Capítulo 58: Cita

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—¿Me veo bien? —me preguntó mi madre, y asentí viéndola mejor que nunca en su vestido de seda.

—Te ves hermosa mamá.

—Siempre se ve hermosa —comentó mi padre, recargandose en la puerta.

—Vaya... Te ves increíble —reí, viéndolo vestir su esmoquin negro.

—Gracias —giñó el ojo, tomando a mi madre del brazo.

—Espero que se diviertan —les sonreí.

—¿Estarán bien? —me preguntó preocupada mi madre. Observando a Nick jugar a los videojuegos.

—Si, no se procupen estaremos bien.

—Hoy será una gran noche —sonrió mi padre, era una de esas sonrisas que ocultaba algo detrás.

—Espero que no hayan mas sorpresas —advirtió mi madre, refiriéndose a que esta tarde mi padre había renunciado al trabajo de ella. Habló con aquel tipo que abusaba de sus empleados, diciéndole que era un sinvergüenza, explotador de gente... Y muchas cosas más. Había tenido la gran idea de llevar a Nick con él, quien nos contó absolutamente todo al llegar. Mi madre no se vió sorprendida ni enojada, al contrario parecía haberse sacado un gran peso de encima y me alegraba por ella.

—Adiós, los queremos —gritó mientras caminaban por el pasillo.
Cerraron la puerta de un portazo y luego verifique que estuviese cerrada con seguro.

—¡Al fin solos! —dije al llegar nuevamente a la sala, pero Nick ni siquiera respondió.

Me acerqué viendo que lo tenía tan entretenido, jugaba rápidamente a un videojuego de automóviles. Sonreí, pensando lo mucho que le gustaban aquellos aparatos.

—Nick... —dije en voz baja, y detuvo el juego para mirarme —. Se fueron.

—¿Es en serio? —miró a los lados.

—Lo que significa que por esta noche la casa es nuestra...

—¡Si! —gritó eufórico —. ¿Podemos saltar en los sillones? —pidió sonriente.

—No.

—Eres una aguafiestas, entonces pidamos mucha comida... —propuso —. Creo que papá tiene dinero debajo de su cama —susurro en voz baja.

—¿Cómo sabes eso? —reí.

—Lo vi accidentalmente.

—¿Qué tal si solo vemos televisión? —propuse.

—¿En serio? Tenemos esta casa y solo planeas ver televisión —golpeó su pequeño rostro.

—¡Lo tengo! Iremos al cuarto de música —asentí, y él sonrió felizmente.

—Me gusta esa idea, pero antes quiero helado —alzó un dedo.

—De acuerdo —despeine su cabello, al cual le hacía falta un corte nuevo.

Nos dirigimos a la habitación de música no sin antes sacar del refrigerador un helado para Nick. Quien fue el primero en entrar al salón en cambio yo me detuve en la puerta, observando aquel pasillo que llevaba a otra sala. Aquella donde había oído la discucion de Thomas y Shirley hace tiempo. El jarrón que rompí había desaparecido y aquél recuerdo parecía tan lejano... Suspiré, adentrándome al lugar.

Estaba completamente iluminado, tenía paredes claras, algunos cuadros con dibujos que jamás llegaría a desifrar... La puerta corrediza de cristal, dejando ver el hermoso jardín. Cortinas extremadamente blancas, un sillón del mismo color. Una alfombra cubría el suelo, en donde posaban los instrumentos. Había un violín sobre una especie de escritorio, una bateria a un lado donde Nick estaba jugando, un inmenso arpa y el bellísimo piano negro. También había un armario cerrado con llave, suponía que dentro habían más objetos.

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