Thirty Nine.

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Evan–

Me quedo unos segundos más flotando en el aire como si el tiempo no pasara y luego el frío me hace reaccionar. Luego pienso en que tendría que acostumbrarme al frío porque mi cama estaría igual de fría cuando me acostara.

Los chicos ya se habían marchado a sus casas, habían dicho que volverían mañana y que me sacarían del apartamento costase lo que costase. Pues lo veo muy difícil, salí al balcón y casi me muero, no creo que pueda salir al corredor o llegar al ascensor.

Ahora que estoy solo me arrepiento de haberle dicho a los chicos que no se quedaran, por un momento pude despistarme de todo lo que siento y reír un poco. Ahora que ya no tengo a nadie, mi cabeza vuela en pensamientos que me hacen mal, más aún al ver como se metió casi corriendo a su apartamento al sentir que yo estaba allí en el balcón. Ni una mirada si quiera. Ni un suspiro. Más cálido hubiera sido que me tiraran un balde con agua con hielo.

***

A la mañana siguiente siento unas almohadas que chocan contra mi cabeza incesantemente. Me despierto aún con pereza y trato de quitarle las almohadas de la mano para que me deje en paz.

–No sabes como estoy lamentando haberte dado la copia de las llaves. – murmuro fastidiado. Al ver el reloj de la mesa de luz veo que son las nueve de la mañana.– vienes a molestar a estas horas de la madrugada.

Siento su risa contagiosa– Madrugada, no seas exagerado– vuelve a reír– Como he sido yo quién ha tenido parte de la culpa de esta mierda, me veo en la obligación de ayudarte y no dejar que mueras aquí como un ermitaño. – sonríe ampliamente y luego vuelve a pegarme con la almohada.

–¡Ya estoy despierto, James!– arranco la almohada de su mano y la tiro por algún lugar de mi habitación.

–Ponte algo abrigado, está corriendo viento muy fresco.

Sale de mi habitación y lo siento hurgar en la cocina, chocan algunas tazas y hay ruido de cucharas.

Me levanto pero en vez de ir al baño, voy a la cocina y me paro en el umbral.

–¿Quién eres tú? ¿Qué hiciste con el cretino de James?

El ríe y abre las puertas de los gabinetes para sacar azúcar.– Me siento culpable, ¿Sí? No creía que de verdad estabas con ella, o sea, ¿Evan Stone de novio? Realmente pregúntatelo tú quién podría creer eso con tu asqueroso prontuario.

–Sí, como que yo no podía creer que tu invitaras a Clarie a una cita y ella aceptara.

–¿Cómo sabes?

–Lo había escuchado al pasar mientras Julia hablaba con Clarie por teléfono.– Me encojo de hombros y trato de seguir el hilo a la conversación porque acabo de decir su nombre y recordar un momento juntos y no voy a decaer ahora. O al menos voy a intentarlo – Pensé que seguías con tus tontos y fallidos intentos de conquistarla. – le recibo la taza de café que me ofrece y él toma otra.

–En realidad ya no seguía con esos planes, fue algo inesperado, pero era demasiado bueno para ser verdad, en algún momento se cagaría. – se encoje de hombros él también y me mira directamente a los ojos. – somos muy estúpidos ¿Verdad?

–Creo que sí. – sonrío.

–Creo que me gusta.

–¿Cuál es la novedad, viejo?–Arqueo una ceja. No sé cómo puedo hablar de esto sin sentir un nudo en el pecho. Bueno en realidad si lo estoy sintiendo pero hago de cuenta de que estoy perfectamente tranquilo.

–Cambiemos de tema.– deja abruptamente la taza en la encimera y toma una dona del paquete que trajo.

–Mejor.– Manoteo una de la bolsa yo también y la muerdo.– ¿y Malcom?– hablo con la boca llena.

Regresaras de Rodillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora