Nine

5.9K 367 12
                                    

  Doy media vuelta para ver que es lo que quiere.

– Estas dejando tu celular. – Dice arqueando las cejas. – ¿y así no quieres perder las cosas?
Río y lo tomo de sus manos.
– Gracias.
Veo que su puerta comienza a cerrarse y no trae sus llaves.
– La puerta se esta cerrando. – Digo rápidamente apuntando.
Él gira rápido pero no llega a tiempo. La puerta se cierra y sus llaves quedaron adentro.
Ahora los dos estamos afuera.
Comienzo a reír y él también lo hace. Esta situación es estúpida. Los dos somos estúpidos.
– Todo por traer tu maldito celular.
– Gracias por tu consideración. – Río de nuevo.

Los dos bajamos y le contamos lo sucedido al portero. Él nos dice que tratará de buscar una solución, hasta entonces debemos esperar.

Volvemos a subir.

Algo me dice que mañana mis piernas estarán tan adoloridas que no podré caminar bien.
Nos sentamos en el suelo, trato de no estar tan cerca de él. Su presencia aún me causa nervios.

Nos quedamos en silencio y luego él suelta:
– ¿Cómo está tu madre?
– Bien, tiene algunos problemas con mi padre, pero aún siguen. – digo. Me doy cuenta de que digo más de la cuenta.
–¿Problemas?
– Si. Problemas matrimoniales. – suspiro. – ¿Cómo están Charlie, Susan, tu madre? – pregunto para cambiar de tema.
– Oh, ellos es tan bien. – Sonríe. – Se mudaron con Papá a San Francisco. Mamá no quería pero luego accedió. Yo me quedé para terminar mis estudios.
– Extrañé mucho los chocolates calientes de tu madre. – admito mirando a la pared del corredor.
– Creo que ella también te extrañó. – Dice. – Todos lo hicieron. – Se calla, estaba por decir algo pero no lo hace, está dudando.
– Y tú también. – digo completando la oración.
– Si, en cierto modo si.– admite.

Nos quedamos de nuevo en silencio.

– ¿Qué onda con Steve? – Pregunta.
– ¿Cómo que qué onda con él? –Pregunto sin entender.
– Ustedes dos, andan muy juntos...
– Aaaah... – alargo. – si, nos llevamos bien. – sonrío.
– Es extraño verte con otra persona. – dice.
Lo miro. No me he dado cuenta de que todo el tiempo me estuvo mirando fijamente. Algo que odiaba y sigo odiando de él porque me hace sentir incómoda.
– Perdón, no debí decir eso. – Dice mirando hacia la pared. –Estoy pensando en voz alta.
Río levemente.

El portero viene con una caja de herramientas, y primero trata de abrir mi puerta lo logra con facilidad.

Luego va hacia la puerta de Evan y se le complica un poco ya que la la llave ha quedado puesta y no puede meter el destornillador para abrirla.
Paso a mi casa pero me vuelvo al pasillo.

–¿Quieres pasar a esperar?– Le pregunto a Evan.
Él sólo niega con la cabeza y sonríe. – No, está bien. Espero aquí.

Hago que apenas mis labios se curven en lo que parezca ser una sonrisa y cierro la puerta.
–¿Qué demonios me pasa? – Digo tocándome la cabeza.
Voy a la ducha. No veo las horas de sacarme esta ropa mojada y dejar que el agua caliente corra por mi cuerpo.

Evan.–

Entro a mi casa y cierro la puerta detrás de mi. Esto es tan raro que casi no puedo creerlo.

Comienzo a recordar lo que le dije y quiero morirme. Pasé vergüenza.

Por otro lado ella ya no está tan agresiva como al principio, una buena señal.

Aún queda tiempo para que termine la apuesta, puedo tomarme mi tiempo para conquistarla otra vez. Pero rápido se me viene a la mente Steve.

Steve me estorba, necesito sacarlo del camino.

Regresaras de Rodillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora