Thirteen.

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  De todas las personas en este bendito lugar... ¿Yo soy la única que trabajaría sola? ¿En serio? ¡NO PUEDE SER POSIBLE!

No contesto y me hago la distraída. Ella vuelve a decir mi apellido más fuerte y no me queda otra que levantar la la mano y decir: – Aquí.

Nuestros ojos se conectan por una fracción de segundo y esa corriente se rompe porque aparto mi mirada para no verlo acercarse con su sonrisa burlona y triunfadora. Idiota.

Concentro mi mirada en la hoja y trato de leer algunas de las consignas, pero no puedo procesar lo que leen mis ojos con mi cerebro, ya que él está alerta para cuando Evan se siente a mi lado. No tarda mucho en sentarse después de que pienso en eso.

– Hola. – Dice sonriendo.

Tengo ganas de matarlo, como había dicho, iba a hacer que Steve me contara lo que había sucedido ese sábado y pues me contó.

– Hola. – Digo cortante.
– ¿Cómo estas? – Pregunta.

Me giro a mirarlo con el entrecejo fruncido pero no funciona porque me detengo a ver su sonrisa. Y pensar que yo me volvía loca por esa sonrisa hace un par de años atrás.

– ¿De verdad vas a hacer como que no pasó nada?
– ¿De qué hablas? – Pregunta.
– Steve me contó lo que hiciste.
Su sonrisa se borra. Seguro está inventando alguna mentira.

– ¿Que ganas con hacerme quedar como una zorra? – Frunzo el ceño.
– No, estas equivocada. – dice con sus ojos abiertos. – Sólo quería hacerle una pequeña broma. Nunca haría eso contigo y lo sabes...

Ruedo los ojos. Cómo si yo fuera a creerme eso.

No dice nada más.

– Hay que buscar una cámara y un par de micrófonos. – Leo la hoja. – y entrevistar a alguien del interés popular o social.
– ¿Qué quiere decir con popular?
– Interés popular quiere decir, algo que le interese a todo tipo de personas, chicos, grandes, viejos, no viejos...
El ríe levemente. – ¿No viejos?
– No estoy haciendo bromas Evan. – Digo molesta y lo sobro con la mirada.
– Perdón. – Murmura. – si vamos a hacer esto juntos, por lo menos deberíamos hacer una tregua. – Me mira expectante.

No sé si girarme y mirarlo o darle la espalda. O darle una bofetada.

Siento una mano que inca un poco en mis costillas en la parte sensible haciéndome reír.

– No hagas eso. – Digo tratando de parecer enojada, pero más risas se escapan de mi boca.
– ¿Qué no haga qué? – Volvió a incar mis costillas.
– Basta. – me alejé.
– Prometo no fastidiar mientras hacemos este proyecto. – Levanta su mano derecha. – y... prometo no hacer más bromas que te ofendan a ti cómo persona.
– Está bien. – Ruedo los ojos.

Él sonríe complacido y yo no puedo explicar por qué acepte, soy consciente de que nada bueno saldrá de él, pero aún así quiero probarlo.

– ¿Hasta cuando tenemos para entregarlo?
– Viernes.
– ¿Viernes? – pregunta exaltado. – Sólo cuatro días...
– Si comenzamos hoy Lunes son cinco. – añado. – así que está semana será agitada. – Bufo. – Así qué, como te dije... irás a buscar un par de cámaras y micrófonos antes de que se lleven los mejores.
– Cómo digas jefa. – bromea y se levanta para salir a buscar lo que le pedí.

Esto me recuerda cuando en los primeros años hacíamos informes y yo lo mandaba a buscar libros en la biblioteca.

Sigo leyendo las consignas.

– Dónde mierda encontraremos a alguien del interés popular... – Bufo. – 

Trato de hacer apuntes claros y fáciles para tener un proceso de como dirigir la nota.
Saco mi laptop del bolso y me fijo si tengo el programa adecuado para editar los vídeos.
Me sorprende haber elegido una carrera de productora de cine y TV y no de haber escogido algo que tuviera que ver con la literatura y los libros. Supongo que me llama más la atención el mundo del espectáculo que estar en un aula enseñando a mocosos inquietos. La acción se vive en el detrás de cámara tanto como en el vivo y en directo... sólo que esa posición puede verse un poco más humilde y anónima. Perfecta para mi.

Regresaras de Rodillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora