Fifty Eight.

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A la mañana siguiente, la contractura en mi cuello no me deja ni si quiera levantarme. A duras penas logro sentarme y me sobo el cuello sintiendo la dureza y el dolor de los músculos.

Evan me mira con una ceja arqueada como diciendo: "Te lo dije".

–¿Hace mucho estas despierto?

–Hace un par de minutos. ¿Te duele el cuello?

–Mas o menos.– miento. Es como si me estuvieran retorciendo a más no poder cada musculo.

–Eres muy mala mintiendo, Cielo.– se ríe y luego toma mi mano acariciándola.

–Eres terrible. – niego con la cabeza.–por lo menos se nota que ya estás mejor.

–Sí, es más, debería ir cambiándome y poniéndome mis boxers. Esto de estar desnudo no me está gustando...–Hace el ademán de levantar las sábanas.

–¡Evan!–chillo al ver que realmente está desnudo– ¿Por qué no esperas a que venga el doctor y te de realmente el alta?

Él comienza a reírse mientras se vuelve a taparse con la sábana y me mira con cara de picardía. Se está riendo porque seguramente me he puesto roja. Con el tiempo ya no necesito que me lo anuncie, me doy cuenta sola de que es lo que provoca este maldito y sexy idiota en mi cuerpo.

—¡Cállate! — le advierto antes de que comience con sus burlas. — Qué si no fuera por tu impulso de idiotez no estaríamos aquí.

—Ya te dije que valió la pena para defender tu dignidad, Cielo.

Ruedo los ojos.

Trato de acomodarme un poco el cabello  y de estirar los músculos porque siento que estoy entumecida por haber dormido en esas sillas tan incómodamente. 

Salgo unos minutos de la habitación y me voy al baño a tratar de enjuagar mi boca y lavar mi rostro. Por lo menos sé que Evan está fuera de peligro y que si no lo mandan hoy a casa será sólo por cuestiones de observación en la evolución de mejorías. 

Me tomo mi tiempo y voy por café y unos Bagels para el desayuno, en eso Patrick me textea para saber como hemos pasado la noche. Me reservo la respuesta porque estoy molesta con él por lo que hicieron, no es con que vaya a olvidar esto fácilmente, en especial por el gran susto que me dieron estos dos. 

Patrick vuelve a textearme y sigue mandando mensajes diciéndome que no lo deje en visto.

En eso Clarie también me manda mensajes preguntándome cómo hemos pasado la noche. No me tengo que olvidar que tenemos lo días contados para entregar ese informe  y por esta situación no puedo dejarme estar y perjudicarla, así que le digo que al mediodía iré a su casa a continuar en lo que dejamos, Evan seguro querrá pasar tiempo con sus amigos también y yo necesito una ducha y una camilla masajeadora urgentemente.

Al volver a la habitación a Evan lo están medicando, su mueca de dolor es tan única que me es imposible no reír a carcajadas y llamar la atención de la enfermera que lo está atendiendo.

Ahora que lo pienso: la enfermera tiene como unos veintitantos y es bastante guapa.

Y visita mucho a Evan.

Y lo vio desnudo mientras lo trasladaron a su cama.

¿Debería preocuparme?

Ella me mira sonríendo y luego deja la jeringa utilizada en una pequeña bolsa transparente.

—Oh, vaya, aquí estás. Pensé que habían dejado al paciente solo. — habla mientras se quita los guantes de latex.

—Sólo fui por el desayuno.— sonrío mientras apunto al vaso de café.

Regresaras de Rodillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora