Capítulo 36: Peleas

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—Primero será el traidor —le sacó el seguro a su arma y mi corazón se detuvo por una milésima de segundos.

—Si le haces algo a mi hijo te juro que... —dió un paso hacia delante Albert.

—¿Qué? —preguntó burlón. No podíamos hacer nada, tenía todas las piezas a su favor. Sabíamos de ante mano quién ganaría este sucio juego.

El señor Allen estaba al borde del ataque de pánico, los ojos se le cristalizaron y tragó en seco.

—Esto no te llevará a ningún lado —habló esta vez, mi padre.

—Claro que si, verán morir a sus hijos por lo tanto su sufrimiento será el generador mi felicidad. ¿Comprendes?

Que asco, como odiaba a este hombre y el hecho de que quizás llevaramos la misma sangre, me repugnaba de sobremanera.

—¡Maldito cobarde! —se acercó a él —. Ven y pelea como un verdadero hombre. —Se subió las mangas de la camisa, que estaba arrugada y sucia. Algo que me resultaba raro de ver, porque siempre estaba impecable.

—No voy a pelear contigo hermanito, por cierto Sam no sabía que tenía un tío tan genial. ¿Por qué se lo ocultaste? —preguntó jugando con su punto débil. Entonces recordé aquella nota, "ambos sabemos que eres la debilidad de tú padre".

—Eso no te interesa a quien le debo explicaciones es a ella. —Me miró apenado, pero asentí dándole mi apoyo en estos momentos.

Por un lado me alegraba de que no me hubiese contado que este monstruo era mi maldito tío. No lo hubiese soportado aunque aún no sabía la historia, podía percibir que habían muchas cosas ocultas.

—Si como sea —movió la mano restándole importancia —. Vuelve a tu lugar —lo apuntó con el arma.

Mi padre se giró pero volvió a dar la vuelta rápidamente y se acercó dándole un golpe en el rostro. Todo sucedió tan rápido que nos quedamos sorprendidos. Y fue entonces cuándo todo sucedió...

El señor Allen le quitó el arma a Smit y les apuntó a los hombre que nos impedían escapar.

—¡Sueltenlos! —gritó pero no le hicieron caso —. ¡Que los suelten ahora! —disparó demasiado cerca de uno.

Los hombres huyeron como cobardes y nos dejaron libres. Mientras mi padre estaba sobre de Smit dándole golpes, sin parar.

Shirley miró asustada a todas partes, hasta que miró detrás de nosotros y sonrió satisfecha. ¿Y ahora qué?

Me volteé y ví venir como a cinco tipos, los hombres no huyeron... fueron a buscar a mas de ellos. Como no, no nos lo dejarían tan fácil.

Uno de ellos corrió y alejó a mi padre de Smit de un jalón. Los demás vinieron hacia nosotros y por instinto me refugie detrás de Thomas.

—Vete. —Me ordenó, preparando sus puños para una severa pelea.

Me alejé solo un poco de ellos y los golpes comenzaron.

El señor Allen con otro hombre, y Thomas con uno más grande que él, le costaba defenderse pese a su habilidad. Pero entonces, apareció otro hombre y ambos comenzaron a golpearlo.

Mi padre también peleaba con el tipo que lo alejo de Smit, mientras que yo me quedaba aquí sin poder hacer nada.

Me sentía completamente inútil, una cobarde pero ¿qué se suponía que hiciera? Estos tipos me matarían con tan solo un golpe.

Me volteé para busca algo con que defenderme y ví que Shirley venía corriendo hacia mi. Todo pasó tan rápido que no me dió tiempo a reaccionar.

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