Capítulo 56: La verdadera historia

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Estaba en el patio trasero de la casa, aquel que me había maravillado la primera vez al tan solo verlo.

Observaba fijamente la fuente en donde caía el agua como si de una cascada se trátase. Era bellísima, pero no observaba el agua caer, ni me perdía en el sonido de la misma. Ni siquiera me detuve a ver la cantidad de flores que habían en el jardín. Estaba pérdida en este instante, era como si mi cuerpo estuviese aquí pero yo no...

Me preguntaba que era lo que había echo mal, el porqué era que no estaba feliz. Habían pasado demasiadas cosas y no había sido capaz de lidiar con todas. Dejé que el miedo me ganara esta vez, y así había acabado.

Todo estaba bien o eso se suponía, mis padres estaban felices ahora, Nick maravillado con nuestro nuevo hogar... April aceptando a los nuevos miembros en su familia, Thomas volvía a estar bien después de todo lo sufrido. El señor Allen hizo las paces con su hijo, y todo mejoró. Nicholas y Emily estaban mejor que nunca, o eso me pareció cuando los vi salir de la biblioteca juntos. La única que no encajaba en esta feliz historia, era yo.

Estaba llena del amor de mi familia, amigos, conocidos, nuestra economía estaba en los mejores momentos... Es decir podía tener todo lo que quisiera justo ahora. Pero eso no bastaba. Porque por dentro me sentía vacía, más vacía que nunca. Y ya... Ni siquiera tenía lágrimas que derramar. Se resistían a salir de una u otra manera, mis ojos se empeñaban en contenerlas dentro. Diciéndome que si me atrevía a soltarlas, todo el sufrimiento y el dolor volverían.

—¿Sam? —la voz de mi padre, me hizo girar. —¿Qué haces aquí? —interrogó viendo extrañado que estuviese sentada en un costado de la fuente, y con una mano dentro del agua.

—Solo estaba... Pensando —suspiré, secando mi mano en mis jeans.

—Es un lindo patio, ¿no crees? —se acercó, quedándose de pie a mi lado.

—Bellísimo —contesté.

—Lo bueno esque hoy terminamos oficialmente nuestra mudanza —comentó, y asentí concordando. Había sido un largo y agotador segundo día.

—Fue cansador recorrer la mansión, pero me gustó el descapotable de Shirley —dije, reprimiendo una sonrisa.

—Rosa chillón, como a ti te gusta.

—Era la muñeca barbie en persona, aunque creo que si existiese sería hasta más inteligente que ella.

El solo rió.

—¿Estás bien? —preguntó, y asentí.

—Creo que lo estoy, pasaron demasiadas cosas y solo... Quiero que queden en el olvido. Sobre todo las noticias más fuertes.

—Sam, sobre eso... —su ceño se frunció—. Quiero pedirte disculpas, yo... Te mentí, te engañé, tuve que verte sufrir sintiéndome miserable por no poder hacer absolutamente nada.

—No... Ya no digas más, prefiero olvidarlo simplemente —traté de sonreír, pero simplemente no pude fingir.

—Era necesario, no dependía de mi fue mutuo acuerdo y... Lo siento Sam, siento haberte traicionado.

—No importa papá, ya todo pasó y por algo las cosas fueron así. Ya no pidas perdón, no hay nada por perdonar.

—Siento la obligación de pedir disculpas, se supone que soy tu padre. Y que jamás debería traicionarte, hacerte sufrir, ni mentirte. Y temo que cometí el grave error de acacionar todas.

—Eres un padre exelente, ya no te culpes. Si sufrí fue en su momento, si me veías triste fue temporal, y si el hecho de que Thomas estuviese alejado de mi me dañaba... Fue solo por algún tiempo, tarde o temprano sucedería. Porque ya había roto mi corazón demasiadas veces.

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