Fifty Five.

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Julia—

La noche había llegado.

Mi madre y la madre de Evan estaban en la cocina con Barbie organizando los platos, las fuentes, el pollo, la ensalada.

Mi padre y el de Evan estaban en la mesa acomodando las bebidas y los vasos.

Charlie y Evan arreglaban las luces que los monstruitos habían tirado jugando con un balón.

Y yo sostenía a Mandy en brazos, mientras Barbie estaba ocupada. Las cosas estaban tan tranquilas, y la verdad que parecíamos esas familias de película o de comercial.

De apoco comienzo a sentir presión. La hora se acerca y me pone nerviosa saber que en tan solo minutos daremos la noticia.

Mamá, Barbie y Annabel regresan a la mesa con los platillos. Entonces nosotros comenzamos a dispersarnos por la mesa.

Evan se sienta intencionalmente a mi lado y por debajo de la mesa me toma la mano. Sabe que esto me está poniendo demasiado nerviosa y quiere tranquilizarme.

Le daría un beso aquí mismo sino fuera porque todavía hay que esperar.

La cena continua tranquila. El papá de Evan junto con Charlie dicen cada estupidez que te da risa de la risa y la cena se vuelve un parloteo sin final, mientras los monstruitos comen y se tiran con pequeños trozos de pan entre ellos.

El animal mitad perro y mitad caballo que tenían como mascota estaba sentado a la par de la mesa esperando algún bocado. Mientras yo lo vigilo atentamente por las dudas le agarre otro ataque y se avalance contra alguien. El perro a veces me mira, aveces no, moviendo la cola esperando que alguien se apiade de él.

Luego saca la lengua y pone una pata encima de la pierna de del padre de Evan. En esa posición me hace acordar a Scooby Doo.

La cena termina y cada quien sigue hablando mientras esperamos el postre. Siento que en esta casa me van a hacer engordar por toda la comida que preparan.

Evan mira el Reloj y ya faltan unos cuantos minutos para las 00:00. Es hora de dar la noticia.

Evan me mira cómplice y luego los hace callar a todos.

—Hey... Eh...—comienza a dudar. — bueno, aprovechando que estamos todos reunidos... quería decir que... —me mira y luego mira a los demás. Sólo Cristo sabe como se me retuerce el estómago de los nervios y creo que a él también comienzan a despertarle. —Bueno, quería decir que Julia y yo somos novios.

Todos nos miran sin decir una palabra. Hasta los monstruitos han dejado de jugar y nos miran sorprendidos.

El padre de Evan comienza a reír, liberando un poco de tensión.— Charlie, me debes veinte dólares. Te dije que estos dos iban a terminar juntos.

—¿Tan obvio era? — pregunto mientras me tapo la cara. Siento los brazos de Evan por mis hombros y luego las risas de los demás.

—¡Eres mi tía Cielo! — grita Ian mientras rodea la mesa para subirse a mi regazo. — Sabía que eras mi tía Cielo.— Me abraza y apoya su cabeza en mi pecho.

—Con que por eso te llamaba tía Cielo. — ríe mi madre.

La madre de Evan se levanta de su asiento—Qué lindo regalo de Navidad. — abraza a Evan y me deja un beso en la mejilla. — ahora sí somos una familia.

Siento mi cara caliente, pero ahora, Evan me toma de la mano sin ocultar nada y la familia parece más feliz.

Los fuegos artificiales comienzan a sonar y los niños salen disparados al jardín delantero a verlos. Nosotros hacemos un brindis y luego salimos detrás de ellos para ver como hacen explosiones de colores en el cielo.

Regresaras de Rodillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora