Capítulo 21: ¿Celos?

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—Hola —cerré la puerta de casa y dejar la mochila en el sofá —. ¿Hay alguién?

—Hola​ Sam —. Mi padre estaba en el escritorio de la sala, con la computadora.

—Es raro verte aquí... —comenté extrañada por su presencia a estás horas.

—Hoy no tenía ganas de estar en la comisaría, me tiene estresado tanto alboroto. De todos modos puedo trabajar desde aquí.

—Tienes razón, no te ves muy bien —hice una mueca de disgusto, observando su demacrado aspecto.

Sus rostro se veía más pálido que de costumbre, y sus ojeras eran pronunciadas últimamente ni siquiera dormía lo suficiente. Hasta podría apostar que había bajado de peso, era un estado realmente preocupante.

—Estoy cansado —mencionó sin siquiera darse cuenta.

—¿Necesitas ayuda en algo? —observé la pantalla y la cerró de golpe. Como si... Tuviese algo que ocultar.

—No, esta bien. Termine por hoy. —Trató de sonreír pero fracasó terriblemente. Algo iba mal, podía notarlo.

Apagó la computadora y su móvil sonó en ese instante.

—¿Hola? —se levantó y caminó por la sala —, si ¿qué pasó? —frunció el ceño y juntó sus labios en una fina línea —. Espera un momento. —Me observó de reojo y salió al patio trasero.
¿Qué rayos había sido eso?

Al parecer no quería que estuviese presente en su conversación, ya que nunca antes se había escondido para hablar por teléfono. Después de algunos minutos que me parecieron una eternidad, volvió a la sala con cara de preocupación.

—¿Pasó algo?

—Nada importante, me necesitan en el trabajo. —Subió las escaleras de dos en dos y entró a su habitación.

Ví tentada su móvil, ¿con quién habría hablado? Aún no se bloqueaba, si lo tan solo le echara un vistazo ahora podría saberlo...

Lo tomé entre mis manos sin pensarlo dos veces, lo primero que hice fue ver la lista de llamadas. La última era de, Thomas.

¿Thomas? ¿Qué hacia hablando con él? ¿Porque habló a escondidas?

Verifique el número ya memorizado y definitivamente era él, no otro Thomas. Regresé el telefono al oír los pasos de mi padre de regreso.

—Ya me voy —Tomó sus llaves, junto con su teléfono.

—¿Porqué hablabas con Thomas? —pregunté sin más. Si había algún defecto el mi, era el ser demasiado frontal. Si había algo que no me gustaba eran las mentiras, y justo ahora él lo estaba haciendo.

—¿Cómo sabes eso? —inquirió atónito.

—Vi tu móvil —confesé algo incómoda.

—¿Qué?

—Dime, ¿porqué hablabas con él? —repetí ya cansada, de sus engaños.

—Hablé de trabajo, nada más. —. Su mandíbula se tensó, dándome a saber que estaba enojado.

—¿Entonces porqué te escondías?

—No lo hacia, solo quería... Quería que no te sintieras mal Samantha.

—Oh, muchas gracias papá —. Sonreí falsamente. Me sentía mucho peor ahora, al saber que ya no confiaba en mi como antes.

—Estás comportandote muy mal últimamente. Ya no eres la misma, ¿qué te pasó? —alzó un poco la voz.

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