Capítulo 10: Nicholas Charpentier

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Ya pasó una semana. Siete días, desde que Thomas no estaba conmigo oficialmente.

No sabía nada sobre él desde el día en él que me dejó, además no estudiamos en la misma Universidad. Eso facilita solo un poco las cosas, pero prefiero que así sea. He estado centrada mucho en esta relación y todo por nada. Dejé de lado a mi familia, a mi mejor amiga he incluso mis estudios y es ahora que me doy cuenta que eso era lo que me pasaba. Estaba estancada en mi propio mundo y no era capáz de observar la realidad, de detenerme a ver mi alrededor.

Pensé en todos los momentos felices que pasamos y si no volveremos a estar juntos... Quiero que esos recuerdos sean los que queden, no los malos. Porque si, fuí muy feliz tanto como no lo fuí, por eso prefiero dejar que el tiempo solucione los problemas.

Aunque aún tenía la ilusión de que este no sería el fin, no podía serlo.

Dejando un poco de lado ese tema, ya tengo lista mi exposición el chico de la biblioteca, me ayudo bastante con eso. Se podría decir que si no fuese por él, ahora mismo estaría matándome por conseguir algo bueno.

Cuando empecé a escribir sobre el amor las palabras llegaron solas y me sentí mejor como si... me hubiese desecho de un gran peso de encima.

Estaba en la puerta de la biblioteca iría a buscar algún libro, deseaba con ansias volver a la lectura... Y si por casualidad me encontraba con el chico de los libros, le daría las gracias por su ayuda.

Entré al lugar y esta vez, había una señora de avanzada edad en recepción, cincuenta y tantos supuse.

—Buenas tardes —. Saludé.

—Buenas tardes señorita. ¿La ayudo en algo? —sonrió amablemente.

—No esta bien, iré a buscar algún libro arriba —señalé y asintió levemente devolviendo su vista a una revista de quien sabe qué.

Subí inmediatamente al primer piso, me acerqué a la bibliotecaria y me quedé charlando con ella por un momento. Se llamaba Emily y estaba aquí porque su tía, la recepcionista es la dueña de la biblioteca, además de que necesita el dinero... Ya me parecía raro el hecho de que sea tan jóven y trabaje aquí. Si esa mujer no fuese su tía, jamás elegiría a alguien como ella y mucho menos para este trabajo, de eso estaba segura.

Me despedí de ella luego de unos minutos, era agradable después de todo... Miré a mi alrededor pero no había nadie, pensé que estaría aquí.

Fuí a la sección de romance que me recomendó Emily y me detuve a ver la infinidad de libros que habían allí, sin poder evitarlo una enorme sonrisa se plantó en mi rostro.

Comencé a ver los títulos y algunos me resultaron familiar, seguramente los habré leído en algun tiempo pasado. Nunca viene mal refrescar la memoria sobre todo, cuando el libro merece la pena.

Me dirigí hacia la otra sección, pero al ver la pared de vidrio me detuve. ¿Eso estaba aquí antes? El chico de los libros había estado sentado justo en frente de esta, aquella vez. Cielos... ¿cómo no lo note antes?

Iba de orilla a orilla, abarcando casi todo lo que sería la pared posterior de la biblioteca. Me acerqué y ví a través del cristal. El sol iluminaba la ciudad y los edificios que desde aquí se podían ver, los autos y las personas seguían en su ajetreo habitual. Aunque algunos edificios eran demasiado altos, seguramente desde la azotea se vería mejor... Aún así me quedé viendo tal paisaje, asombrada.

—Lindo, ¿no?  —una voz masculina a mis espaldas me sobresaltó. Me giré un poco y ví a el chico de los libros, sabía que lo encontraría aquí.

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