Capítulo 3: Malos momentos

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Hice caso omiso a su presencia y abrí el grifo, como si nada pasara. Mojé mi cuello y mi frente e ingerí cierta cantidad de agua, realmente moría de sed.

—Cielos ¿qué te pasa? —fingió preocupación —Ah lo olvidaba, no sabes embriagarte y ahora estas mal ¿no? —sonrió de esa manera socarrona que siempre lo hacia.

—Vete a la mierda —dije entre dientes una vez que me sequé la boca con el dorso de la mano.

—No entiendo por que me tratas así. Simplemente intento ayudar deberías escucharme alguna vez —su voz chillona hacía que mi cabeza doliese cada vez más.

—No soporto tu voz, hazme un favor y cierra la boca.

—No cierro nada. Y la que no te soporta soy yo, ni siquiera se como Thomas se pudo fijar en ti —dijó, dándome una mirada de desagrado.

Suspiré profundamente... ¿Otra vez con lo mismo?

Shirley siempre me fastidió y hay cierta rivalidad entre nosotras desde que tengo memoria... Es de esas personas que se sienten bien dañando a las demás. Digamos que somos como el agua y el aceite, y nos odiamos. Oh y también... es la "ex novia" de Thomas por lo cual tiene, un motivo más para detestarme.

—Ya supéralo ¿si? Thomas es MI NOVIO —hice énfasis en las últimas palabras para ver si así, le entran en su pequeño cerebro de nuez.

—No por mucho tiempo. Cuando se canse de ti y vea lo patética que eres, te dejará —soltó con tanta frialdad y egoísmo que eso me enfureció.

—A quien dejaron a aquí fue a ti, así que no vengas con tu estúpido despecho.

—No seas tonta. Puede que haya estado poco tiempo de novia con Thomas pero era mi amigo y lo conozco mejor que tú. No durarán mucho juntos.

—Puedes decir lo que quieras. Y para que lo sepas ayer cumplimos un año... Mientras que contigo cuanto estuvo ¿Dos semanas? —me burlé soltando una risa exagerada.

Esto se ponía interesante, más que nada, por que si no hubiese bebido lo suficiente... No estaría discutiendo con ella en éste preciso momento.

—No se que le sucede, pero cuando te deje y regrese conmigo no digas que no te lo advertí —tomó su bolso y lanzó un beso en el aire mientras comienzaba caminar, dispuesta a marcharse.

—Él no regresará contigo —me giré y al oírme, se detuvo en el acto.

—¿Cómo estás tan segura? —arqueó una de sus delgadas cejas.

—Él me quiere mientras que a ti no, solo te utilizó.

—¿Qué te quiere? —soltó una carcajada —, mirate y dime, ¿alguien como él podría querer a alguien como tú?

Aunque traté de hacerle caso omiso a sus crueles palabras, en el fondo me hacían dudar... Eso mismo me pregunté siempre y al parecer ha encontrado mi punto débil, pese a eso traté de no demostrar ningun sentimiento aparente en su presencia.

—Claro que si. Él no me quiere por mi cuerpo, o por lo que tengo. Me quiere por lo que soy —en un arranque de valentía me acerqué a ella —. Ahora hazme un favor, no te acerques más a Thomas y no me fastidies, por que mi paciencia tiene un límite. —Tomé su brazo con fuerza y la aparté de mi camino, pegó un chillido y me maldijo en voz baja.

Sonreí orgullosa por mi fantástica actitud y regresé nuevamente, a la fiesta.

(...)

—Señorita Whitman —sientí un toque en el brazo y abrí los ojos sobresaltandome —. Si quiere dormir se puede retirar, o directamente no venga a pasar vergüenza. Porque en mi clase están las personas que realmente quieren aprender.

—Lo siento, señor Thompson. No volverá a suceder —me disculpé, sin siquiera atreverme a levantar la vista, sentía la mirada de todos sobre mi.

—Eso espero —acomodó sus lentes y continuó dando la clase, sin ninguna otra interrupción.

La cabeza me estaba por explotar, no debí haber venido después de la noche que tuve. Pero mis padres no sabían que llegue tan tarde y no quise levantar sospechas... Menos mal que Literatura es la última clase del día y por ende la más agotadora. Y sobre todo cuando pareces tener un profesor que te aborrece, eso lo hace doblemente difícil.

Después de lo que pareció una eternidad sonó el timbre de salida. Recojí mis cosas y me dispuse a salir de allí. April debe estar afuera esperándome, como es costumbre siempre es la primera en llegar a la puerta de entrada. Tengo la leve sospecha de que, sale huyendo minutos antes de la hora indicada.

—Espere Whitman —me detuvo la voz del profesor cuando estaba a punto de salir.

—¿Se le ofrece algo? —por su expresión me temo que no será nada bueno lo que tendrá para decir.

—Asi es, la vi muy distraída en la clase. ¿Le sucede algo?

—No nada. Ayer llegué tarde a casa y por eso fue que dormí en plena clase —admití algo avergonzada.

—No me interesa lo que haga o deje de hacer con su vida —respondió ostil —, solo quería advertirle que, si sigue de esa manera no llegará a ninguna parte. Ésto ni siquiera me corresponde, pero tómelo como un buen consejo.

—No se que me sucedió, pero no volverá a ocurrir.

—Solo espero que estudie para el exámen.

—¿Que exámen? —mi entrecejo se frunce, sin saber de que está hablando.

—Ve ahí lo tiene. Si hubiese prestado atención en la clase sabría que dentro de dos semanas habrá un exámen. Y está complicada, si no quiere terminar exponiendo un tema particular, deberá estudiar.

—No, claro que no quiero —me apresuré a decir —. Estudiaré para el exámen —sentencié, procurando no olvidarlo.

—Muy bien. Eso era todo Whitman. —Asintió lentamente y se marchó apresurado de la sala.

Sientí un sabor amargo en mi paladar, lo que me obligó a tragar en seco. Ya que, nunca antes me había llamado la atención un profesor. Es decir siempre fui una de las alumnas más queridas, jamás estuve del bando de la rebeldía y esas cosas. Estaba acostumbrada a recibí alagos, y que ahora suceda ésto... me pone triste. Tenía la ilusión que al llegar a mi primer año de universidad todo sería maravilloso. Pero al parecer me equivoqué es mucho más difícil de lo que me esperaba. Sobre todo porque la asignatura que más me gusta, parece la más complicada de todas.

Él señor Thompson es estricto, gruñón y amargado por eso no me sorprende que me haya dicho todo ésto. Pero aún así... Esto me debe dar un indicio de que algo va mal pero... ¿Qué?

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