La felicidad que sentí al ver a Jasper de nuevo era imposible de describir. Desde que se marchó a Atlanta, no supe mucho más de él, salvo por algunos mensajes que me enviaba de vez en cuando, contándome cómo iba su vida. Habíamos compartido parte de la secundaria, y desde entonces me había sentido atraída por él. Justo cuando por fin me decidía a confesarle mis sentimientos, sus padres anunciaron la mudanza y, sin más, Jasper desapareció de mi día a día.
Cuando lo vi de pie frente a la puerta, apenas pude contener la emoción. Corrí hacia él, y, como si estuviéramos reviviendo una escena de nuestra adolescencia, me levantó del suelo entre risas y giró conmigo en brazos.
—Alice, creo que deberíamos entrar —sugirió Jasper finalmente, al dejarme con suavidad en el suelo.
Asentí, todavía sin saber cómo le explicaría a Elif que había traído a un chico al departamento, rompiendo nuestra única regla de convivencia.
Al entrar, noté que Elif no estaba. El lugar estaba en completo silencio, como si se lo hubiera tragado la tierra. Le hice una señal a Jasper para que pasara, y nos dirigimos directamente a mi habitación. Allí podríamos hablar con más tranquilidad.
—Y bien... ¿cómo me encontraste? —pregunté mientras me sentaba en la cama, aún con una sonrisa en los labios.
—Tu madre me dijo que te habías mudado a Alaska —respondió con naturalidad, como si fuera la cosa más normal del mundo.
—¿Y cómo supiste dónde vivo exactamente?
—Sabes lo fácil que es conseguir una dirección en Alaska —replicó con una ceja alzada, divertido.
—Ok, tú ganas —dije, alzando las manos en un gesto de rendición.
—Estás incluso más hermosa de lo que recordaba —murmuró mientras se acercaba lentamente.
—Y tú sigues siendo el mismo Don Juan de siempre —respondí con un empujón leve, apenas perceptible, solo para marcar el límite.
—Tenía que intentarlo...
Jasper siempre había tenido ese encanto innato, esa mezcla peligrosa de dulzura y seguridad. No era solo su apariencia. Era su forma de hablar, de mirar, de moverse.
—¿Y cómo es vivir aquí? —preguntó con curiosidad.
—Tranquilo. De hecho, creo que empiezo a amar este lugar.
—¿De verdad?
—Sí. Es sereno. Es distinto, pero me está haciendo bien.
Entonces, su expresión cambió. Su voz también.
—Alice... me gustas.
Lo dijo sin rodeos, con una honestidad que me desarmó. Sus mejillas se tiñeron de un rubor leve mientras su mano rozaba mi rostro. Sin darme tiempo a reaccionar, se inclinó y me besó.
Y no voy a mentir... Jasper besa bien. Muy bien.
Pero no era el momento. Ni la historia que yo quería repetir. No con él.
Antes de que el beso pudiera volverse algo más, me separé.
—Lo siento —susurró, evitando mi mirada—. Creí que tú también...
—Jasper, no te ofendas —le interrumpí, con suavidad—. Te aprecio muchísimo, pero no quiero que te hagas expectativas. No ahora. No conmigo.
Su semblante se apagó, procesando mis palabras.
Y entonces, como si el universo hubiese decidido salvarnos de la incomodidad, una voz irrumpió en la escena.
—¡Alice! —gritó Elif desde la sala.
Me levanté de inmediato y, sin pensarlo, le hice una señal a Jasper para que se escondiera en el clóset. No estaba lista para explicarle nada a Elif. Él obedeció sin rechistar.
Abrí la puerta, y lo que vi me dejó helada: los hermanos Carson estaban en mi sala.
¿Qué demonios hacían allí?
—Elif—murmuré con los dientes apretados mientras la fulminaba con la mirada.
Ella se apresuró a entrar a la habitación.
—Cálmate, solo vinieron a disculparse.
—¿Disculparse? —arqueé una ceja, incrédula—. No los conozco bien, Elif, pero créeme: no son el tipo de personas que piden disculpas. Y menos ese idiota de...
—¡Alice! —me interrumpió con firmeza—. Por favor, no grites. Pueden oírte.
No podía creerlo. ¿Cómo podía recibirlos así, como si nada hubiese pasado esa mañana? ¿Cómo podía ser tan confiada?
—Haz lo que quieras —dije con el corazón latiendo con furia—. Pero no esperes que yo salga de esta habitación.
—¿Qué? ¿Pero por qué?
—Porque ella ya tiene visita —dijo Jasper desde el clóset.
Mierda.
El rostro de Elif pasó de la confusión a la indignación.
—¿Quién demonios es él? —preguntó, claramente molesta.
—Un amigo. Prometo contártelo después, pero por favor, ahora déjanos solos —suplicé, señalando la puerta.
—Está bien —cedió con un suspiro. Luego añadió—: Pero primero tendrás que ir a hablar con los Carson. Vinieron a disculparse y es lo mínimo que puedes hacer.
—Alice, ve y termina con eso de una vez —dijo una tercera voz, que hasta ese momento había permanecido en silencio.
Jasper otra vez...
—¡Tú te callas! —le espeté, lanzándole una mirada fulminante.
Ya no tenía escapatoria. Estaban los dos contra mí. Con resignación, salí de mi habitación dispuesta a escuchar lo que los Carson tenían que decir. Pero lo primero que vi fue la sonrisa satisfecha de Dominic.
¡Como si lo hubiera escuchado todo!
Instagram: tatiana_rojasb

ESTÁS LEYENDO
ERES MIA - #PGP2025
VampireUna ciudad helada. Tres miradas que la queman. Y un secreto enterrado bajo su piel. Alice llegó a Alaska buscando empezar de cero. Lo que encontró fue todo lo contrario: Aaron, con su magnetismo peligroso y una intensidad que asfixia. Dominic, que l...