Forty Six.

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Julia– 

Llamo sólo una vez. Él no me contesta y no insisto. No sé ni por qué lo estoy llamando, tenía pensado poner la excusa de preguntar si es que estaba bien, por todo lo que paso hoy, pero la veía medio vaga.
Me tiro en mi cama y comienzo a pensar.
Me están agarrando esos ataques de bipolaridad, de que no quiero saber nada con él, pero quiero pasar tiempo con él, porque cada vez que estamos juntos es como si las cosas salieran bien y funcionaran, pero las cosas entre nosotros desde otra perspectiva no funcionan y es todo muy complejo y complicado. Alguien por favor que me dé una cachetada.
Mejor me voy a dormir y dejo de pensar en estupideces.

***

Camino a la casa de mis padres, el frío que hace no es tanto, así que puedo darme ese lujo de caminar. Pasaron un par de días desde lo que ocurrió. En tres días es Acción de Gracias, tengo que tratar de calmar un poco las cosas en casa. No puedo creer que pasen los meses y los dos se lleven cada vez peor. Está claro que mamá nunca se lo va a perdonar. Pero si no podemos ni desayunar tranquilos lo que será la cena de acción de gracias no me lo quiero ni imaginar.
Scott comienza a mandarme textos, de que quiere que nos veamos. La verdad es que a veces no quiero quedarme sola con él, porque los besos a veces se nos van de las manos y terminamos muy acalorados. Sé que no debería importarme que pase algo con él, pero es algo que no sé por qué siento la necesidad de evitarlo.
Como ve que no le contesto me llama directamente.
—Hola, Scott.
—Hola linda, ¿llamo en un mal momento?
—No, para nada, iba de camino a mis padres.
—Quería hacerte una pregunta.
—Debe ser muy importante para que no puedas esperar a que te conteste los mensajes.—Río.
—¿Quieres que nos veamos después de la cena de Acción de Gracias? Unos amigos harán una fiesta tipo una de la madrugada. Será genial.
—No tengo nada que hacer, pero no te confirmo nada, ¿Si? Debo ver cómo están las cosas en mi casa, ya sabes cómo están mis padres y eso.
—Cierto. Entonces te llamaré esa noche y tú me dices, en una de esas podemos pasar la madrugada de acción de gracias juntos. — Su voz está cargada de un tono sugerente. Ya sé que es lo que quiere. No sé si sonrojarme o quejarme o decir si o no.
—Lo hablamos luego ¿Está bien?
—Ok, un beso, linda. Hasta luego.

Voy llegando a mi casa y siento los gritos de los dos. Maldición no pueden estar un puto día sin discutir.

Abro la puerta con mis llaves y los gritos desaparecen. Por lo menos disimulan delante de mí.
—Ya sé que están discutiendo, perdón por caer en un momento incómodo. — dejo las llaves en el aparador y luego me voy hasta la cocina.
—Cariño, tú no molestas.— dice mamá abrazándome. — Llegas justo a tiempo para decidir sobre la cena de Acción de Gracias. ¿Vino o Sidra?
—Me gusta más la sidra, perdón papá.— me río.
—Está bien, cielo.

Cuando dice eso, mi expresión cambia drásticamente. Y lo digo, porque pase de reírme a sentir mi ceño fruncido.


Cielo. Ok.

—Iba a preguntarles si quieren que compre algo para la cena. Pasaré por el supermercado esta tarde.
—Me faltaría un par de condimentos Julia. —Dice mi madre.— 
—Anotado.
Voy saliendo de la sala para ir a la cocina por un vaso de jugo, abro la heladera muy relajada y saco un vaso, pero entonces papá dice:
—Invité a Evan a pasar Acción de Gracias con nosotros.

Literalmente derramo jugo por toda la mesada y luego dejo la jarra de jugo viendo el desastre que hice. Lo limpio rápido antes de que alguno de los dos entre y vea lo estúpida que soy.

¡Demonios! Pensé que a papá se le quitaría de la cabeza esa estúpida idea de invitar a Evan a la cena de Acción de Gracias. A ver, estaría mi padre, mi madre, él y yo. Dios, santo, entre Evan y mis padres creo que elijo el suicidio.

Regresaras de Rodillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora