No podía creer que estuviera haciendo esto. Tener que salir a atender a unos chicos que se creen los dueños del mundo solo porque son nuevos en la universidad... Y lo peor de todo: hacerlo porque el estúpido de Jasper no fue capaz de quedarse escondido en el maldito closet.
—¿Entonces? —preguntó Elif, haciéndome señas con las manos para que dejara de estar en las nubes.
—¿Lo siento? ¿Qué dijiste? —Sacudí la cabeza, intentando volver a centrarme. Mi tono dejaba claro lo fastidiada que estaba, y ella lo sabía. Sabía que iba a tener serios problemas por esto, y aún así les abrió la puerta.
—Que quiero saber si aceptas mis disculpas —intervino una voz que hizo que mis impulsos asesinos despertaran sin control.
Dominic.
Claro. ¿Quién más?
—Sí, sí, como quieras —dije con un desdén apenas disimulado mientras me daba media vuelta para regresar a mi habitación.
—Entonces puedes aceptar una invitación a salir como símbolo de reconciliación —continuó, y aunque no me molesté en mirarlo, juraría que estaba sonriendo con esa maldita sonrisa arrogante.
¡Maldito ególatra!
—Sabes, el hecho de que haya aceptado tus disculpas no quiere decir que quiera ser tu amiga —le respondí con la mayor cordialidad que logré reunir... que no fue mucha, la verdad.
—Solo es una salida.
¿Este chico no tiene receptor para el rechazo?
—¡Escúchame bien! —Inspiré profundo y luché contra el volcán que se agitaba en mi interior—. No quiero, ni me interesa tener nada que ver contigo. Así que te agradecería que te mantuvieras a metros de mí. Mínimo cinco.
Regresé a mi habitación y azoté la puerta con tanta fuerza que retumbó todo el marco.
—¿Pero qué rayos te pasa? —comenzó Jasper con ese tono de "estás exagerando" que detesto.
—Si vas a defenderlo, mejor lárgate —le solté sin filtro alguno. Y como siempre, las palabras salieron antes de que el cerebro las aprobara.
—Perdón. De verdad, no quise incomodarte...
¡Mierda! Ya lo estaba arruinando todo. Otra vez.
—¡Espera! —me apresuré a decir, arrepentida—. No fue mi intención hablarte así. Es solo que Dominic y sus hermanos me tienen harta. ¿Puedes disculparme?
—No tienes por qué hacerlo, Alice —me dijo con una sonrisa serena, mientras me tomaba las manos—. ¿Por qué no salimos a dar un paseo? Me muestras el vecindario, así te distraes.
No era buena guía, pero después del desastre que acababa de causar, no tenía muchas opciones.
Al parecer, mi sonrisa bastó como respuesta, porque enseguida salimos. La cara de Dominic al verme caminar al lado de Jasper fue simplemente gloriosa. Elif, por su parte, se veía molesta, pero francamente, eso era problema suyo. Ella se lo había buscado.
—Entonces... ¿los odias? —inquirió Jasper con media sonrisa mientras caminábamos por la acera.
—No es que los odie... —Mentira. Bueno, tal vez un poco. Pero no quería sonar rencorosa—. Es solo que tenemos algunas diferencias irreconciliables.
—¿En serio crees que me voy a tragar eso?
Jasper tenía la capacidad de hacerme desconectar del mundo. Con él, todo parecía más simple. Más liviano.
°°°°°°°°
—Deberíamos fugarnos —bromeé mientras subía a su auto.
—¿Y arriesgarme a que tu madre me persiga con una escopeta? —contestó, enarcando una ceja con fingido terror.
—Lo dices como si fuera una criminal internacional.
—Tal vez no, pero estoy seguro de que me buscaría hasta encontrarme... y colgaría mi cabeza como trofeo.
Reí. Él también. Durante el camino, puso música y yo me puse a cantar a grito herido. Él solo se reía, encantado, mientras yo daba un show digno de un karaoke en ruinas.
¿Es mucho pedir que este momento dure para siempre?
—Alice... tengo algo que decirte.
Y justo ahí, mi cerebro hizo un escaneo completo de todo lo que había hecho mal en el día. Desde que me levanté, hasta...
—Escucha, no siempre canto así. Digo, es solo que...
—Alice —me interrumpió con suavidad.
—De verdad tengo una voz más bonita, solo que...
—Me voy a cambiar a tu universidad —soltó, sin anestesia.
—¿Qué?
Colapso mental en 3... 2... 1.
Instagram: Tatiana_rojasb

ESTÁS LEYENDO
ERES MIA - #PGP2025
VampireUna ciudad helada. Tres miradas que la queman. Y un secreto enterrado bajo su piel. Alice llegó a Alaska buscando empezar de cero. Lo que encontró fue todo lo contrario: Aaron, con su magnetismo peligroso y una intensidad que asfixia. Dominic, que l...