Capítulo 59: Aeropuerto

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Media hora más tarde me encontraba corriendo por los pasillos del aeropuerto. Había subido más de dos escaleras, empujando a demasiadas personas sin siquiera detenerme a pedir disculpas, además de tener que ir a rastras con Nick de la mano.

Llegamos al tercer piso cuando solo faltaban quince minutos para las siete. Mi corazón palpitaba demasiado rápido, mi garganta quemaba del dolor, por mi frente caía una gota de sudor y sentía que no tendría el valor suficiente para llegar sana y salva.

—¡Sam, me duelen los pies! —lloriqueo Nick, deteniéndose.

—Vamos, queda poco...

—¿Para qué? —preguntó, y entendí que toda su actuación era para obtener información.

—Nicholas está por irse lejos muy lejos, y no quiero que eso suceda —le dije y quedó boquiabierto.

—¿Está por irse? —repitió —. ¡Vamos entonces! —me empujó, tomando la iniciativa.

Al llegar a la escalera eléctrica que daba justo en el tercer piso, alce a Nick, pasando por entremedio de todo el gentío. Vi la sala de espera bastante llena para ser tan temprano y me dirigí hacia la fila de abordaje.

Dejé a Nick sentado en una banca, diciéndole que no se moviese del asiento. Luego comencé a buscar a Nicholas con la vista, pero no había rastros de él ni de April. Justo ahora que la necesitaba, ¿dónde se había metido?

Caminé justo con el resto de los pasajeros, aprovechando una distracción del guardia para pasar los controles obligatorios. Corrí hasta la puerta donde subían al avión, buscando desesperadamente su rostro. Pero eso jamás sucedió.

—¿Es broma? —dijo una chica a mi lado, mirando con fastidio su teléfono —. Estoy a punto de tomarme el maldito avión, estúpida —habló directamente con la pantalla de su teléfono.

Abrí mi bolso, viendo que estaba lo que justamente ahora precisaba.

—Oye —hablé y volteó a verme.

—¿Qué?

—¿Me venderías tu pasaje? —pregunté utilizando el último has bajo la manga que me quedaba.

Alzó las cejas, y negó volviendo la vista a su aparato telefónico.

—Por favor... Es muy, muy importante —suplique prácticamente, viendo que quedaba menos de ocho minutos para que despegara. Lo bueno era que aún faltaban varias personas por abordar lo que me daría algunos minutos extras.

—¿Qué tanto? —elevó una ceja.

—Tengo dinero —me limité a decir, aunque al parecer no lo necesitaba.

—Tendrás que ser más convincente.

—Allí dentro está la persona que más me importa... Es el chico que quiero y que comete un gran error justo ahora. Es mi oportunidad, para decirle todo lo que siento y dejar de ser una cobarde. —Hablé, con ganas de llorar o golpearla para que me diese de una vez por todas el pasaje.

—Jamás creí en el amor —negó.

—Yo tampoco, pero aqui estoy luchando por él. Algún día lo entenderás amiga.

—De acuerdo, ve y conquista a tu chico —terminó sonriendo, cuando me tendió el pasaje. Y la felicidad era tan grande que no cabía en mi. —Al fin y al cabo la vida es bella, me iré en el próximo vuelo —dijo restándole importancia.

—¡Gracias! —corrí empujando a la gente de la fila quién protestaba por mi abrupta interrupción. Entregué mi boleto y corrí aún más rápido para entrar al avión. ¡Lo que tenía que hacer por un chico!

Mis pies avanzaban rápidamente por el estrecho pasillo, haciendo méritos para llegar dentro... La verdad es que justo hoy, habían actuado demasiado bien.

—Con permiso... —rodeé a un señor, antes de entrar finalmente al avión.

Mi vista viajó hacia todos lados buscando a Nicholas, vi demasiados rostros pero ninguno era el de él. Seguí con mi búsqueda por los corredores, y a medida que pasaban los segundos las esperanzas de encontrarlo desaparecían...

—Señorita tomé asiento —me dijo la azafata pero negué pasando por su lado —. Por favor —pidió amablemente.

—Estoy buscando a alguien —fue lo único que dije, con un nudo inmenso en la garganta.

—¿A quién? —preguntó detrás de mi, pero no respondí... Tan solo seguí buscándolo a medida que avanzaba. ¿Y si no estaba? ¿Y si ya era demasiado tarde? ¿Y si ya... Se había ido?

Me detuve de inmediato, al ver que no podía pasar a primera clase... ¿Y si estaba allí?

—¿Puedo pasar? —le pregunté finalmente a la insistente azafata que venía junto a mi.

—Es exclusivo —negó, prohibiendome el paso.

Suspiré y tan solo abrí la puerta algunos segundos, hechando un rápido vistazo.

—¡Oye! —cerró la puerta en mis narices, con cara de desagrado.

—¿Esos son los único pasajeros? —señalé dentro, solo había visto a una pareja mayor y un hombre que parecía hacer un viaje de negocios. Lo que implicaba que seguramente a Nicholas, lo hubiese tragado la tierra.

—No puedo darte información, ahora si me permites debes tomar asiento —habló, a trayendo la vista de algunas personas —. Dame tu boleto —ordenó aquella rubia estirada, con muy mal carácter.

—¡No te daré mi maldito boleto! —le dije, con la rabia a flor de piel.

Entonces se quedó boquiabierta, y cuando estuvo a punto de hablar el sonido de una voz dejó mudos a todos los presente.

—¿Hola? —dijo alguién y su voz salió por los parlantes dentro y fuera del lugar, era un ruido enorme —. Si, ahora se oye bien... —comentó, maldición conocía perfectamente aquella voz era la de April.

Caminé un poco sentandome en un asiento vacío junto a una señora, para que la azafata me déjase escuchar el papelón que haría April justo ahora.

—Buenos días damas y caballeros, mi nombre es April y estoy aquí hablándoles por mi mejor amiga —cerré los ojos, esperando que justo ahora no metiese la pata —. Si habló de ti Samantha Whitman, donde quieras que estés —dijó, y me hundí en el lugar —. Estamos aquí con un mismo fin, por un chico. Pero no se alarmen aquel chico es de mi amiga Samantha, solo que... Queremos detenerlo, comete una gran equivocación al marcharse. Si alguien lo ve, pueden venir a administración. Se llama Nicholas Charpentier, es alto de ojos verdes, y muy guapo según mi querida amiga... —mordí mi mejilla interna por no hecharme a llorar justo ahora —. Como todos saben la función de los mejores amigos es hacerle la vida más fácil al otro. Por eso es que estoy aquí... Porque mi amiga, es demasiado estúpida para demostrar lo que siente. Pero Nicholas, quiero que escuches algo. Y Sam lo lamento, pero es necesario —se oyó un ruido lejano, pero luego la voz de una cinta se fue ampliando —... Nunca creí que querer a alguien podría ser algo tan cruel y despiadado. Es decir lo sabía porque había visto a mi mejor amiga sufrir por algunos idiotas a veces —reí un poco —. Lo había leído en libros, pero jamás pensé que sería tan profundo el sentimiento... Pero amar, eso si es imposible de describir. Cuando conocí a Nicholas al instante me agradó, él es ese tipo de chico que deseas conocer. Para darte cuenta que no solo es alguien guapo, porque vaya que lo es. Si no, que el verdadero Nicholas va mucho más allá de un lindo rostro. Es carismático, dulce, bromista, y siempre... Siempre estará ahí para ti —susurré con voz ahogada—. Aunque obviamente nadie es perfecto, pero apostaría lo que fuese porque él está muy cerca de serlo. Lo quiero. Lo quise desde el primer momento en el que logró hacerme sonreír, cuando nadie más había podido hacerlo... Él es increíble April, el chico más increíble que he tenido el gusto de conocer... Escuchó mis llantos, mis risas, mis mejores y peores momentos en tan poco tiempo. Diría que es la persona que mejor me conoce después de ti. Pero lo deje ir, fui una gran estúpida por permitir que se fuera April. Y ahora me siento tan mal, es horrible sentirme así por las noches. Pensando que habría pasado si hubiese abierto los ojos a tiempo, si tan solo... —se oyó silencio por unos segundos y luego un sollozo—. Si tan solo tuviese otra oportunidad. Le diría lo mucho que significa para mi.

Entonces el bullicio y los comentarios no se hicieron esperar por parte de los pasajeros. Un sonido sordo se oyó luego y todo se sumió en un silencio. Deduje que la habían apresado o que extrañamente decidió apiadarse de mi y no seguir humillandome en público.

—¿Qué mierda fue eso? —se quejó una voz masculina a mis espaldas.

—Tal vez sea solo una broma —le respondió una mujer.

—O su amiga está loca o es una farsa... Y si es cierto esa chica es muy estúpida para que su amiga hable por ella.  —dijo la señora a mi lado y me contuve por no decir nada inapropiado.

—Es cosa de jóvenes seguramente, a mi edad esas estupideces del amor no existen —habló está vez una mujer morena y cubierta de arrugas.

—De igual manera, espero que se de cuenta que esa estrategia no funcionará. Pobre de ella —volvió a hablar la mujer a mi lado.

—¿Pobre por qué? —le pregunté, ya demasiado frustrada.

—Por tener que exponerse frente a todos, para que ese chico le preste un poco de atención.

—Discúlpeme señora pero usted no sabe la historia, y no tiene derecho de hablar mal —carraspeé tratando de que las palabras de la anciana no me afectaran. Tranquilzate Samantha, podría ser tu abuela.

—¿Y tú si la sabes? —sonrió, como si fuese alguna broma.

—Mucho más que lo que usted puede creer, mucho más de lo que todos ustedes podrían entender —les dije a todos, dando otro vistazo pero no habían rastros de él aquí —. ¿Nunca amaron a alguien? Pues yo si y les aseguro que no es nada lindo que esa persona se aleje de ti. Y no pueden opinar al respecto porque no lo entienden, no lo entenderán jamás... —murmuré, con el terrible nudo en mi garganta.

—Creo que está loca —le dijo la misma mujer a la azafata y esta asintió.

—¡Ten tu estúpido boleto! —lo rompí en mil pedazos tirandolo en el suelo —. Al final ni siquiera sirvió, porque Nicholas no está aquí —mi voz quebrada apenas pudo oírse.

—¿Nicholas?

—Si, yo soy la estúpida de la que hablaban —me levanté de aquel asiento, montando como era debido aquel show —. Y pueden reírse, hablar mal y juzgarme porque llegué tarde... Él se fue —tragué en seco —. ¡Y no oyó la verdad! —grité, sintiéndome demasiado furiosa. — Jamás lo hará.

Las lágrimas salieron de mis ojos, y empujé prácticamente al guardia antes de que cerrara la puerta para poder salir. Corrí por el pasillo, sin saber que diablos haría ahora ¿que sentido tenía ya?

Era una estúpida, la mayor de las estúpidas por esperar tanto... Por simplemente dejar que se fuese de mi vida una vez más.
Ya no tenía ganas de seguir, mis piernas dolían mucho, mi cuerpo entero temblaba, mi cabello se pegaba a mi frente, mi poco maquillaje seguramente se habría estropeado y debía lucir fatal.

Tal y como estaba por dentro hecha añicos, rota... aún más que antes. 

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