Thirty Four.

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  Como nunca un lunes me levanto temprano, desayuno con café y me coloco mi chaqueta tomando mi mochila.

La semana comienza con otro color.

Me cruzo al apartamento de al lado. Toco su puerta. Ella demora un rato en salir, pero cuando sale se cuelga a mi cuello y me da un suave beso. La tomo por la cintura y la abrazo, todo esto parece irreal, parece un sueño.

Va vestida con unos pantalones negros ajustados y un sweater de hilo color rosa, su pelo castaño a los costados de su rostro, tan hermosa como siempre.

– Vámonos o se nos hará tarde. – murmuro, aún sin apartarme de ella... es como si fuera una especia de imán, no quiero separarme de ella.
– ¿Podemos pasar antes por un starbucks? No he desayunado.
– Si, pero esta vez lo pago yo... nada de estafas. – bromeo.
Se queja.– Yo quería divertirme esta mañana. – luego ríe, lo que me hace reír e a mí también.
–Nos divertiremos, pero no haciendo delitos.– aprieto su nariz.

Tomo su mano y caminamos al ascensor, aprieto el botón y esperamos a que se abran las puertas.

– Pensé que eras un chico malo.
– Soy un chico malo. – acomodo mi chaqueta en un gesto de rudeza.
– Demuéstralo. – su mirada era pícara.
– No me tientes, Cielo.

El ascensor se abrió y justos entramos.

– Creo que debería darme por vencida con eso de que me dejes de llamar Cielo. – ríe.
– Creo que sí. – beso su mejilla.

***

Cuando llegamos a la universidad inmediatamente veo que el auto de James está en el estacionamiento y me acuerdo de que debo encontrarlo y obligarlo a cancelar esa apuesta. De lo contrario me dejará sin motocicleta.

– Debo buscar a Susan, dijo que se ofrecería a prestarme un par de apuntes sobre las clases de Cherss.

La voz de Julia interrumpe mis pensamientos.

– Claro, ¿quieres que nos veamos en la cafetería?
– Está bien.
– Te amo. – la tomo de la cintura y la acerco a mi. La beso. Es como sentir que besas a alguien por primera vez pero siempre.
– Yo más, bobo.

La veo alejarse entre la gente que van apurados a sus clases. Prendo un cigarro y lo fumo mientras observo si no veo por ahí al idiota de James.
Veo pasar a Clarie y a Steve, pero ellos no se dan cuenta de que yo estoy apoyado en mi motocicleta fumando un cigarro.
Me pregunto si le habrá mandado un mensaje de nuevo a Julia. La verdad es que me da pena, pues la chica que siempre quiso nunca lo quiso a él, nunca lo eligió. Debió ser una humillación fuerte para él que Julia lo dejase por ir conmigo. En su lugar yo me hubiera sentido una mierda.

Entre pensamientos y pensamientos veo a James con su celular en las manos, caminando sin ningún tipo de preocupación. Tiro la colilla de mi cigarro y camino hasta él para encararlo.

– ¡James!
Él levanta la mirada y sonríe. – ¿Qué onda?
– ¿Qué onda tú? Has estado desaparecido.
–Problemas en casa.
– Quería hablarte de algo.
– Si, algo vi en los mensajes que me mandaste.
– Quiero cancelar la apuesta, James.
– Sabes que eso no se puede, mi querido amigo. – ríe.
– Te repito, quiero cancelar la apuesta, James.
– Y yo te repito que eso no se puede... – dice esta vez serio. – ¿no puedes cancelarla con cinco días de plazo, Evan. Además, deberías admitir que ella no va a estar contigo.
– De hecho, ya estamos juntos.
– ¿y entonces cual es el problema? Ella nunca se enterará que esta apuesta existió, tu puedes ganarte mi casa de playa y seguir con ella sin ningún problema o... si quieres tener la conciencia limpia puedes perder tu moto hoy mismo. – sonríe.
– A veces eres un pésimo amigo. – mi tono de voz es frío y tajante.
– Si el caso hubiera sido a la inversa, hubieras hecho lo mismo. Somos cortados por la misma tijera, Stone. Eso no lo olvides.
– Gracias por tu colaboración.

Regresaras de Rodillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora