Regresaras de Rodillas.

Twenty Six.

Sonrío tratando de no demostrar nada de lo que pienso. Él aún sigue ahí mirándome sin ningún tipo de preocupación.

–¿Quieres pasar?– pregunto rompiendo un poco el silencio que había.
–No, no, ¿Estás lista?
–Si, invité a Clarie. Espero que no haya problemas.
–Claro que no. – Sonríe. – Patrick ya está en el estacionamiento. Espera por ustedes.
–Espera un minuto.

Di media vuelta y llamé a Clarie para salir, tomé mi chaqueta, mi movil, mis llaves y salimos los tres por el ascensor.
Clarie y Evan se llevaban muy bien, bueno él era muy sociable y siempre tenía algo de qué conversar. Sin embargo, no puedo evitar pensar en Steve. Su prima y yo, hablando, saliendo de fiesta con su "archienemigo" y él que fue tan amable conmigo, tan tierno, tan amoroso. Y yo siendo una perra fría.
Patrick ya está abajo mirando la pantalla de su celular sin prestar atención a sus costados.

–Hey, Pat. – le grito, haciendo que nos mirara. Él sonríe y abre desde adentro la puerta del copiloto.

Abro la puerta de atrás para Clarie y ella sube un poco tímida por no conocer a Patrick. Siento un débil hola de su parte. Patrick sonríe y le devuelve el saludo de una manera más alegre.

Pero no veo a Evan subir al auto de Patrick, él en cambio se dirige a su motocicleta bien lustrada y brillosa.

–Ella es Clarie. – digo cerrando la puerta una vez arriba del auto – Clarie, él es mi hermano Patrick.
–Un gusto. – dice ella sonriendo.
–El gusto es mío.– le sonríe por el espejo retrovisor.
–¿Dónde iremos?
–Bradley y Marcus nos esperan en un bar de la calle O'Brien, están con un par de amigas también. – arranca y comienza a andar por la calle. – Luego, si quieren iremos a un club, Brad tiene amistades que nos pueden hacer pasar gratis.
– Genial. – dice Clarie.

Patrick conduce, al mismo tiempo que por ahí nos comenta algo banal, o cosas como el clima. Por momentos me da a pensar que solo habla con Clarie, por que siempre dirige su mirada al espejo retrovisor por un par de segundos a ver a Clarie y se vuelve fijar en el camino.

Paramos en un semáforo y allí para Evan, a la par de mi ventanilla. Mira hacía mi al igual que yo lo miro a él, luego sonríe y mira hacia Patrick. – ¿Les dijiste ya a esos dos que aparten una mesa con varias sillas? – le pregunta.
–Si, si, no te preocupes.
Vuelve a dirigir una mirada fugaz hacia mi y luego arranca a toda velocidad cuando la luz verde da paso.

Me gustaría sentir el viento en mi cara como él lo hace, como lo hice los días pasados yendo a buscar a Jacob Mars. Sin duda andar en motocicleta por las noches y sentir el viento en la cara es una de las cosas más lindas que puede haber. Eso también me recuerda a la vez que Juan y yo nos pasamos el día entero yendo y viniendo por todos lados en su moto. Esa tarde me enseñó a manejarla y prometió que ni bien comenzara a trabajar me compraría una, algo así como un compromiso.

Cómo se rompen tan rápido las promesas y las cosas dichas se esfuman como por arte de magia. Palabras al viento lanzadas sin saber si perdurarán o una ventisca se las llevará para desintegrarlas en el aire.

Sin darme cuenta, siendo ignorada por Patrick y Clarie en su conversación mas mis pensamientos absurdos, llegamos al bar dónde algunas personas compartían una cerveza o un vino y alguna botana proveniente de la casa.

Patrick estaciona el auto y bajamos, ellos no interrumpen su conversación por nada en el mundo.

Veo llegar a Evan, acomodando o desordenando su cabello, no sabría muy bien afirmar. Llega a mi lado y me mira extraño.

–¿Por qué estás tan seria? ¿Te enojaste?
–No claro que no. – digo sonriendo y suavizando más mi expresiones. – Es solo que estoy de mal tercio aquí. – señalo discretamente a Patrick y a Clarie, quienes sonríen y siguen hablando que quién sabe que estupidez.
–No te preocupes. – Sonríe y pasa un brazo por mi hombro. Lo miro extrañada.
Debería decirle que no dejo que los idiotas me toquen, pero creo que estoy bien así, con su brazo en una posición considerablemente correcta.