Capítulo 18: Reencuentro

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No había nadie en casa para cuando desperté.

Mi madre había dejado una nota en la cual decía que se llevaría a Nick a la casa de su amigo, mientras que ella se iría con papá. Pero, ¿dónde podrían haber ido? Tal vez querían un tiempo a solas, para resolver sus problemas solo eso. Ojalá que fuese así, no quería que estuviesen mal. Siempre estuvieron para mí, no quería ni imaginar una posible separación. No lo superaría.

Desayuné en un completo silencio, hoy era uno de esos días en el cuál no tenía ánimos para hacer nada. Me iría a dormir nuevamente pero luego de pensarmelo, decidí salir a dar una vuelta. Necesitaba pensar y pasar tiempo a solas. Sin tener que darle explicaciones a nadie, y esta era la oportunidad perfecta.

Subí a mi habitación y me puse algo más cómodo, bajé y luego de fijarme que todas las entradas estuviesen bien cerradas, me marché.

El día estaba perfecto para caminar, el cielo estaba algo nublado pero no hacía demasiado frío. De hecho prefería el clima templado.

Pasé las cuadras de mi vecindario y luego me dirigí hacia el parque. Que, no estaba tan lejos pero si era bastante a pie. De todos modos necesitaría un largo camino para pensar en todo.

Ayer había llegado tarde después de hablar de trivialidades con Nicholas, me acompañó de regreso a casa casi a las 2:00 a.m. Me sirvió bastante hablar con él, más que nada porqué me guardaba muchas cosas dentro y como dijo mi madre, hacía bien hablarlas por un lado.

En tanto a Nicholas me contó un poco sobre su familia, sus padres continúan juntos a pesar de que estuvieron muy cerca del divorcio y es hijo único. La mayoría de su familia y amigos quedaron en su antigüa ciudad. Debía sentirse angustiado por eso, porque me ponía en su lugar y seguramente sería terrible. Pero también, porqué a pesar de que solo las luces de la ciudad iluminaban su rostro... Noté cierta melancolía en sus ojos.

Luego dijo que, a sus padres ya no les alcanzaba lo que ganaban en sus trabajos, incluso Nicholas estuvo dos años trabajando para ayudarles a pagar las cuentas. Años en los cuáles, no había estudiado de modo que tenía veintiún años. Me sorprendí porqué no pensé que fuese mayor que yo y en realidad, no lo parecía. Al final sus padres prefirieron venir aquí ya que recibieron una herencia. Ahora cada uno tiene su propio trabajo y se puede decir que están mucho mejor. Ya que este año pudo comenzar la Universidad, nuevamente.

Cuando lo escuchaba contar con tanta tristeza el resumen de su historia. Y luego con tanta felicidad la herencia caída del cielo... Me sentí bastante afortunada, mi familia no era de clase alta. Pero nunca había pasado alguna necesidad en eso tuve bastante suerte. Aunque a veces uno no valora lo que tiene, hasta que se da cuenta que en la vida real hay problemas mucho peores de los que preocuparse.

Me detuve al ver tanto revuelo en un semáforo que no funcionaba, los autos pasaban a toda prisa. Sin siquiera frenar, para cederle el paso a la gente. Que aguardaban pacientemente a qué alguién se dignara a hacerlo.

Miré a mis costados, buscando alguna calle que fuese mi salvación. Para por fin, llegar a destino.

Cuando me giré, ví a una señora mayor quién llevaba unas cuantas bolsas y aguardaba a que el tráfico alguna vez parara. Al notar aquella escena, la frustración y la molestia me invadieron.

—Disculpe señora. —Toqué su hombro y volteó a verme —. ¿Necesita ayuda? —pregunté señalando sus bolsas.

—La verdad es que sí, están bastantes pesadas —sonreí y tomé las bolsas. —Estaba esperando hace un buen rato, pero ya me duelen los pies como para ir por otra calle. —comentó dando algunos pasos.

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