Capítulo 4 : Nunca más te haré daño

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Ésta última semana, había pasado más rápido de lo habitual o al menos eso me había parecido.

Estuve esperando para ir a casa de April, después de todo hace bastante que no tenemos una noche de chicas. Desde que estoy con Thomas no pasamos demasiado tiempo juntas y siempre me lo recrimina, diciendo:—Claro ahora que tienes novio te olvidas de mi. Pero ya lo verás cuando encuentre el mío, seré aún peor que tú.

Tiene toda la razón, ya que últimamente me la paso con Thomas la mayoría del tiempo. Pese a las dudas que tenía sobre ésta relación, va mejor de lo que esperaba y espero que continúe de esta manera.

Tomé lo que necesitaría para ésta noche noche y lo guardé en mi mochila. Rebusqué entre mis cosas y luego seguí por el escritorio... ¿Dónde dejé el celular?

Mientras lo buscaba, cayeron las hojas de Literatura al suelo. Rayos... El exámen es la proxima semana.

Dudé un instante si en llevar o no los apuntes para estudiar. Opté por no llevarlos al fin y al cabo me conozco y lo último que haré será estudiar, lo tendré que dejar para cuando regrese a casa.
Sacudo mi cabeza, y es entonces cuando recuerdo que dejé el teléfono en la sala, tomé mi mochila y bajé rápidamente las escaleras.

—Oye Nick, ¿viste mi celular? —le pregunté a mi hermano pequeño, que se encontraban entretenido mirando dibujos animados.

—Ahí esta —señaló el sillón sin dejar de ver la television ni siquiera por un segundo.

—Gracias enano —le dí un beso en la frente y tomé el aparato.

Me dirigí a la cocina donde mamá debería estar, ya que se sentía hasta la sala el delicioso olor a galletas horneadas.

—Mamá ya me voy —entré a la cocina y la vi sacando la fuente con sumo cuidado del horno.

—Está bien cariño. ¿Te quedarás allí está noche? —preguntó limpiando sus manos en el ya sucio, delantal.

—Si, ya le avise a papá —tomé una servilleta y saqué una galleta de la fuente.

—Adiós —me despedí dándole un beso en la mejilla.

—Cuidate, cualquier cosa me llamas. —Asentí y me marché de allí.

Tomé el autobús porque April vive a unas cuadras de mi casa digamos que no es tan lejos. Pero debido a que ya es de noche, prefiero no caminar por lad peligrosas calles de la ciudad.

Le dí un bocado a mi galleta, jamás me cansaré de decirlo las galletas de mi madre son las mejores del mundo.

En unos minutos ya estaba tocando la puerta de su casa, con algo de apuro. Hacia algo de frío ésta noche.

—Sam ¿cómo estás? —saludó la madre de April.

Una de las razones por la cual me gustaba venir es por que su madre me hace sentir en casa. Solo son April y Keith, su padre murió cuando tenía diez años en un accidente automovilístico. Algo de lo cual, April no habla mucho.... Digamos que cada vez que lo recuerda, el dolor de su pérdida reaparece nuevamente.

—Muy bien, ¿y usted?

—Bien cariño. Pero no te quedes ahí entra —se hizo a un lado, entró y cerró la puerta detrás de mi.

—April esta arriba, ve —movió su mano y sonrió amablemente.

Asentí, devolviendo su sonrisa y me dirigí a su cuarto.

Al llegar abrí la puerta y la encontré sentada en la cama, sonriendole al móvil.

—¿Por qué miras con esa cara de psicópata el celular? —pregunté y se sobresaltó dando un pequeño salto en el lugar.

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