Capitulo |4•|

34K 2.2K 252
                                        

Estaba a punto de subirme al auto de Owen cuando recordé que aún llevaba mis libros conmigo. Cerré la puerta antes de que él entrara y lo llamé.

—Owen, necesito volver a la escuela.

—¿Tan rápido te aburriste de mí? —bromeó, fingiendo indignación.

—No es eso. Olvidé guardar los libros en el casillero, pero regreso en unos segundos. ¿Vale?

Él asintió con una sonrisa y yo me adentré nuevamente en la escuela. Los pasillos estaban tan vacíos que, por un instante, sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Al llegar frente a mi casillero, apoyé la frente en el metal frío mientras esperaba que el punzante dolor en mi vientre se calmara.

—Veo que no soy la única que te encuentra insoportable —masculló Cassandra, avanzando hacia mí.

Vestía un diminuto vestido rosa pastel —demasiado corto para ser decente— y sus tacones hacían eco en el pasillo como si fueran disparos en medio del silencio. La tranquilidad que me había acompañado se desvaneció por completo.

A este punto, sentía que nada podía empeorar. Aunque, si algo había aprendido de las películas, era que esa frase siempre antecedía al verdadero desastre.

—Dominic no lleva ni un día aquí y ya se dio cuenta de lo molesta que eres —comentó al detenerse frente a mí.

—¿Y por casualidad también notó lo fácil que eres? —respondí con una sonrisa, cerrando el casillero con firmeza.

—¡Eres una maldita! —gritó, levantando la mano para golpearme, pero alguien detuvo su intento.

Era Dominic. Sujetaba el brazo de Cassandra con tanta fuerza que ella chilló de dolor. Aunque admito que ver su expresión de sufrimiento me causó cierta satisfacción, Dominic parecía a punto de romperle el brazo.

—¡Basta! —grité, intentando separarlos, pero él ni se inmutó.

—Por favor... Yo te estaba defendiendo... —suplicó Cassandra con la voz quebrada.

Dominic la observó con una intensidad inquietante, como si intentara adivinar lo que pensaba. Luego giró la cabeza hacia mí. Les juro que vi diversión en su mirada. Como si disfrutara del miedo que causaba. Me recorrió un escalofrío solo de pensarlo.

—Lava la chaqueta —ordenó, soltando a Cassandra con brusquedad.

¿De verdad seguía con ese tema?

—No voy a lavar nada —dije, firme.

Dominic apretó la mandíbula con furia y se volvió hacia Cassandra, que seguía petrificada.

—Lárgate —dijo con voz gélida.

Contuve la risa al ver la expresión de pánico en el rostro de la chica. No tardó en obedecer y desapareció por el pasillo. Ahora estaba sola con él. Me debatía entre correr o gritar por ayuda, pero algo me decía que ninguna de las dos opciones funcionaría.

La típica escena romántica de un pasillo desolado con un chico increíblemente sexy frente a ti no es tan divertida cuando ese chico casi le rompe el brazo a alguien.

—Con permiso —murmuré, tomando mi mochila y girando para irme.

—No vas a ninguna parte —Dominic me sujetó de la cintura y me empujó suavemente contra la pared.

—Por favor... déjame en paz —susurré, sintiendo que las lágrimas amenazaban con traicionar mi intento de mantener la compostura—. Prometo no volver a cruzarme en tu camino...

Mi voz se quebró. Una lágrima solitaria rodó por mi mejilla. Me sentía completamente indefensa.

Dominic pareció sorprendido. En lugar de burlarse, acarició mi rostro y limpió mis lágrimas con suavidad.

ERES MIA  - #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora