Capitulo |8•|

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Casa de Muñecas y Tentaciones

Después de buscar entre todas las fraternidades del campus, la única disponible resultó ser Kappa Lambda. Una tragedia con letras doradas.
¿La razón? Su presidenta: Cassandra, la misma que tiene por cerebro una mezcla entre aserrín y drama innecesario.

Vivir allí era, básicamente, invocar al mismísimo Lucifer para que hiciera de casero. Un pacto infernal en forma de convivencia femenina.

Lo único que tengo claro es que, por el bien de ella, lo más sensato sería mantenerse a kilómetros de distancia de mí... si es que desea morir de forma natural y no por homicidio pasional.

—De verdad lo siento, no sabía que ella era la líder —confesó Elif, apenada. Ella había sido quien gestionó la aplicación a la fraternidad.

Pero no podía culparla. Yo también sabía que era la única con cupos disponibles. Bueno, casi la única. Había otra opción: Delta Gamma. Solo que esa se había convertido en mixta el mes pasado. Lo que, en resumen, significaba que todos los que vivían allí eran hombres.

—Podrías haber elegido Delta Gamma —sugerí mientras observaba el frente de la mansión de Kappa Lambda, también conocida como la "casa de las muñecas".

Por dentro y por fuera, la residencia parecía haber sido vomitada por una tienda de Barbies. Tonos rosa en cada centímetro, cortinas con encajes, flores en las barandas...
No es que odie el rosa. Pero verlo hasta en las bisagras de las puertas me provocaba náuseas con sabor a algodón de azúcar.

—¿De verdad, Alice? —La cara de Elif era una mezcla entre horror y burla—. ¿La Delta Gamma? ¿Sabes que solo hay chicos ahí, verdad?

—Sería más divertido vivir con hombres que con estas... Barbies humanas, ¿no crees?

Elif se quedó pensativa unos segundos. Luego me miró con una sonrisa maliciosa que no prometía nada bueno.

—Vaya, Alice... No pensé que tuvieras la mente tan...

—¡No lo digas! —la interrumpí de inmediato—. No me refiero a eso. Solo digo que prefiero cualquier cosa antes que convivir con Cassandra. ¿Comprendes?

Ella asintió, aunque con la típica cara de "esto va a salir mal", y ninguna de las dos se atrevía a tocar el timbre de la mansión Barbie.

—Hey —interrumpió una voz masculina, grave y sugerente, que no había notado hasta entonces—. ¿No saben cómo entrar?

Fue como si su voz arrancara de mi cabeza cualquier pensamiento impuro... y lo reemplazara por un insulto.

¿Acaso me creía idiota?

¿Incapaz de abrir una estúpida puerta?

Un chasquido de sus dedos me devolvió a la realidad.

—Sí sabemos —dije, seca, conteniéndome de añadirle un "imbécil" al final. Me mordí la lengua para no arruinarlo más.

—Si quieren, podemos ayudarlas —añadió, señalando a un grupo de chicos que estaban detrás de él. Todos con pinta de que podrían protagonizar una campaña de Calvin Klein.

Vaya chico intenso...

—Tienes razón... Es intensamente sexy —susurró Elif, como si me leyera la mente. Lo miraba como si fuera Apolo bajado del Olimpo. No quiero ni imaginarme lo que estaba pasando por su cabeza en ese instante.

—Mucho gusto, mi nombre es Erick —dijo el chico con una sonrisa que, honestamente, debería estar registrada como arma de destrucción hormonal masiva—. ¿Son las nuevas integrantes de esta fraternidad?

—Sí —respondió Elif, con un tono más tímido que de costumbre.

—¿Y ustedes de qué fraternidad son? —pregunté, casi como quien lanza un deseo al universo, esperando un milagro. Tal vez, solo tal vez... el destino me tenía una salida.

—Delta Gamma, preciosa —intervino un rubio de sonrisa descarada.

Juro que, en ese instante, escuché un coro de ángeles cantar en mi cabeza.

—Me enteré que ahora es mixta —dije, tratando de sonar casual.

—Lo es —confirmó Erick.

—¿Y... tienen cupos disponibles? —preguntó Elif, que ya no se veía tan tímida.

—¿A dónde quieren llegar? —preguntó Erick, arqueando una ceja.

—Queremos formar parte de su fraternidad —respondí, sonriendo como si no acabara de declarar la guerra a Cassandra y sus muñecas infernales.

¡Mierda!
Otra vez había hablado sin filtro.
Otra vez, mi imprudencia se adelantó a mi lógica.

Erick se cruzó de brazos, mirándonos con curiosidad. Detrás de él, algunos chicos murmuraban entre risas. Uno de ellos, el rubio, nos guiñó un ojo.

—Saben que esto es poco convencional, ¿verdad?

—Y saben que Cassandra va a explotar cuando se entere —añadió otro, con tono divertido.

—Perfectamente —dije—. ¿Dónde firmamos?

Erick se miró con los demás, como si debatieran sin palabras. Luego nos sonrió.

—Síganme.

Nos guió por un sendero de piedras hacia una casa de fachada clásica, con columnas blancas y una enorme puerta de madera. Todo el lugar desprendía un aire masculino, relajado... y cero rosa. Ya solo por eso, yo estaba lista para mudarme.

Entramos. El ambiente olía a madera, perfume masculino y algo remotamente parecido a galletas recién horneadas. No estaba segura si era real o si mi cerebro estaba celebrando la fuga de Kappa Lambda con alucinaciones.

—Pueden usar la habitación de las visitas mientras hacemos el papeleo —dijo Erick—. Pero si realmente quieren unirse, mañana hablarán con nuestro presidente.

—¿Es igual de sexy que tú? —preguntó Elif descaradamente.

Yo me ahogué con mi propia saliva.

Erick rió. —Más. Pero también mucho más estricto.

Genial. Un sexy dictador. Justo lo que necesitábamos.

Elif y yo nos miramos. Y sin decir una sola palabra, supimos que ya habíamos tomado una decisión.

Adiós casa de muñecas.
Hola, caos masculino.



Instagram: Tatiana_rojas01

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