Capítulo 53: Sorpresas

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Las últimas dos semanas, pasaron rápidamente, a pesar de todo lo sucedido. Pude mantenerme ocupada, hoy era el cumpleaños de April. Su madre me pidió ayuda para organizarle una fiesta sorpresa. Y hoy sería la noche tan esperada. Lo más difícil fue ocultarselo, porque April bueno... Es April. Pero lo logramos, el plan consistía en llevarla de compras. Keith lo planeó, mientras íbamos al centro comercial porque "supuestamente", saldríamos para festejar su cumpleaños. Iríamos en busca de un vestido para ella. Mientras su madre se encargaría de que todo quedara perfecto en su casa.

—¿Lista? —volví a preguntar.

—Ya casi. —Se limitó a decir desde el probador.

Recorrí con la vista los vestidos de la tienda, eran hermosos. Bajé la vista y miré con una mueca mi vestimenta. Era un vestido de color beige, pegado al cuerpo pero no demasiado. Lo tenía hace algunos años, por lo tanto me quedaba algo pequeño. No tenía otra opción, digamos que lo mío no eran los vestidos... De hecho prefería vestir casual, pero hoy había echo una excepción. Además los gastos en mi casa no estaban como para desperdiciarse en uno nuevo.

—¿Como me veo? —la voz de April me sacó de mis cavilaciones.

Me giré e instintivamente sonreí.

—Estás hermosa.

Su vestido era hasta las rodillas, de un color negro con un corse en forma de corazón, y la parte de abajo caía como seda. Estaba echa con una especie de tul.

—No lo sé... El color no me convence. —Se giró mirando dudosa el espejo.

—¿Y bien? —preguntó la señora que nos estaba atendiendo.

—Me queda bien, pero...

—¿Usted qué opina? —le pregunté, sin importar que April pensara que aunque te quedase horriblemente mal quien vendía diría lo contrario siempre.

—A mi me gusta, te queda perfecto es como si lo hubiesen hecho para ti. —Le dice y sonreí dándole la razón.

—Bien, bien... Me llevo éste.

Se giró llendo nuevamente hacia el probador para cambiarse de ropa.

—April. —La llamé y detuvo sus pasos. —Nos iremos desde aquí.

—¿Qué? —abrió los ojos —. No, no. Ni siquiera me arreglé.

—¿Bromeas? —reí un poco —, estuvimos prácticamente una hora para alizar tu cabello, además del maquillaje estás perfectamente. —Le recordé, y era verdad... Su cabello seguía luciendo algo raro para mi, pero se veía increíble.

—Si... Pero —suspiró.

—Pero nada. —Chasqueé la lengua —. ¿Puede irse con el vestido? —me dirigí a la vendedora.

—Si, de todos modos se puede efectuar el pago. —Sonrió amablemente.

—Y dime genio... —volvió a hablar April —. ¿Dónde dejaré mi ropa?

¡Maldición! ¿Cómo pude olvidarlo?

—Bueno... —vamos Sam, piensa rápido... ¡Bingo! —. Tu casa queda más cerca, le decimos al taxista que pase por ahí y dejamos la ropa.

Sonreí interiormente por mi asombroso ingenio.

—Esta bien. —Asintió satisfecha. —Pero con una condición —alzó su mano.

—¿Cuál?

—Compra un vestido también.

—¿Por qué? —miré nuevamente mi vestido. ¿Tan mal se veía?

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