado asado, pero quiero ir a buscar algunos brotes. Esta mañana estabas serio cuando despertaste. ¿Qué fue lo que ocurrió?- dice y frunzo el ceño.

-solo fue un mal sueño. Además estaba incomodo- digo. Ella deja al ave donde están las amarras de la hamaca y me mira.

-deberías hablar de ese mal sueño. A veces es mejor hablar un poco para sacar el peso que se queda en nuestros hombros- dice y me sonríe.

-¿De la misma manera que hablas conmigo de tu pasado?- digo mirándola a la cara.

-bien. Estas de muy mal humor. Mejor te dejare solo. No quiero que terminemos peleando como siempre- dice y quiero matarla.

-peleamos porque nunca encontramos la manera de comunicarnos de manera eficiente. Tú eres llevada de tus ideas y no escuchas los consejos de los demás- digo. Mierda. Estoy siendo un idiota.

-pues que crees, tu eres igual. Te voy a dejar solo para que se te pase ese enojo que estas cargando. Te recomendaría que nadaras pero mejor prefiero guardar silencio. No lo vayas a tomar mal y te enojes más conmigo. Aunque no soy culpable de tu enojo- dice levantándose. Toma el ave y se va por el bosque que está detrás de la cabaña.

Suspiro. Sé que estoy de malas pero tengo mis razones y mis motivos. Ojala estuviera mi madre. Ella es la única que me puede ayudar. Es la única que me puede escuchar y no me juzgara. Ella conoce mi historia y mi pasado mejor que nadie. Ni mis hermanos lo saben.

Debería confiar en la gente, no en toda pero en las personas que me importan sí. Pero he estado evitando eso por varios años. No después de esa mujer, que por varios meses me hizo a todas las mujeres del mundo y usarlas simplemente para el sexo, hasta el día de hoy.

Paso mis manos por la cara y luego por el cabello. Lo aprieto con fuerza y lo suelto cuando me comienza a doler. Quiero poder decir lo que siento pero estoy tan cerrado. Me gustaría gritar y decirlo a los 4 vientos pero no estoy seguro de cómo lo tomaran las demás personas.

Cierro los ojos y al final me dejo caer en la hamaca. No saco nada con enojarme o frustrarme. Ana no tiene la culpa de lo que está pasando por mi cabeza y me la estoy cobrando con ella. Soy un idiota. Suspiro pesadamente y me acomodo. Los rayos de sol que llegan a mi cara, me están comenzando a dar sueño. No le hago caso, solamente quiero descansar.

Un aroma muy dulce está muy cerca. Me recuerda en cierta parte, cuando mi madre cocinaba en la terraza y hasta las rosas tenían ese aroma dulce. Abro un ojo para ver de dónde viene ese olor. Me sorprendo al ver, a unos cuantos metros unas cosas raras. Son como un erizo de agua. Tiene muchas púas y es de un color rojo fuerte con algunas partes de color rojo. Es olor es realmente fuerte.

60 días: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora