Capítulo 20: Fiesta de cumpleaños

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Me quedé despierta hasta altas horas de la madrugada esperando a que mi padre llegase del trabajo. Debía hablar con él. Pero era una lucha constante contra mis pesados párpados. Hacía días que no dormía como era debido... Cerré los ojos una vez más, pero el sonido del motor del auto me hizo abrirlos al instante.

A lo lejos, se escuchó el cerrar de la puerta del auto y luego el sonido de la alarma activada. Segundos después entró a la casa y sus pasos resonaron en las escaleras. Era ahora o nunca.

Me levanté de un salto, lo que hizo que me tropiece con mis propios pies y casi caiga al suelo. Me estabilice rápidamente, llendo hacia la puerta para abrirla de un solo jalón.

—Hasta que al fin llegas —dije, y se sobresaltó al oír mi voz.

—Sam... ¿Qué haces despierta? —bostezó, sin tomarme importancia.

—Estaba esperándote. —Crucé los brazos, recargandome en el umbral de la puerta.

—¿Para qué? —lucía desconcertado.

—Debemos hablar.

—¿No puede ser mañana? Estoy cansado. —Respondió tratando de evadir la situación, mirando su reloj de mano.

—Yo también lo estoy, pero debe ser ahora —me hice a un lado invitándolo a pasar. Después de verse sin escapatoria, dejó sus cosas en el suelo entró a la habitación.

Cerré la puerta detrás de mi y busqué las palabras correctas para empezar a hablar.

—¿Qué sucede? —preguntó sentándose en los pies de la cama. Mirando detenidamente a su alrededor, cómo buscando algo... O solo estaba... ¿nervioso?

Me quedé justo frente a él, aún con los brazos cruzados e inexpresiva.

—Eso mismo me pregunto yo... —mi tono fue neutro.

—Ve al grano.

—Ayer recibí una nota. —Le tendí el papel que yacía arrugado en mis manos. Y nisiquiera había notado que estaba allí desde hace unas horas.

Abrió la hoja y la observó atentamente, su expresión cambió radicalmente a una preocupada y alarmada.

—No entiendo... ¿cómo es que ya lo sabe? —dijó más para si mismo, dando vuelta la hoja para buscar algún tipo de pista.

—No hay manera de saber quién la escribió, pero tú debes saber perfectamente de quién se trata.

—Escucha, es gente peligrosa. —mencionó y noté cierto miedo en él. Pero sabía que ese miedo era por nosotros —. Sospechamos de alguién pero faltan algunas pruebas para poder incriminarlo completamente. Mientras eso pasa, quiero que estes atenta su gente sabe que vamos detrás de él. Y no dudarán en hacer lo que sea, con tal de que no lo atrapemos.

Tragué en seco y asentí frenéticamente. Con un nudo terrible en mi garganta, en todos que llevaba mi padre trabajando jamás había sucedido algo similar.

—Estaremos bien, ¿no? —pregunté en un murmuro ronco e inestable. Deseaba con ansias que lo dijese, que al menos mintiese diciendo que todo iría bien.

—Claro que sí, me encargaré de eso Sam. Debes confiar en mí, todo estará bien, tú estarás bien —se levantó de la cama y dió algunos pasos, para abrazarme.

Hacía tanto que no lo hacia... Suspiré y le devolví el abrazo con fuerza. Algo se removió dentro de mi, y el panico de lo que podía suceder me invadió. Pero aún así, decidí confiar en sus palabras.

—Te quiero Sam. Y todo lo que hago es por el bien de ustedes créeme, no debes saber más de lo que te dije.

—Esta bien. —murmuré, alejándome de él.

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